Impulso para el almacenamiento de energía

Siete países pertenecientes a la Unión Europea han conformado un equipo de investigación y trabajo que pavimente el terreno para la evolución del almacenamiento de energía proveniente de fuentes renovables. Esta vez, antes de fabricar nueva tecnología, el esfuerzo se encamina hacia la creación de normas regulatorias y condiciones propicias para el desarrollo.

El proyecto está abocado a diluir las barreras que impiden el desarrollo de  tecnologías para almacenamiento.

Por Christopher M. García.

Una de las principales preocupaciones de las naciones y los generadores independientes de energía es la pérdida de la electricidad que no se utiliza ni se entrega a la red de energía, ya que la generación de incontables desarrollos supera su demanda total. Por otro lado, los proyectos de energía renovable en puntos remotos representan un caso especial que debe atenderse para integrar de mejor manera su producción a la red eléctrica. Esto se debe, principalmente, a que en las zonas de algunos países que se hallan en sitios donde el suministro eléctrico no llega se ha optado por implementar sistemas de energía alternativa. El problema radica en que mucha de la energía que pueden generar dichos complejos se queda en cautiverio o se pierde.

El proyecto stoRE apunta hacia la creación de facilidades para las ambiciones de los desarrollos de energía renovables, mediante la eliminación de los obstáculos en la cimentación de infraestructura para el almacenamiento de energía. Esta actividad ayuda a alojar porcentajes elevados de energía renovable intermitente, gracias al balance en el suministro y la demanda, y al mejoramiento de la calidad de la energía.

En sí, el proyecto coordinado por WIP Renewable Energies, de Alemania, se encuentra en construcción. Diversas reuniones se llevarán a cabo (la primera tuvo lugar los pasados 1 y 2 de mayo) con el objetivo de establecer los parámetros que más se adecuen a las metas previstas.

Se tiene planeado abocarse a la disolución de las barreras no tecnológicas que impiden la evolución del almacenamiento energético. Para lograrlo, las naciones involucradas (Alemania, España, Irlanda, Grecia, Austria, Dinamarca y Bélgica) crearán las normas regulatorias requeridas y adecuarán las condiciones de mercado para que se ofrezcan incentivos a quienes desarrollen la infraestructura necesaria para el almacenamiento de energía, la cual deberá ser capaz de conectarse a las instalaciones de la red de suministro planeadas.

Las divergencias entre las políticas y las características de las redes eléctricas de cada país se encuentran en proceso de discusión para alcanzar un consenso en lo que respecta a las medidas que habrán de tomarse. Por otro lado, estos países también promoverán la renovación de las políticas actuales propias, de manera que las condiciones sean las más favorables.

Las principales líneas de trabajo que se han marcado en el proyecto consisten en analizar los retos de tipo medioambiental y regulatorio que plantea a nivel europeo, la integración y el uso de sistemas de almacenamiento en general, prestando especial atención a la utilización para bombeo hidráulico y CAES (aire comprimido).

Por otro lado, también se tiene previsto analizar los posibles impactos, ya sean positivos o negativos, que presentan las diversas opciones de almacenamiento de energía sobre el ambiente. Este objetivo se logrará mediante distintas reuniones de evaluación y consenso entre los participantes del proyecto. Tras recopilar la información necesaria, se sostendrá una serie de debates para discutir las políticas y las actividades de comunicación que afiancen la relevancia del proyecto y aseguren que todos los actores principales, así como los principales usuarios, tengan posibilidades de acceder a los desarrollos.

La consecución de todos los objetivos se tiene planeada que finalice para 2020, de modo que las condiciones necesarias queden listas a principios de ese año. Entre las más relevantes, destacan cinco metas. La primera apunta hacia la evaluación total del desempeño ambiental que tienen los sistemas de almacenamiento de energía, con la finalidad de disolver las barreras de regulación ambiental, a la vez que se garantice la total protección del medio.

El siguiente objetivo pretende llevar a cabo una revisión exhaustiva de los diferentes marcos regulatorios existentes en cada nación para establecer las condiciones más propicias que den paso seguro al desarrollo de los nuevos esquemas para el almacenamiento. Lo mismo se hará con un enfoque de conjunto para resolver las probables divergencias y diseñar protocolos de regulación que apliquen a cada uno de los interesados, sin obstruir o ir en contra de sus respectivos métodos normativos.

La cuarta fase tiene como fin involucrar a todos los actores clave en cada país, sobre todo a los encargados del desarrollo de políticas y normativas, de modo que los planes de acción del proyecto stoRE para la reforma regulatoria se lleven a cabo de la mejor manera posible. El objetivo es allanar el camino para que los complejos de almacenamiento cuenten con mayor capacidad y la introducción de fuentes de energía renovable ocurra con sencillez.

Finalmente, pero sin demeritar su alta importancia, se le explicará a cada uno de los interesados y a la población en general el papel que los desarrollos para el almacenaje de energía pueden desempeñar en el futuro sostenible de cada nación.

Situación actual del proyecto
Debido a las diferentes características de cada nación, su potencial de generación mediante renovables varía de forma considerable. En primera instancia, España tiene en la fuerza del viento la tercera mayor potencia de generación, con un total de 36.2 TW/h, la cual cubre 14.5 por ciento de la demanda total del país. La meta de generación del país ibérico busca alcanzar 40 por ciento proveniente de esta fuente. Además, un informe sobre el Sistema de Transmisión español señala que para 2014 España no podría emplear la totalidad de la energía generada por fuentes renovables y 2 por ciento se desperdiciaría.

En lo que respecta a Alemania, las renovables contribuyen con 17 por ciento de la energía de consumo, de la cual, la eólica aporta poco más de seis por ciento. Su objetivo es lograr que 30 por ciento de la demanda se cubra con fuentes renovables para 2020. La nación presenta algunos problemas, debido a que ya existe una gran cantidad de energía proveniente de fuentes eólicas en la red.

El caso de Dinamarca es especial, pues se considera la nación con mayor capacidad de generación proveniente del viento. Hasta fechas recientes, su porcentaje de generación ascendía a 20 por ciento y su objetivo para 2030 ambiciona el 50 por ciento de la demanda total. Durante los últimos ocho años, la parte Occidental y Oriental del país presentaron 57 y 45 por ciento de energía no utilizada, respectivamente, por lo que tuvo que exportarse.

El área del Mar Egeo cuenta con características sumamente propicias para la generación eólica, debido a su potencial de viento. No obstante, la penetración en las redes independientes de las islas es muy limitada. Los últimos reportes calculaban la generación total por fuentes eólicas en 10 por ciento, mientras que el total estimado para las islas independientes asciende a 14 por ciento.

Austria depende de la generación hidroeléctrica para la producción de 55 por ciento del suministro total, con una capacidad instalada de 11 mil 853 MW. Su capacidad eólica ronda los 1 mil MW y se proyectan otros 700 para 2015. Según el APG-Masterplan 2020, la Red de Transmisión austriaca estima que la capacidad de transmisión para 2020 será de 5 mil 500 MW, provenientes de PHS (Pumped Hydroelectric Storage).

En el caso de Irlanda, su potencial de energía eólica es uno de los más efectivos en toda Europa. A pesar de que la producción mediante la fuerza del viento actual es baja si se le compara con otros sistemas, el Gobierno de Irlanda se ha fijado como meta aumentar 40 por ciento la generación total de energía eólica para 2020. Si dicho objetivo se lograra, 33 por ciento del suministro provendría de la fuerza del viento y el resto de la hidroeléctrica y la generación por biomasa. Por tanto, las estimaciones señalan que es altamente probable que la demanda eléctrica sea, en el futuro, asumida por la generación eólica. Hasta el momento, ya se tiene planeada una inversión de 4 billones de euros hasta 2025, lo que incluirá la capacidad de interconexión adicional con Irlanda del Norte y con Gales.

El escenario que los estudios y las diferentes estimaciones están poniendo ante los ojos de los desarrolladores y los principales involucrados en el proyecto de almacenamiento es sumamente alentador, puesto que los grandes huecos o la ausencia de energía que se suscita en algunos países será finalmente eliminada, brindando mayor bienestar y seguridad a los habitantes de la Unión Europea. Aunque el proyecto apenas se encuentra en su fase inicial, las diversas reuniones sostenidas y los acuerdos exhortan a buscar las mejoras necesarias para que los desarrollos para el almacenamiento de energía se realicen sobre las bases más óptimas.

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