Iluminación de calidad
Brindar luz artificial a un espacio es un procedimiento que debe contemplar diversos aspectos para que resulte favorable y no interfiera con los ciclos de plantas y animales, ni con las necesidades de visibilidad que precisan los seres humanos.
Por Christopher M. García.
La luz es la parte de la radiación electromagnética, llamada visible, comprendida entre las longitudes de onda de 380 a 780 nm, que el ojo humano puede percibir. Fuera del rango visible, el ojo humano es ciego.
La luz artificial de calidad proyecta todos los colores del arcoíris, excepto el violeta. El ojo humano se siente incómodo cuando recibe luz que contiene este color. Es necesario protegerlo de esta radiación.
Decimos que la luz artificial es de calidad cuando únicamente contiene la radiación visible, aunque no toda, sino únicamente la formada por la mezcla de los colores añil, azul, verde, amarillo, naranja y rojo. Técnicamente, la luz de calidad es la radiación electromagnética del rango visible, que sólo contiene longitudes de onda entre los 440 y los 780 nm.
No toda la radiación que emite una lámpara es luz, también puede emitir otro tipo de radiaciones: radiación ultravioleta, radiación infrarroja. El espectro electromagnético de emisión de una lámpara nos permite valorar la calidad de la luz que emite. Cuando una lámpara emite radiaciones violetas y ultravioletas, se dice que la luz está contaminada.
Las emisiones en el espectro ultravioleta, además de ser inútiles para la vista, son radiaciones de gran energía y amplio alcance, que perjudican el ojo humano. Asimismo, las emisiones de radiación ultravioleta y violeta producen un importante impacto ambiental que altera de manera significativa el ciclo vital de algunos animales y plantas sensibles a este rango espectral.
Iluminar un lugar precisa que el flujo luminoso sea correcto, pues tanto la sub-iluminación como sobre-iluminación son características que deben estar ausentes del sitio. Esto se debe a que cada una de las actividades que se realizan a lo largo del día y de la noche requiere una cantidad de luz determinada; por ejemplo, para leer se necesita un monto de luz diferente del que es necesario para pasear. De la misma manera, iluminar un espacio para poder distinguir los objetos que hay precisará un flujo luminoso distinto del que se requiere para las vialidades. Utilizar la cantidad de luz necesaria contribuye a crear ambientes agradables.
Al igual que la cantidad de luz, la dirección de ésta es sumamente importante para lograr una iluminación de calidad. Si la luz emitida se proyecta sobre objetos o sitios que no la precisan, se estará desperdiciando iluminación que podría aprovecharse en sitios donde se requiere. Por tal motivo, la pantalla debe dirigir la luz hacia la zona que desea iluminarse, de manera que toda la luz emitida se aproveche plenamente. Es preciso evitar iluminar los espacios naturales, el cielo nocturno, etcétera. Si la luz se dirige únicamente hacia donde es necesaria, es fácilmente observable que con la misma lámpara se puede obtener más luz donde realmente hace falta.
Uno de los problemas que se presentan con mayor frecuencia cuando se emite mayor cantidad de luz que la necesaria es el deslumbramiento. Éste se produce no sólo cuando la luz es excesiva o se encuentra mal dirigida, también cuando la luz está contaminada. El deslumbramiento puede provocar confusión, malestar, incapacidad de distinguir objetos e incluso momentos de ceguera. Si se utiliza luz de calidad en la cantidad precisa y se dirige correctamente, es sencillo evitar el deslumbramiento.
En términos generales, se dice que un deslumbramiento se produce cuando el observador es expuesto a una luminancia muy superior a la que su retina estaba previamente adaptada. Existen dos formas de deslumbramiento, dependiendo de sus características:
- Atendiendo al origen
- Directo. Se produce cuando la persona mira directamente a la fuente del problema
- Indirecto o reflejo. Ocurre cuando la fuente del problema se proyecta en la retina a través de una superficie reflectante
- Atendiendo a las consecuencias
- Discapacitantes. Suponen una reducción en la capacidad del sistema visual
- Disconfortantes. Producen molestias o malestar
En el segundo caso, la distinción dicapacidad-disconfort no implica incompatibilidad dentro de las categorías. Todos los deslumbramientos incapacitantes son disconfortantes, aunque no siempre a la inversa.
Deslumbramiento directo
El riesgo del deslumbramiento directo aumenta con el crecimiento en la luminancia y en el tamaño proyectado de la fuente. Por el contrario, disminuye con el incremento en la luminancia del fondo y con la excentricidad en la posición de la fuente respecto de la línea de la mirada.
Para luchar contra el deslumbramiento es posible hacer que el numerador decrezca o el denominador aumente. La Comisión Interinstitucional de Enfermería (CIE) propone el Índice de Deslumbramiento Unificado (UGR, por sus siglas en inglés) para evaluar conjuntamente el efecto de estas cuatro variables, considerando las distintas fuentes de deslumbramiento que puedan operar conjuntamente en un entorno. Los valores van desde 7 hasta 28 UGR; es decir, desde lo imperceptible a lo casi tolerable.
Para lograr una iluminación de calidad, se determina la condición concreta para un trabajo; con base en ello, se calcula cuál es el mejor nivel de luminancia que sea tolerable a los ojos del trabajador. Si la cantidad se encuentra por encima, quiere decir que el límite se ha sobrepasado y la luminancia es incorrecta; por otro lado, si está por debajo, dado que está dentro del nivel tolerable por el observador, es correcta.
Por otra parte, dependiendo de dónde esté colocada la fuente de luz dentro de la luminaria, el deslumbramiento presentará características diferentes. Lo más conveniente es que la fuente se coloque lo más dentro posible de la luminaria, de modo que no deslumbre (siempre hasta un cierto límite).
El ángulo de ocultamiento se forma por la horizontal que pasa por la abertura de la lámpara y la línea de su extremo brillante. Entre más complicada sea la tarea por realizar, los ángulos de ocultamiento deberán ser mayores; si la tarea es más sencilla, el ángulo puede ser más reducido.
Deslumbramiento indirecto
En este caso, el deslumbramiento responde a las condiciones reflejantes de las superficies. Puede haber dos tipos de superficies. Pulida, en cuyo caso toda la luz se reflejará en una sola dirección (este experimento es imposible hacerlo en la realidad porque no es posible hacer un haz de luz tan fino). Cuando la superficie es mate, toda la luz es reflejada en la misma cantidad y en todas direcciones. Los reflejos en este caso no son importantes.
Para evitar que se presente el deslumbramiento, lo más recomendable son las superficies mate; en caso contrario, lo apropiado es que la luz venga de todas las direcciones posibles, de manera que la superficie refleje también en todas direcciones. El uso de superficies pulidas y de luminarias localizadas fomenta la aparición de deslumbramientos indirectos.
Eficiencia de la iluminación
En general, el mayor beneficio que brinda la iluminación artificial es que, a lo largo de la noche, cuando la luz natural decrece considerablemente, las personas pueden servirse de ella para continuar con sus actividades. No obstante, la eficiencia de la iluminación abarca tanto un nivel adecuado, como su ausencia cuando ya no hace falta. En los sitios donde la luz artificial deja de ser necesaria, es preciso apagar las fuentes de luz, ya que nadie la aprovecha. A menudo las luces se mantienen encendidas, con lo que se desperdicia la iluminación, sin mencionar el gasto energético que propicia.
Por otro lado, se denomina luz intrusa a la luz artificial que invade un espacio que no le corresponde. Cuando una fuente de iluminación se enciende para permitir que los objetos y rasgos de un espacio sean visibles, se debe tener el cuidado de iluminar únicamente el espacio que se necesita. La luz intrusa debe ser nula.
El respeto del ciclo día-noche es fundamental para el equilibrio psicológico de las personas. Si la luz entra dentro de una casa, sus habitantes encontrarán problemas para descansar. Por la noche, la iluminación debe hacer que el ambiente sea agradable y acogedor, de modo que las personas estén relajadas.
De la misma manera, el respeto del ciclo día-noche para los animales puede suponer el éxito de la supervivencia de muchos de ellos. Cuando la claridad natural de la noche se rompe, los animales sufren desorientación y algún eslabón de la cadena trófica puede verse afectado. La luz modifica la conducta de los animales, altera la reproducción de algunos insectos y afecta a la polinización de las plantas.
Por tales motivos, durante la noche se deben establecer niveles de iluminación que sean convenientes para realizar las tareas pretendidas, sin reproducir las condiciones de claridad que se presentan durante el día.
La iluminación exterior de calidad logra que el ojo humano perciba correctamente los objetos, sin perjudicar a las personas ni al medioambiente. Recordar cuatro aspectos básicos puede resultar benéfico para que los niveles de iluminación se establezcan en los parámetros adecuados: colocar lámparas de luz cálida, evitar iluminar más de la cuenta, orientar la luz hacia donde sea requerida y apagar las fuentes de luz cuando ya no sean necesarias.
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