Mitos y realidades de la energía eólica
Desde la entrada en uso de este tipo de tecnología y conforme ha adquirido auge, el desarrollo de parques eólicos ha enfrentado diversos reclamos relacionados con sus capacidades de generación, su impacto ambiental y sobre las comunidades aledañas. Sin embargo, mucho de esto ha probado ser falso.
Por Redacción.
Uno de las objeciones que se han imputado a los desarrollos eólicos es su impacto visual en el panorama natural que los enmarca; sin embargo, resulta un problema un tanto subjetivo. Ser visible, no implica ser intruso. Mientras algunas personas expresan su preocupación sobre el efecto que las turbinas eólicas tienen sobre el paisaje, otras las perciben como elegantes y bonitas, o como símbolos de un futuro mejor, menos contaminado y de mayor avance tecnológico.
El paisaje que habitan los seres humanos está necesariamente moldeado por el hombre y evoluciona con el tiempo. Comparado con otros desarrollos de energía, como la nuclear, carboeléctrica o las termoeléctricas convencionales y las estaciones de gas, los parques eólicos tienen un impacto visual relativamente pequeño. Además, los sitios dentro de las Áreas Naturales Protegidas o los Parques Nacionales son lugares improbables para desarrollos eólicos de gran tamaño.
La creciente utilización de las energías renovables y la búsqueda de mayor aprovechamiento de la energía del viento implican que en el futuro cercano estas estructuras serán cada vez más visibles en el paisaje cotidiano. Todos los organismos que apoyan las energías renovables consideran que la energía del viento es una de las formas ambientalmente más benignas para generar la electricidad necesaria en las actividades productivas diarias.
Si no se tiene como objetivo cambiar a fuentes de energía más limpias, el cambio climático alterará severa e irrevocablemente tanto el paisaje, como la flora y fauna que lo pueblan. En relación con la fauna, se afirma que el funcionamiento de las turbinas eólicas interfiere con la vida de las aves, de modo que suelen estrellarse con aquéllas de manera frecuente.
Sin embargo, la supervisión de los parques eólicos existentes sugiere que con su ubicación adecuada no hay efectos adversos en las poblaciones de aves. La Sociedad Real para la Protección de Aves de Inglaterra (RSPB, por sus siglas en inglés) apoya el desarrollo sustentable de las energías renovables, como la eólica, porque ayuda a mitigar el cambio climático, la cual se considera como la amenaza a largo plazo más significativa para el ambiente. La evidencia disponible sugiere que con un posicionamiento adecuado de los parques eólicos, no se ocasiona un riesgo considerable para las aves.
Por ejemplo, de los vuelos de aves a través de un parque eólico, solamente una de cada 10 mil aves se ha colisionado con un aerogenerador. Esto se reduce a una o dos colisiones por año por cada turbina. En cambio, anualmente, más de 10 millones de aves colisionan con automóviles solamente en el Reino Unido.
Por otro lado, se ha aventurado la suposición de que este tipo de complejos provocan la aversión del turismo. Lo cierto es que no existe evidencia comprobable para sugerir que las granjas del viento ahuyentan a los turistas, por el contrario, gran cantidad de parques eólicos resultan, en muchas ocasiones, atracciones turísticas para los visitantes.
Por ejemplo, en Swaffham, Inglaterra, más de 50 mil viajeros han subido a la torre de un aerogenerador para disfrutar de las vistas espectaculares desde la cima de su plataforma de 65 metros de altura. En Escocia, se realizó una encuesta en 2002 respecto de los parques eólicos como atracción turística en el área de Argyll. De las personas consultadas, 80 por ciento respondió que estarían interesados en visitar nuevamente una central eólica si estuviera abierta al público, mientras que 91 por ciento dijo que ellos no dejarían de visitar una localidad debido a la presencia de parques eólicos.
Asimismo, durante la Conferencia de las Partes COP 15, realizada en Copenhague, Dinamarca, una de las principales atracciones turísticas fue la visita a una granja eólica localizada mar adentro en Middelgrunden, cerca de la ciudad anfitriona.
El ruido provocado por su funcionamiento también ha sido objeto de ideas desfavorables que ponen en entredicho sus beneficios.
En realidad, con los avances tecnológicos y el desarrollo de nuevos componentes, las turbinas modernas resultan sumamente silenciosas. Gracias a los adelantos en la tecnología de turbinas de viento, estas operan silenciosamente sin causar molestias a las personas que viven alejadas, aunque sólo sea a cientos de metros del desarrollo.
A estas distancias, cualquier ruido originado por los propios aerogeneradores se ahoga con el ruido natural del propio viento en los árboles y en la vegetación, con el susurro propio del viento. Se tiene testimonio de personas que han leído en la prensa información que califica como desmesurado el ruido emitido por los aerogeneradores, pero terminan sorprendidos al visitar un parque eólico y percatarse de que realmente el nivel de ruido emitido es considerablemente menor de lo que se imaginaban.
En Escocia, antes de la construcción de una central eólica, 12 por ciento de las personas que vivían cerca del área donde se llevaría a cabo el proyecto consideraba que las turbinas causarían molestias de ruido; después de la construcción, solamente 1 por ciento pensó que era ruidoso.
En relación con los aportes en generación que puede ofrecer este tipo de tecnología, se llega a pensar que debido a la intermitencia de los vientos la energía eólica no es confiable. El hecho es que sí lo es. Hay realmente mucha confusión sobre la confiabilidad de las diferentes fuentes de electricidad. Ninguna central puede operar todo el tiempo sin parar. Muchas fuentes “confiables”, como las centrales nucleares, padecen paros inesperados.
Es preciso distinguir entre confiabilidad y disponibilidad. Los parques eólicos son confiables, pero la intermitencia del viento provoca que este tipo de centrales ofrezcan baja disponibilidad en comparación con una central convencional.
No podría confiarse sólo a las turbinas de viento el abasto eléctrico para las actividades productivas que se desarrollan de manera continua; para eso existen tecnologías de almacenamiento que se pueden utilizar, como las centrales hidráulicas de rebombeo, en las cuales se bombea el agua a la presa superior de almacenamiento que funcionaría como una gran batería en un sistema eléctrico para suministrar energía cuando no sople el viento.
Recientemente se han desarrollado alternativas para almacenar y utilizar la energía de las centrales eólicas, y centros de investigación y universidades llevan a cabo proyectos y tecnologías para optimizar su aprovechamiento.
En el futuro, el hidrógeno ofrece una manera potencial de almacenar electricidad proveniente de las eoloeléctricas. Puede usarse la energía eólica sobrante para obtener hidrógeno, el cual podría utilizarse en una célula de combustible para generar la electricidad faltante.
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Con información de la AMDEE