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Ahorro energético en edificios

La consecución de ahorros energéticos en edificios altos es una cuestión que está muy en boga; sin embargo, es necesario tomar más de una ruta para conseguir este objetivo. Tres caminos se deben considerar: normalización, medioambiente y automatización.

Consumo energético en edificios: 40 por ciento en AA y refrigeración; 37 en iluminación; 6 en calentamiento de agua, y 16 por ciento en “Varios”.

Por  Santiago Bonilla.

Los porcentajes de consumo energético en edificios son alarmantes: 40 por ciento en aire acondicionado y refrigeración; 37 por ciento en iluminación; 6 por ciento en calentamiento de agua, y 17 por ciento en gastos varios. El 80 por ciento del consumo total de energía se destina a edificios de menos de 1 mil metros cuadrados. Aunque siguen existiendo varias cuestiones por resolver, se han comenzado a incorporar diversos ejercicios que marcan una clara tendencia para encaminar el desempeño de los edificios altos hacia los ahorros energéticos.

La Organización de Estandarización Internacional (ISO, por sus siglas en inglés) ha establecido varios TC (comités técnicos) que actualmente están desarrollando diversos documentos de utilidad para todos los países. A su vez, la certificación LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) es un sistema de calificación al que pueden someterse los edificios y en el cuál se gradúa, en una escala de 100 puntos, la efectividad con la que opera el inmueble.

Con objeto de evitar un cambio climático peligroso e impredecible, la temperatura media global no debe aumentar más de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales. Los expertos señalan que aún estamos a tiempo; pero, para ello, es necesario que los países desarrollados reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero, al menos 30 por ciento para 2020 y 80 por ciento para 2050, con el fin de evitar daños irreparables en los ecosistemas, la economía y el sector demográfico. “Más de 53 por ciento de los ahorros y abatimientos en emisiones de CO2 en un futuro, de aquí a 20 años, va a darse, no por no consumir ni por no generar sosteniblemente, sino por la eficiencia del consumo energético”, puntualiza Jorge Hagg, presidente del IMEI.

Al hablar sobre edificios altos, el núcleo de la cuestión radica en optimizar las dimensiones del emplazamiento; es decir, la extensión hacia arriba. Ciertamente, toda edificación vertical cuenta con sistemas intrínsecos; a saber: las labores conjuntas de arquitectura e ingeniería civil, energía (gas, electricidad, renovables), climatización (ventilación, calefacción y aire acondicionado), hidrosanitario (agua potable y adecuado tratamiento pluvial), salvaguarda (protección civil, detección de incendios), seguridad (control de accesos, alarmas, CCTV), transporte interior (elevadores, escaladoras), transporte de tecnología de información (cableado, espacios, canalizaciones).

La diferencia entre ellos es la magnitud de cada sistema y la cantidad de los componentes; sin embargo, desde un edificio habitacional hasta las construcciones comerciales de mayor altura, como Torre Mayor en la capital del país, estos sistemas están presentes proporcionalmente y son indispensables para la operación. “México, en relación con otros países de América, cuenta con la Torre Mayor, la cual se posiciona en el lugar 53 y se estima que para el año 2040 va a quedar en noveno lugar. A escala mundial, los líderes son Hong Kong, con 1 mil 600 edificios de gran altura, y Nueva York, con 5 mil 800”, especifica el ingeniero Hagg, también gerente de Desarrollo de productos en Schneider Electric.

La automatización de estos sistemas es, de igual manera, un diferencial en ellas y comprende tres puntos. A grandes rasgos: la nueva tecnología de los automatismos de maniobra, gestión y control de los diversos aparatos de un edificio, que permitan aumentar el confort del usuario, su seguridad y el ahorro en el consumo energético; un conjunto de servicios en los edificios, asegurados por sistemas que realicen varias funciones, pudiendo estar conectados tanto entre ellos como a redes internas y externas de comunicación, y por último, la informática aplicada al inmueble que agrupe el conjunto de sistemas de seguridad y regule las tareas destinadas a facilitar el trabajo cotidiano, automatizando sus operaciones y funciones.

Tres actores de la sostenibilidad

Pero ¿qué normas existen para los edificios altos? En México, la Semarnat planea publicar una NMX de edificaciones sostenibles, la cuál será el marco de referencia para todo tipo de construcción en nuestro país y permitirá la elaboración de Normas Mexicanas que atiendan específicamente a los diferentes tipos de edificaciones; entre ellas, los Edificios Comerciales de Alto Desempeño (ECAD). Los órganos AMERIC (Asociación Mexicana de Empresas del Ramo de Instalaciones para la Construcción) e IMEI (Instituto Mexicano del Edificio Inteligente), a dúo, han iniciado un trabajo colegiado para desarrollar una Norma Mexicana de edificaciones de alto desempeño, que incluirá no sólo edificios altos, sino aquéllos que por su vocación de uso requieren tomar en consideración la eficiencia energética, la sostenibilidad y, por supuesto, una complejidad en los sistemas mencionados. Por tanto, nuestro país requiere un documento que permita operar, construir y diseñar este tipo de edificaciones con los más exigentes parámetros en cada etapa de su vida.

El tema principal en una norma de este tipo es que las organizaciones, hoy en día, requieren que los edificios que ocupan para su negocio tomen en cuenta la gobernabilidad o dirección, es decir la misión, visión, junta de directores, etcétera; el riesgo de que el negocio sea aceptable en sus instalaciones, su entorno social, económico y físico; el cumplimiento de sus buenas prácticas, los códigos, reglamentos y leyes, tanto nacionales, como de los mercados globales que atienden; la eficiencia en el consumo energético que compone a la sostenibilidad durante la operación de la edificación, además de lograr que la inversión inicial tenga un costo total de propiedad (TCO, por sus siglas en inglés) con el mejor retorno de inversión (ROI, por sus siglas en inglés).

El tiempo estimado para la publicación de una norma de esta naturaleza oscila en un par de años, pues los actores y sus intereses sociales, económicos y comerciales para disponer de un contenido que satisfaga a todas las partes son tan diversos que se torna una tarea sumamente compleja. Para este fin, se reúnen consultores, fabricantes, Gobierno, comercializadores, academia e interesados directos, como usuarios, poseedores e inversionistas del sector inmobiliario. Es necesario, también, establecer un nicho de oportunidad para las políticas públicas, fomentar la sostenibilidad en los sectores inmobiliario y de la construcción nacionales, a escala urbana/regional y a nivel edificio, sobre todo en las áreas de ordenamiento territorial, energía, agua, calidad del aire, entre otros.

Según el IMEI, un edificio inteligente debe reunir las siguientes características: flexibilidad y adaptabilidad relacionadas con un costo ante los continuos cambios tecnológicos requeridos por sus ocupantes; alta eficiencia en el consumo de energía eléctrica; capacidad de proveer un entorno ecológico habitable y altamente seguro, que maximice la eficiencia en el trabajo a niveles óptimos de confort de sus ocupantes; por último, que se encuentre centralmente automatizado para optimizar su operación y administración en forma electrónica. Sin embargo, ¿cómo se puede lograr desde su proyección que un edificio sea eficiente? Una manera de fomentar la construcción y operación responsable es ofrecer incentivos para la edificación sostenible, como en programas de ahorro energético, descuentos y reembolsos, procesamiento preferente en trámites y permisos, reducción en impuestos de venta, reembolsos para desarrolladores, etcétera. En otros términos, prácticas que estimulen y concienticen a los encargados del edificio para maximizar los beneficios y evitar, en la medida de lo posible, las pérdidas.

Las empresas operadoras, en la actualidad, tienden a ser responsables socialmente ante un sector demográfico que se encuentra en continua demanda hacia sus dependencias económicas y energéticas, de manera que se hagan cargo durante la vida útil del edificio y participen en su modernización continua. El ahorro energético y la conservación de la energía pueden disminuir el consumo mundial en alrededor de 40 por ciento para 2050, lo cual es equivalente a 20 por ciento del PIB mundial actual, lo que lo convierte, entonces, en una pieza elemental en las pautas de lucha contra el cambio climático para reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero en 30 por ciento para el año 2020 y 80 para el 2050.

De acuerdo con César Treviño, presidente MSc LEED AP, “la educación y la difusión del conocimiento sobre las prácticas eficientes son fundamentales para guiar a los constructores, proyectista y operadores de edificios hacia el ahorro energético”. Observa que hace falta un mercado maduro y receptivo; de manera que sea posible cumplir formalmente con los objetivos y “pasar de la plática a la práctica”.

En 2050, podría disminuirse  40 por ciento del consumo energético en edificaciones.

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