Cerca, la expansión del auto eléctrico en México
La infraestructura necesaria para el uso de vehículos eléctricos ya existe y es rentable. En México, no obstante, la penetración tecnológica ha sido lenta, a pesar de que la academia y la industria han tratado de impulsarla desde sus respectivos ramos. Más que un sueño tecnológico, el automóvil eléctrico podría convertirse en un alivio para la dependencia de combustibles y para reducir la contaminación ambiental derivada de la combustión. ¿Qué hace falta?
Por Karemm Danel / Bruno Martínez, fotografía
La industria automotriz es de las más pujantes del mundo. En México solamente, según la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), se fabricaron 292 mil 721 unidades en agosto de 2015, se exportaron 234 mil 668 y se vendieron al público 112 mil 38 automóviles. Entre los países fabricantes de vehículos, México se ubica en el séptimo lugar mundial y el primero en Latinoamérica, según datos de la Secretaría de Economía.
Sin embargo, uno de los inconvenientes de la producción automovilística de gran magnitud son los problemas relacionados con la contaminación del aire y del medioambiente, así como los problemas de movilidad. En el primer punto, de acuerdo con un estudio publicado en fechas pasadas por el Clen Air Institute, México se encuentra entre los países latinoamericanos con mayor número de muertes causadas por la contaminación que generan los automóviles de combustión, pues, afirma, se registran 15 mil muertes al año relacionadas con esta causa, según cifras de la Organización Mundial de la Salud.
Diversas iniciativas se han echado a andar para contrarrestar los efectos de la contaminación del aire, como el programa “Hoy no circula”, la promoción del uso de la bicicleta y las mejoras en la oferta del transporte público. Sin embargo, en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2016, la inversión relacionada con alternativas de movilidad eficientes es mínima, mientras que la industria automotriz sigue en pleno auge.
Entre las opciones viables que se han explorado desde hace tiempo se encuentra el automóvil eléctrico. Hace algunos meses, la Comisión Federal de Electricidad y la AMIA firmaron un convenio de colaboración para impulsar el uso de automóviles eléctricos e híbridos, así como del establecimiento de electrolineras (estaciones de recarga para este tipo de vehículos), ya que en México únicamente existen 200 autos de este tipo.
El impulso desde la academia
Si bien a nivel gobierno sólo hasta fechas recientes las iniciativas por impulsar dicha tecnología han tomado mayor fuerza en México, para el Instituto de Ingeniería (IIngen) de la UNAM, la idea de trabajar con este tipo de tecnologías lleva prácticamente dos décadas de trabajo con el desarrollo de vehículos eléctricos. De acuerdo con el ingeniero Germán Carmona Paredes, académico del IIngen y responsable del Laboratorio de Vehículos Eléctricos, en 1996 el IIngen construyó un minibús eléctrico que funcionó más como un laboratorio en el que probaron distintos sistemas eléctricos y mecánicos.
De ahí surgieron un sinfín de proyectos, con los que comenzó a observarse claramente la necesidad, tanto a nivel nacional como internacional, de contar con estaciones de recarga. “En mi caso, que he utilizado un auto eléctrico por más de 15 años, tuve que poner mi estación de recarga, en la UNAM y en casa, con las características particulares para mi vehículo, aunque sin ninguna normatividad, excepto en los diseños y cálculos técnicos adecuados para que todo estuviera protegido; sin embargo, a nivel internacional, se comenzó a trabajar con la normatividad y así se creó la infraestructura de recarga”, expresa.
En este tenor, la UNAM inauguró en meses pasados su primera estación de recarga para automóviles eléctricos e híbridos, la cual se localiza en el edificio 12 del IIngen. Ésta tiene una capacidad de 7 kilowatts, lo que se traduce en la posibilidad de cargar un vehículo en un lapso de entre tres y media y cuatro horas; en otras palabras, “por cada hora de recarga, se recuperan de 25 a 30 kilómetros de autonomía en un vehículo”, explica el ingeniero Carmona.
Una de las características sobresalientes, que instalaron en conjunto con BMW, es que no representa costo para los usuarios. “Puede venir cualquier persona; el vigilante tiene la orden de que si llega un vehículo, lo deje pasar y lo guíe hacia el lugar”.
El especialista del IIngen resalta que la operación de la estación es bastante sencilla en comparación con una gasolinería: “Únicamente se conecta a la toma del vehículo y el resto lo hacen entre el controlador y la estación”. Abunda que, en términos de seguridad, “la normatividad exige la comunicación entre la electrónica que está dentro del vehículo y la que se encuentra al interior de la estación de recarga, de manera que, al conectarlo, no hay energía eléctrica; es decir, no hay riesgo de descargas eléctricas. Las capacidades de ambos se entienden, por lo que uno no le demanda más al otro, característica que forma parte de los protocolos de comunicación por cuestión de seguridad”.
Al respecto, aclara que es necesario revisar que el conector corresponda al que se encuentra instalado en el automóvil, lo cual no debe ser un problema en los modelos actuales, a diferencia de los antiguos, en los que la gente solía usar el que más le convenía. “El Volkswagen que modifiqué hace 18 años, por ejemplo, no contaba con el conector adecuado, así que tuve que comprarlo y colocarle un circuito especial para la comunicación. Fuera de eso, la seguridad está garantizada desde el punto de vista técnico. No hay riesgo si se encuentra mojado y la manija para conectarla es de plástico”. Además, comenta que, al encontrarse a la intemperie, el mantenimiento consiste únicamente en la limpieza de la estación de recarga.
¿A cuánto equivale la inversión?
Para las estaciones de recarga sencillas, la inversión es muy baja, asegura Carmona, aunque si se trata de las que se encuentran en los centros comerciales es necesario poner el cableado y el mueble que, según el tipo, tiene un precio de entre ocho y 10 mil pesos, pudiendo alcanzar hasta 50 o 60 mil, porque tienen un anillo de luz y son programables.
Respecto de la instalación de la infraestructura eléctrica y los costos del cableado, afirma que en promedio se necesita una inversión aproximada de cinco y seis mil pesos, máximo 10 mil, lo que resulta realmente bajo. “Hay que aclarar que no es necesario instalar una estación en tu casa; hacerlo significa que puedes cargar más rápido tu vehículo, pero también es posible conectarlo al enchufe de ella; lo único que sucede es que la recarga es más lenta para proteger la instalación”.
Señala que el retorno de inversión del vehículo resulta económicamente rentable a cuatro o cinco años, considerando, incluso, factores como la contaminación, los costos de salud por enfermedades de vías respiratorias e incluso la verificación vehicular.
El reto del acceso al público
Cabe resaltar, explica, que para que el vehículo eléctrico sea un éxito desde el punto de vista comercial se requiere de las estaciones de recarga. “Así como hoy en día precisamos de las gasolinerías, las cuales, finalmente, son mucho más necesarias, porque con los vehículos eléctricos las capacidades de recorrido se reducen, una característica que asusta a la gente, debido a la creencia de que la carga no alcanzará. Entonces, la estrategia es implementar la infraestructura necesaria. Una vez que eres usuario de este tipo de autos, te das cuenta de que su uso principal es en ciudad y que los recorridos son cortos, en promedio, de 40 kilómetros. Por supuesto, habrá quien recorra más o menos distancia, pero su autonomía es suficiente”, asegura.
Ante ello, se busca que los puntos de recarga permitan erradicar ese temor y que el usuario pueda conectarse sin problema cuando lo necesite. Cuando se acude al supermercado, ejemplifica el ingeniero, “rara vez tardas menos de una hora, lapso en el que se pueden recuperar de 25 a 30 km con una estación de recarga sencilla, como la de la UNAM. Claro que con las de mayor capacidad es posible que en una hora se recuperen hasta 80 km, pero la infraestructura eléctrica es más grande y costosa”.
Este cambio de hábitos de los consumidores y usuarios se vería reflejado en una movilidad sustentable. Pero el ingeniero Carmona explica que fabricantes como BMW y Nissan han instalado casi todas sus estaciones de recarga en centros comerciales y en sus propias agencias; es decir, en espacios privados, por lo que uno de los retos es comenzar a instalar estaciones de recarga de acceso público, para lo cual se necesitan permisos del gobierno, en los que ya se está trabajando.
“Al interior de la UNAM, estoy tratando de incentivar la instalación de las estaciones de recarga para vehículos eléctricos; sin embargo, también se trata de entablar comunicación con otras instancias.
La impresión que tuvieron las autoridades del IIngen con la propuesta de la primera estación fue de una infraestructura tan grande como la de una gasolinería, cuando se trata únicamente de un circuito y un mueble pequeño que se puede colocar junto a un lugar de estacionamiento, no se necesita algo grande. En ese proceso, BMW me apoyó con fotografías, a fin de mostrar de qué se trataba realmente. Todo comienza desde el momento en que se da a conocer el proyecto y se explica. Lo que viene a continuación es que para las próximas estaciones el proceso sea más fácil; incluso que se lleven a otras partes de la Ciudad de México, pero en espacios públicos”, concluye.