La ambigua situación del auto eléctrico en México
La búsqueda de reducir los gases contaminantes es tema y obligación de diferentes sectores; uno de ellos, sin duda, el sector automotriz. En México, aunque la legislación y la iniciativa privada han conjugado esfuerzos para promover el auto eléctrico como una alternativa de movilidad, su proliferación masiva luce distante
Por Ángel Martínez / Jorge Monroy, fotoarte
Según una nota difundida por la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA), se espera que para 2020 las armadoras automotrices incrementen su línea de producción en cuanto a automóviles eléctricos, híbridos e híbridos enchufables por lo menos en 15 por ciento; es decir, un total de 9.5 millones de unidades.
Esta cifra, no obstante, parece poco realista si se considera que su expansión depende, en gran medida, del grado de consciencia que los gobiernos tomen en los temas del cuidado al medioambiente y las emisiones de gases contaminantes. En México, por ejemplo, hasta el año pasado, tan sólo se contabilizaba en circulación un 1 por ciento del total de carros eléctricos en el mundo, alrededor de 500 mil.
En este sentido, aunque ha habido participación conjunta de organizaciones privadas y estatales por promover el uso de automóviles con motores que no sean de combustión o, en todo caso, que cuenten con una alternativa de sistema, pareciera que el uso extendido de éstos tendrá que esperar un tiempo todavía.
La energía como estandarte
Uno de los pocos alientos lo ofrece la armadora Tesla Motors, cuya única línea de producción está enfocada en los automóviles totalmente eléctricos; incluso, cuenta ya con una sede en la Ciudad de México. Desde su concepción en 2003 en Estados Unidos, la empresa tuvo como propósito demostrar que “las unidades eléctricas eran mejores que las tradicionales de gasolina”.
¿Cómo hacer esto posible? Según estimaciones de Tesla, en un automóvil sedán se invierten alrededor de 27 mil pesos anuales en consumo de gasolina. En comparación, un automóvil de última tecnología (de esta marca) consume cinco veces menos energía. Asimismo, la compañía promete un costo promedio de 2.6 pesos por kWh frente a los 14 pesos promedio por litro de gasolina Premium, durante un lapso de cinco años. Esto para el caso de sus unidades, considerando un promedio de 10.5 litros por cada 100 kilómetros que consumiría un automóvil de combustión interna.
Asimismo, Tesla Motors también ha desarrollado un concepto global en la dinámica de atención a sus unidades, en respuesta a la poca oferta de electrolineras (más evidente en nuestro país), de suerte que ofrece la instalación de unidades de almacenamiento de energía, llamada Powerwall, la cual destaca por ocupar la energía solar, a través de paneles solares, para el mantenimiento de la unidad. Ello significa que, como una atención extra, el usuario tiene la opción de cargar su automóvil mediante energía limpia.
Otro rasgo significativo se vincula con los esfuerzos que Tesla ha implementado, según se lee en el portal de la propia compañía, por hacer de las pilas de litio una parte más económica en el gasto de la inversión, con miras a tener un producto accesible para el mercado masivo. Junto con la empresa Panasonic, destaca la construcción de una “Gigafactory”, en Estados Unidos, con la cual se espera que para 2020 produzca más celdas de iones de litio que toda la producción de 2013. “Lo que ayuda a mejorar la solidez de la red eléctrica, reducir los costos energéticos para empresas y hogares y ofrecer una fuente de alimentación de respaldo”, se lee en el mismo sitio.
A la par, marcas como Nissan, BMW y hasta Porsche han incluido en sus líneas de producción autos eléctricos. Las dos primeras han ido un poco más allá, impulsando el abastecimiento de electrolineras al país, en un trabajo conjunto con otras compañías y entes públicos. Caso concreto es la alianza que éstas mantienen para que los usuarios de Nissan puedan recargar sus vehículos en las electrolineras ChargeNow, proyecto del que BMW es participante activo.
¿Es mejor un auto eléctrico?
La legislación mexicana no ha sido indiferente sobre el tema de los autos. Por ejemplo, en la Ley de Ingresos de la Federación para el Ejercicio 2016 se estableció, en su inciso B, fracción I, la exención del pago del impuesto a automóviles nuevos a aquellos “cuya propulsión sea a través de baterías eléctricas recargables, así como de aquéllos eléctricos que además cuenten con motor de combustión interna o con motor accionado por hidrógeno”.
De igual manera, este tipo de automóviles está exento del pago de tenencia vehicular en prácticamente todo el país, del programa de Verificación Ambiental, además de contar con un engomado “E” para facilitar su identificación. En adición, se tiene noticia de que la Ley de Movilidad de la Ciudad de México trabaja en el desarrollo de emplacamiento diferente para la identificación de los vehículos.
Asimismo, en un documento difundido por ChargeNow, la CFE destaca los compromisos adquiridos y la manera de incentivar el uso de carros eléctricos. Menciona, por ejemplo, que un usuario 01 (consumidor doméstico) no cambia de tarifa por el hecho de contar con un cargador para su unidad en casa. El programa sugiere, no obstante, la colocación de un medidor independiente, a fin de evitar confusiones en el cobro.
Es claro que la iniciativa pública y la privada buscan que el uso del auto eléctrico se extienda en el país pero, ¿por qué parece, entonces, tan distante su uso masivo? El director general de GE Industrial Solutions, Óscar Flores, opina que la inversión inicial suele ser uno de los primeros factores que restringen su uso. Del mismo modo, una infraestructura óptima significaría la instalación de 1.5 unidades de carga de energía por cada auto eléctrico en circulación (ver Tendencias, Constructor Eléctrico, marzo 2016); esto es, alrededor de 17 millones 600 mil electrolineras, pensando en que el parque vehicular actual se reemplazara por automóviles eléctricos, si tomamos como base los 38 millones 23 mil 535 vehículos que circulan en México, según el censo “Vehículos de Motor Registrados en Circulación” de 2014 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
Otra de las constantes que se mencionan sobre el uso del auto eléctrico es el temor a quedarse sin batería en algún tramo del destino. Ante ello, las diferentes armadoras con injerencia en el tema se han encargado de, por un lado, recalcar que la dinámica con esta nueva tecnología no es diferente a la que se tiene con cualquier equipo móvil de la actualidad: una prevención de recarga. Pero, por otro lado, también están trabajando en desarrollar una infraestructura para establecer electrolineras a fin de proveer los viajes de larga distancia.