El dueño de obra y los especialistas de la construcción
Por Felipe de Lascurain
En el desarrollo de cualquier tipo de proyecto de construcción, el cliente, por lo general, carece de los conocimientos suficientes en los diferentes ramos involucrados, sea construcción civil, ingeniería en cualquiera de sus especialidades, arquitectura o alguna otra especialidad del ámbito de la construcción para encargarse de verificar que el proyecto se lleve a cabo de manera adecuada en todos sus detalles. En otras palabras, el cliente sencillamente posee un terreno, en el cual ha decidido llevar a cabo el desarrollo de un proyecto, de manera personal, vía una asociación, mediante créditos, préstamos, entre otros mecanismos.
Para que se realice una obra cuando el cliente no cuenta con conocimientos de esta índole, éste, en el mejor de los casos, tendrá que contratar a una persona de su entera confianza, que cuente con la capacidad y los conocimientos suficientes para determinar, en un momento dado, si la obra respeta las exigencias establecidas en cada uno de los ámbitos involucrados en el proyecto y si se está cumpliendo con el objetivo del contrato.
Hoy en día, en México, en los contratos de obra que prevalecen, los contratistas, constructores o líderes de proyecto, que contratan a otras empresas del ramo para que lleven, cada una de ellas, parte de la obra, tienen la facultad y el derecho de revisar si los trabajos se están haciendo según el contrato. Además, revisan si en los mismos proyectos se están utilizando los materiales que se solicitaron.
A pesar de que esto sea posible y de que, en última instancia, el contratista líder del proyecto deberá responder ante el cliente si surge cualquier anomalía en el proyecto derivado de las obras de las distintas especialidades, el cliente tiene el derecho y la facultad, tenga o no tenga conocimientos sobre las especialidades vinculadas, de contratar a quienes sean capaces de realizar la supervisión de los trabajos o sugerir la recisión del contrato cuando lo consideren necesario.
No conozco a algún cliente que sin ser ingeniero, eléctrico o de cualquier especialidad de las que hoy en día requiere la industria de la construcción, intente reclamar a uno de sus contratistas que el trabajo encomendado está hecho de manera inadecuada. En gran medida, esto se debe a que, si bien pueden detectar errores en las obras, carecen de los argumentos necesarios para un reclamo adecuado y para exigir que se enmiende. Es por ello que los dueños de las obras encargan esta labor a quienes contratan, generalmente gente responsable frente a ellos y los intermediarios, para que la obra se lleve a cabo de manera correcta.
Es cierto, prudente y necesario que los dueños de los predios y de las obras exijan a quienes han contratado para supervisar sus proyectos que verifiquen de manera sistemática el trabajo que se está realizando. Todos debemos abocarnos a la actividad para la cual estamos preparados. El dueño del terreno, que no es ingeniero, tendrá que contratar ingenieros que puedan concluir una obra de acuerdo a lo que solicitó y contratar a alguien que vele por sus intereses, con el respaldo de conocimiento preciso y puntual.
AUTOR
Felipe de Lascurain es licenciado en Derecho, egresado de la Universidad Iberoamericana. A lo largo de su carrera ha adquirido una amplia experiencia en la asesoría a empresas dedicadas al ramo financiero, de seguros, inmobiliario y construcción, tanto en su planeación como en su parte corporativa y legal.