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El ahorro de energía: “ahí está el detalle”

Soy de la opinión de que el ahorro y el uso eficiente de la energía per se no tienen sentido alguno. Bueno… sí lo tienen cuando son una alternativa para resolver y atenuar muchas de nuestras preocupaciones: que nos alcance el dinero para cubrir múltiples necesidades; que los recursos no renovables (como el petróleo) nos duren mucho tiempo; tener confort o movilidad sin afectar la calidad del aire en la ciudad o la estabilidad del clima en el planeta; producir a un menor costo que la competencia y ganarle mercados; descartar la inversión de dinero en infraestructura que sólo sirve a ratos cuando muchos requieren de energía al mismo tiempo o dar empleo a la mayor cantidad de gente posible.

Por lo mismo, el ahorro y uso eficiente de energía tienen sentido sólo cuando responden a una preocupación individual o colectiva.

De esta manera, mientras en los países desarrollados domina la preocupación por el medioambiente y el empleo, en México, por el contrario, nos preocupa que el dinero nos rinda, el petróleo nos dure, la infraestructura nos alcance y que nuestras empresas sean más competitivas. Por supuesto, a todos nos interesa el medioambiente, pero sin dinero suficiente o sin empleo, nuestra conciencia ambiental quedará en segundo plano.

El ahorro y uso eficiente de la energía sirve además para muchas otras cosas y lo curioso es que trae, como decimos en México, “su torta bajo el brazo”, ya que al gastar menos en energía podemos recuperar lo que invertimos y, más adelante, seguir obteniendo el beneficio de un menor gasto (y de todos los otros beneficios) por mucho tiempo. Pero, ¡un momento, por favor! ¿Qué tal si lo que compré para ahorrar energía no dura el tiempo que se supone debería hacerlo? ¿Qué tal si no tiene el desempeño que promete su fabricante o vendedor? Aquí aplica la frase que inmortalizó Cantinflas: “¡Ahí está el detalle!”

Y es aquí donde, para no errarle, entra en acción una práctica muy relevante en nuestros tiempos: la normalización técnica. En términos simples, es un acuerdo entre los actores interesados (desde los propios fabricantes hasta los usuarios de la tecnología) para establecer las características con las que debe cumplir un material, equipo o sistema para que funcione de forma predecible para todos.

En los hechos, se trata de un documento que señala las características de un material, equipo o sistema, la forma en que éstas se especifican y el procedimiento para asegurarse de que cuenta con dichas particularidades.

Para el país, las reglas para la normalización técnica están en la Ley Federal de Metrología y Normalización, que define las Normas Oficiales Mexicanas (NOM) como obligatorias, y las Normas Mexicanas (NMX) como voluntarias. En México, tenemos 30 NOM de eficiencia energética y una gran variedad y número de NMX que las soportan.

Pero una NOM o NMX es sólo un texto sobre un papel y, por lo mismo, requiere de un sistema de evaluación de la conformidad para tener el impacto esperado, es decir, laboratorios de prueba, organismos de certificación, unidades de verificación y entidades de acreditación que aseguren que los materiales, equipos o sistemas poseen las características descritas en la norma técnica.

Afortunadamente, en México tenemos 70 laboratorios de prueba, ocho organismos de certificación y cerca de 200 unidades de verificación, todos acreditados por la Entidad Mexicana de Acreditación (ema) y aprobados por la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía (Conuee).

Pues sí, el ahorro y uso eficiente de la energía tiene mucha lógica desde la perspectiva del espectro de las políticas públicas, pero sin un sólido sistema de normas y un sistema robusto de evaluación de la conformidad corremos el riesgo de que terminemos, como se dice popularmente, “cantinfleando”.

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Odón de Buen
Ingeniero Mecánico Electricista por la UNAM, maestro en Energía y Recursos por la Universidad de Berkeley, en California, y profesor asociado de la Maestría en Ingeniería Energética en la UNAM. Autor de diversos reportes técnicos sobre ahorro de energía y fuentes renovables, publicados tanto en México como en EEUU. Actualmente es Director General de la Conuee

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