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Ser una empresa de clase mundial

La CFE se ha transformado por decreto presidencial, pero en la praxis, el proceso de transición sigue en curso. El doctor José Luis Fernández Zayas, director Ejecutivo del Instituto de Investigaciones Eléctricas, explica que la CFE enfrenta un desafío poco menos que enorme, toda vez que sus responsabilidades crecen, a la par de la exigencia de hacer valer su lema: ser una empresa de clase mundial

Por Antonio Nieto / Manuel Merelles, fotografía

La transformación de la industria eléctrica es un proceso que afecta a propios y extraños. Grandes desafíos se esperan en breve, y no sólo para las ahora empresas productivas del estado, que se medirán en un mercado eléctrico altamente competitivo, con compañías de todo el mundo.

El reto también es para los constructores eléctricos, para las instituciones académicas y para el país en general. Superar el miedo al cambio parece ser el mayor, cuando menos así lo observa el doctor Fernández Zayas en entrevista. A su juicio, la CFE tiene ahora más responsabilidades, más retos, más trabajo. Su encomienda inicial (la electrificación del país) sigue en la lista, pero ahora deberá generar riqueza, mediante eficiencia y eficacia, en un mercado donde sobreviven quienes entienden el sentido de la competitividad.

Ante este escenario, más que un reto técnico o tecnológico, el desafío es de rapidez. Hay que entender los problemas, conocer las herramientas e implementar las soluciones.

Constructor Eléctrico (CE): ¿Cuáles son los beneficios, contradicciones y problemáticas de CFE como prestadora de servicios?
José Luis Fernández (JLF): La Reforma Energética le da muchas más responsabilidades a la CFE y a la autoridad, y muchas más funciones. El plan de negocios que acaba de elaborar la CFE es una organización mucho más ambiciosa, completa y participa de una manera más definida en el desarrollo integral del país, donde tenemos problemas con la pobreza que se deben enfrentar, de acuerdo con los recursos legales establecidos, con inversión en energía. Uno de los criterios más importantes para elegir el camino de la CFE es darle prioridad a las áreas en las que hay un mayor impacto en el desarrollo.

La CFE preserva y acrecienta su función social nacional y ésa es una cuestión que no todos tienen muy clara. Esto implica apoyar el desarrollo de regiones marginadas y, finalmente, la electrificación rural, que en nuestro país no se nos da con mucha claridad, pero lo hemos hecho tan bien, que sólo tenemos 2 por ciento de la población sin abasto directo de energía eléctrica. Ésta será una buena oportunidad para atender las nuevas orientaciones sociales y de desarrollo económico de la CFE y, por otro lado, darle mayor oportunidad de crecimiento a las fuentes renovables de energía.

Con mucha frecuencia, en las regiones apartadas se explica que no hay abasto eléctrico convencional por los altos costos; significa llevar transformadores y líneas más lejos. Poner sistemas solares, de viento o híbridos, incluyendo plantas de ciclo combinado, como respaldo, es mucho más atractivo. Esto a nosotros como Instituto nos abre muchas oportunidades que no teníamos hace un par de años.

Una de las cosas que buscamos de la Reforma es que se detonen mejores oportunidades de empleo, de mayor calidad y no sólo para ingenieros. Soy ingeniero y me encanta; pero los problemas son integrales. La utilización masiva de energía eólica está íntimamente relacionada con los problemas sociales de las regiones.

CE: Se considera que la conversión a una empresa productiva puede derivar en su desaparición posterior. Hay una experiencia con la desaparición de la compañía de Luz y Fuerza del Centro, incluso en el caso mismo de Pemex, ¿cómo observa usted esta posición y qué opinión le merece?
JLF: Esto es completamente diferente. De revisar el marco legal y el marco político, no se puede pensar en que desaparezca una fuente de empleo del tamaño de Pemex o de CFE. He oído críticos del gobierno que utilizan esta legítima duda para cuestionar si la Reforma se ha hecho cuidando este tipo de ángulos.

La CFE tendrá mucho más trabajo en el futuro. Como está en su plan, el reto más grande, en particular los próximos tres años, es crecer para entender y enfrentar la magnitud de los nuevos retos. Crecer desde los ductos de gas, inversiones en nuevas plantas de ciclo combinado, lo tradicional de plantas térmicas y la enorme necesidad de crecimiento de fuentes alternas, porque está en la ley.

Éste era un tema que a los ingenieros les importó toda la vida, porque las fuentes alternas son intermitentes. Si viera los diagramas de disponibilidad de estos recursos, le pasaría lo que a los ingenieros: no sabría cómo contender eso. Son retos tecnológicos muy fuertes. Lo que estamos haciendo junto con la CFE es entenderlo. Está difícil y lo vamos a tener que hacer con muchas más ganas y esfuerzo que antes.

Si le sumamos la parte social y de cuidado ambiental, y vemos que tenemos metas de generación de energía limpia pactadas internacionalmente, el trabajo de la CFE es mucho mayor que el que tenía antes de la Reforma.

Algo parecido está pasando con Pemex. Con Pemex tenemos mucho que hacer con la parte eléctrica, porque tiene una enorme cantidad de procesos térmicos de baja eficiencia terminal. Se está planteando usar esa energía para producir electricidad. Se vuelve el segundo productor nacional de energía eléctrica y para eso tenemos muchas cosas que hacer.

En la apertura comercial, donde Pemex, como empresa productiva, compite contra las grandes corporaciones internacionales, para mucha gente es evidente que no va a tener la misma capacidad competitiva que un GE o un Siemens. En contra de esa opinión, que no comparto, puedo decir con toda tranquilidad que la entrada en generación de las plantas térmicas de las empresas que mencioné, y muchas otras, es algo que hemos estado ensayando por lo menos 10 años en el país y de diferentes formas. No soy partidario de esos miedos. No lo digo por partidista, sino convencido por las cifras.

CE: ¿El presupuesto millonario que recién liberó la CFE es una señal de este crecimiento?
JLF: Sin duda. Se empieza a hablar de presupuestos mucho más grandes que antes por la participación del sector privado. Hay una enorme inversión privada, por ejemplo, en aerogeneradores. Estuve presente en una ceremonia en donde los representantes de las firmas extranjeras se comprometieron frente al secretario de Energía a realizar inversiones por cantidades enormes. Cada una de esas inversiones trae su propia oferta de creación de empleos y mejores oportunidades para los mexicanos y pagos de impuestos.

CE: En el tema de smart grid, calidad de energía, ¿cuál es la línea?
JLF: De todas las líneas de investigación y desarrollo que tenemos en este Instituto, las redes inteligentes es probablemente la más importante. Las smart grids permiten identificar para la red de CFE como empresa dónde le conviene meter fuentes alternas de energía. Sea con inversión propia o mediante una licitación, la CFE tiene control de las fuentes intermitentes que va a tener en cada punto y cuáles son las necesidades de sistemas de compensación, de almacenaje, de filtrado, qué se va a requerir de electrónica avanzada en cada uno de los puntos.

Un uso muy importante que le está dando es la identificación de peculiaridades en el mercado: cómo entran las renovables y los privados. Existe oferta de energía, pero no se puede guardar; o me la consumen en ese instante o se desquicia mi red. Tengo que producir sólo lo que me están comprando. Una de las cosas que dan las redes inteligentes es información fina de cómo está moviéndose el cliente, al que le interesa la relación del mercado, no una persona caritativa.

La CFE comienza a estimarlo, detectarlo e identificar en dónde le conviene invertir, con su doble responsabilidad: abastecer la demanda que le toca por ley y fomentar el desarrollo integral de las regiones. Todos saben que si tuviera un abasto suficientemente económico, de buena calidad y confiable de energía eléctrica, tendría condiciones de desarrollo extraordinarias.

CE: ¿Encuentra algún hueco en el nuevo esquema de la CFE?
JLF: Hay varios. Queda identificada la necesidad de personal técnico, pero no la forma en la que vamos a producirlo. Hablamos, de acuerdo con las declaraciones del secretario y los planes en el Consejo Consultivo que se han publicado, de que necesitamos producir, de aquí a 2018, 135 mil expertos técnicos y técnicos entrenados en cuestiones auxiliares de todas las fuentes de energía, de todos los mecanismos de transmisión y distribución.

Para operar las hidroeléctricas necesitas una especificación internacional de altísimo nivel, hasta para las labores más pequeñas. Producir ese tipo de gente es a lo que estamos obligados y tenemos un mandato legal, pero no está muy claro cómo le vamos a hacer con las escuelas. Es un hueco que nos toca llenar; no podemos esperar a que llegue papá gobierno y nos diga cómo hacerlo.

Como ésa, hay otras labores por hacer en el plano de normativa y del control de calidad. Para eso nos apoyamos mucho en el laboratorio de pruebas y materiales de la CFE, que una de sus posibles misiones es convertirse en un laboratorio de referencia de clase mundial.

CE: En este juego del crecimiento de la industria, la gente de proyectos en baja tensión, ¿cómo puede ser competitiva en este nuevo esquema?, ¿qué papel tendrían que desempeñar?
JLF: En esa parte la capacidad de la CFE está probada con mayor claridad, incluso para los inversionistas extranjeros. En los términos de la Reforma, la CFE se puede apoyar de empresas extranjeras, sobre todo para la distribución, y algunas de ellas, sobre todo europeas, que manejan de manera muy diestra el tema de redes inteligentes para distribución, quieren participar. Se está negociando de qué manera se podría hacer.

Pero hablando de trabajo en campo, se necesita gente que sepa en dónde están las casas, cuál es el hábito de compra de la gente. No va a ser lo mismo en Tacuba que en Tepito o en Temixco; en diferentes lugares vamos a tener diferentes hábitos, diferentes formas de comunicación y de educación para ir transformando la demanda. Eso se puede enfrentar, en parte, con educación y, en parte, con normatividad. Todo esto está por hacerse.

CE: ¿De qué país podríamos aprender en términos de calidad de energía?
JLF: Tenemos mucho que aprender casi de todos los que nos llevan ventaja. Me gusta mucho el caso de Portugal, que desarrolló un mercado eléctrico muy competitivo. Mis amigos portugueses dicen: “ven y copia”, pero México no es Portugal y los portugueses no son como los mexicanos. Una de las grandes riquezas de nuestro país es la diversidad cultural, que no es fácil de encontrar en Europa.

Me gusta mucho la discusión sobre la calidad de la energía que se tiene en Alemania y en Francia, y la participación nuclear. Ellos han rebasado la discusión en el tema nuclear, mientras nosotros no hemos podido ahondar con la calidad que el tema requiere. Aquí, he visto en reuniones de las comunidades que se pelean por temas de mecánicas de suelos; apenas hay un tema más sofisticado en la ingeniería civil que la mecánica de suelos.

Hay que entender que, hablando de las presas, hay mucho que aprender de China, de Uruguay y de muchos países sudamericanos que tienen una gran cantidad de hidroelectricidad. Debemos seguir aprendiendo de manera mucho más intensa, capacitando personal junto con EUA, donde, por cierto, se han atorado muchas cosas que en México queremos desatorar muy aprisa, como el mismo mercado eléctrico. En EUA tienen muchas dificultades que ya rebasaron muchos países europeos. Nosotros podemos ayudarles a desarrollar su mercado.

CE: El año pasado, en EUA, Carlos Pascual presentó el proyecto de una línea de transmisión desde el norte de México hasta Tierra del Fuego. Dijo entonces que era un negocio para EUA. ¿Qué opinión tiene al respecto?
JLF: Es una idea que tiene sus orígenes en una época muy remota; le falta muy poco para identificarse con las épocas de la colonización. En realidad, éste es un mercado potencial. El mercado americano, que empieza en Alaska y termina en Tierra del Fuego, deberíamos de ver cómo explotarlo; no vamos tan mal.

Como decía un economista amigo mío, si uno se asoma a las tierras cercanas a Centroamérica, en Colombia, en Venezuela, en Perú y hasta en Ecuador, se encuentran kilowatt horas generados por CFE y transmitidos de alguna manera por 6 o 7 países centroamericanos. Es un hecho que nos conviene estar interconectados. Tan es así que los mecanismos formales que hemos desarrollado para interconexión entre México y los estados sureños de EUA, en la práctica, se han hecho mucho más aprisa que lo que marca la propia normatividad.

Tenemos muchos más pasos de energía de ida y vuelta que los que tenemos registrados en forma oficial. Esto significa que hay un mercado que nos está empujando de manera muy clara. Me han llamado en un par de ocasiones a platicar con mexicanos y estadunidenses de cómo podemos acelerar ese tránsito hacia una interconexión más clara, donde los estados del norte de México representan un mercado mucho más potente que todo lo que tenemos al sur de la frontera. Tenemos que apurarnos a desarrollar el mercado al sur de la frontera. Tiene mucho mérito pensar en un desarrollo integral continental. México puede jugar un papel muy importante, no sólo por su posición geográfica, sino por su aportación económicas y tecnológica.

CE: Existe el temor, que hemos encontrado entre los medianos empresarios en México, de que un proyecto así les representaría una amenaza, en tanto que vendrían grandes empresas y subcontratarían sus servicios. Este tema lo hemos encontrado incluso en versiones locales de las obras. ¿Es una verdadera amenaza o estamos frente a un tema de falta de capacitación e incluso de agallas?
JLF: Es un poco de todo. Cuando hablamos de los empresarios mexicanos exitosos, que son los que influencian las decisiones, muchos están firmemente identificados con el estado de las cosas, lo que llaman el statu quo; se les coloca con aquellos que se resisten al cambio. Si tengo un negocio que está ganando bien, ya le entendí y estoy en una posición apropiada, ¿para qué cambiar?

Para esto hay una respuesta muy clara: el futuro es diferente, aunque no nos guste. Tenemos comunicaciones mucho más rápidas, tenemos aspiraciones cambiantes mucho más dinámicamente. Es un fenómeno que se vio muy bien con las telecomunicaciones: todos quieren televisión a color y ver en tiempo real las noticias y los partidos de fútbol. Hay una presión tecnológica para que las economías se nivelen y se uniformen en todo el mundo, y la gente más ambiciosa que está fuera de esas empresas quiere que cambien.

Con mayor o menor velocidad, esos cambios ocurrirán y, por lo menos en los próximos años, veremos grandes gigantes que tendrán una parte importante que jugar. Lo que conozco de esas grandes empresas es que no les gusta perder dinero, y a las personas que toman decisiones en ellas les dan bonos por actuación o deficiencia. En mi experiencia, esas empresas están ávidas de servicios locales competitivos. Tenemos que abandonar la noción de que los productos que hacemos son únicamente para consumo regional y empezar a pensar en hacerlos con calidad mundial. No es un tema tecnológico, es social decirle al empresario que va a cambiar radicalmente su negocio pero que tiene la ventaja de competir en un mercado global.

CE: ¿Cómo impacta el crecimiento de la industria eléctrica aspectos de desigualdad social o inseguridad?
JLF: Si partimos de que la base simple de la Reforma y el crecimiento se da de manera asimétrica en el país, la primera conclusión es que esa asimetría puede representar un obstáculo para el crecimiento. Hay gente que compra derechos de vía para especular con ellos. No nada más tendremos que adecuar nuestro marco legal a una situación que no teníamos, sino que tenemos que darle absoluta prioridad al tema social. Las nuevas decisiones de la CFE y lo que tenemos que hacer los mexicanos con el nuevo panorama de energía tendrá que estar muy bien alineado con las expectativas de las sociedades afectadas. Es un reto gigantesco.

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