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¿Olvidarse de la nuclear? La disyuntiva tras Fukushima

Tras la catástrofe nuclear de hace tres años, el sector energético japonés se paralizó; sin embargo, se pretende poner en marcha dos reactores en Kagoshima para 2015. En medio de posturas encontradas, la energía nuclear parece representar la única opción para que la nación se mantenga competitiva.

Por Antonia Tapia

Japón, considerada la tercera economía del mundo, cuenta con pocos recursos naturales. Importa de Medio Oriente 85 % del petróleo que consume y 25 % de gas natural licuado. Su geografía es accidentada y su población asciende a 123.7 millones de habitantes. En consumo de energía primaria en el mercado global, se ubica entre los cuatro primeros lugares, luego de EUA, China y Rusia.

Tras el incidente atómico acontecido en marzo de 2011 en la planta nuclear de Fukushima Dai-ichi, la confianza de la población en la seguridad nuclear se vio severamente cuestionada y el apoyo a este tipo de energía decayó de manera considerable. Antes de la catástrofe, 52 por ciento de la población japonesa aprobaba la energía nuclear; luego del suceso, el porcentaje disminuyó a 39. En la actualidad, más de la mitad de los nipones se opone a su utilización.

A casi cuatro años de Fukushima, ¿qué impacto tuvo la catástrofe nuclear en la matriz energética del país? y ¿cuáles son las distintas posturas sobre el futuro energético de Japón?

PrintAntes de Fukushima
A mediados de la década de 1950, Japón, al igual que muchos países, comenzó su interés por el desarrollo de la energía atómica. En la década de 1960, con el apoyo de EUA, inició la etapa de adopción de este tipo de energía. Como resultado, se construyeron centrales nucleares en distintos puntos del país y se incorporó la energía nuclear dentro su matriz energética.

La crisis petrolera y la vulnerabilidad energética de la década de 1970 facilitaron el contexto para que el país del Sol Naciente adoptara progresivamente esta fuente de energía, convirtiéndose con el paso de las décadas en uno de sus mayores productores.

Antes del incidente en Fukushima, 30 por ciento de la electricidad generada en Japón provenía de la energía nuclear, la cual, según lo proyectado por la Agencia Japonesa de Energía Atómica (JAEA, por sus siglas en inglés), se incrementaría a 40 por ciento para 2017. Este aumento, según el gobierno, habría contribuido a disminuir 54 por ciento las emisiones de CO2 para el año 2050; sin embargo, los planes se paralizaron debido al terremoto y posterior tsunami que golpeó la costa este del país en marzo de 2011.

La catástrofe natural causó graves daños en la Central Nuclear Fukushima Dai-ichi, provocando uno de los incidentes nucleares más graves de la historia, luego de la explosión de Chernóbil, que tuvo lugar en Ucrania, en 1986. El resultado: graves consecuencias sobre la salud de las personas que habitaban en pueblos cercanos a la central nuclear, un daño ambiental irreparable y sucesivos escapes de radiación que, según denuncian los ambientalistas, aún no han sido controlados.

Después de Fukushima
El impacto macroeconómico de no tener energía atómica en Japón ha implicado un aumento en el uso de combustibles fósiles. Este incremento dispara el deterioro medioambiental y una gran preocupación sobre el calentamiento global derivado; además, pone en jaque la eficiencia económica, pues en Japón la energía nuclear es menos costosa.

De acuerdo con documentos publicados por la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA, por sus siglas en inglés), a raíz de lo sucedido, el Comité para la Investigación y Verificación para el Incidente Nuclear determinó una serie de medidas en caso de desastres nucleares. Entre ellas, se destacan la elaboración de protocolos en concordancia con los criterios de seguridad internacionales, promover la investigación continua, generar actividades informativas y prevenir la contaminación.

Japón ha hecho lo que está a su alcance para recuperar la confianza en la seguridad nuclear. En ese sentido, según el estudio Política Energética en Japón. Cambios después de Fukushima, publicado por el Instituto de Energía Económica (IEE, por sus siglas en inglés), se debe reducir el riesgo de reincidencia con base en tres puntos:

  • Mejorar las medidas en caso de accidentes severos y aislamiento de la estación y restablecer sólo las plantas donde se han aplicado las medidas de seguridad correspondientes; el progreso continuo del marco regulatorio de seguridad y mejoras en la idea de que la seguridad absoluta es imposible
  • Asegurar la independencia de la Autoridad Reguladora Nuclear y reforzar el equipo físico y operativo en respuesta a la implementación de inspecciones y regulaciones más estrictas
  • Implementar verificación en seguridad mutua bajo un esquema de cooperación internacional, que garantice el cumplimiento de las normas según estándares internacionales. Realizar vigilancia mutua y compartir información en cuanto a mejores prácticas con EUA y Francia

Print46 % de la población japonesa actual está en contra del uso de la energía nuclear como fuente de generación, según un estudio realizado por el Instituto de Energía Económica

Diferentes posturas
El uso de la energía nuclear desata controversia. Alrededor del mundo, existen diferentes posturas respecto de su utilización. Países como EUA, Francia, Rusia, Corea y China promueven el empleo de este tipo energía, mientras que Alemania e Italia han manifestado que eliminarán la energía nuclear de su matriz energética en breve. Por otro lado, Reino Unido y Suecia admiten su empleo según ciertos criterios: el primero, en materia de seguridad mundial, y Suecia, como fuente generadora de electricidad.

En Japón, de acuerdo con información del documento del IEE, existen cuatro posturas fundamentales en discusión sobre el futuro energético del país. La primera opción implica una matriz energética sin necesidad de energía atómica, la cual tendría 35 por ciento de energías renovables y 50 por ciento de energía basada en petróleo; con este esquema, las emisiones de CO2 serían 16 por ciento menores a los niveles de 1990.

La segunda propuesta se basa en 15 por ciento de energía atómica; 30 por ciento de energías renovables, y 40 de energía proveniente de combustibles fósiles. En este esquema, las emisiones de CO2 se reducirían en 23 por ciento.

La tercera opción tendría entre 20 y 25 por ciento de energía atómica; de 25 a 30 por ciento de energías renovables y 25 por ciento derivado de fuentes fósiles; las emisiones de CO2, en este caso, se reducirían en 23 por ciento.

Existe una cuarta opción basada en establecer una matriz más conveniente para los consumidores. Esta propuesta integraría 35 por ciento de energía atómica, 25 por ciento de energías renovables y 25 por ciento de energía por fuentes fósiles; las emisiones de CO2 representarían 28 por ciento menos que las generadas en 1990. Las cuatro opciones consideran 15 por ciento de cogeneración de energía con otros países.

PrintSegún explica el documento, diversas encuestas de opinión afirman que las opciones uno y dos son las que más respaldo han obtenido de la gente. El estudio también subraya que tras haber informado a la sociedad sobre los pros y contras de la energía nuclear se hizo un nuevo estudio que arrojó datos elocuentes: 46 por ciento se decantaba por la primera opción, rechazando el uso de la energía atómica.

Los empresarios, en cambio, no están de acuerdo con la primera opción que elimina el uso de la energía nuclear. Según sus apreciaciones, una matriz energética que no tenga energía atómica implicaría un decrecimiento de 70 por ciento en la competitividad de Japón hacia el extranjero y el empleo se reduciría en 57 por ciento. Mientras tanto, en la tercera opción (inclusión de 20 a 25 por ciento de energía atómica), sólo se perdería 20 por ciento de competitividad y 21 por ciento de empleos.

Por otro lado, en la Estrategia Innovadora de Energía y Medio Ambiente realizada por el Consejo de Energía y Medio Ambiente se propusieron tres pilares fundamentales: creación de una sociedad independiente de energía nuclear lo más rápidamente posible, implementación de una revolución verde y un suministro estable de energía.

Aunque esta estrategia, promovida por el Partido Democrático de Japón en 2012, fue aprobada por el gabinete con ciertas contradicciones, se afirmó que se iba a abandonar el uso de la energía nuclear, pero se acordó respetar la edad útil de algunas centrales por 40 años. De igual modo, se autorizó la reapertura de aquellas centrales que tienen el visto bueno de la Comisión Reguladora Nuclear.

En cuanto a las energías limpias, según lo aprobado, a la matriz energética se sumarán progresivamente fuentes de energía renovable, como geotérmica y solar, siendo la última una de sus grandes apuestas.

En las últimas semanas, pese a la resistencia de la sociedad nipona al uso de la energía nuclear, el Primer Ministro japonés, Shinzo Abe, ha optado por reavivar la industria energética al anunciar la reactivación, para el próximo año, de dos reactores en la planta nuclear de Sendai.

La decisión, fuertemente cuestionada por la sociedad, se fundamenta en motivos económicos: 2013 registró un déficit en las cuentas del estado japonés a raíz de las importaciones de petróleo, las cuales presentaron un índice considerablemente elevado.
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