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Desalentadoras perspectivas para la geotermia

La primera subasta de energía eléctrica “limpia” convocó postores para la compra de hasta 6 mil 300 GWh anuales a partir de 2018, a un precio máximo de 884 pesos por MWh, y de 6.3 millones de Certificados de Energía Limpia (CEL) a un precio máximo de 444 pesos. Si toda la energía eléctrica comprada fuera limpia, el precio máximo que pagaría la CFE sería de 1 mil 328 pesos por MWh, equivalente a 7.5 centavos de dólar por kWh. Además, se anticipaba un descuento de poco más de 8 % sobre ese tope, lo que reducía el precio a menos de 7 centavos de dólar por kWh.

Este precio parecía, de entrada, muy bajo para tratarse de energías limpias. Pero los resultados de la subasta fueron aún más bajos. De las 18 compañías que presentaron ofertas válidas, el Cenace le adjudicó a 11 de ellas casi 85 % (5 mil 386 GWh anuales) del total. Poco más de la mitad será ofrecida por plantas solares y el resto por eólicas, a un precio medio de poco más de 4.7 centavos de dólar por kWh. Este precio es inalcanzable para una planta geotermoeléctrica en México y probablemente en buena parte del mundo.

Un complejo geotermoeléctrico incluye no sólo las plantas generadoras, sino los pozos productores, por los cuales se obtienen los fluidos geotérmicos en la superficie, y los pozos inyectores, con los que se regresa al subsuelo la mayor parte del fluido extraído. La perforación de los pozos representa una parte significativa del costo total, un gasto inicial que proyectos de energía solar o eólica no requieren hacer, porque su materia prima es accesible en la superficie (y gratuita). Esta inversión inicial se compensa gracias a un menor costo nivelado de generación durante su vida útil, por su disponibilidad constante las 24 horas del día, todo el año. Pero también es cierto que el desarrollo de una instalación geotérmica en un campo nuevo requiere típicamente más del doble de tiempo que un proyecto solar o eólico nuevo. Todo ello impide que las estaciones geotérmicas compitan con el precio promedio alcanzado en la primera subasta.

Pero una característica de las diversas tecnologías limpias que no se reflejó en el precio de las ofertas fue la intermitencia. Es muy conocido el carácter intrínsecamente impredecible de las plantas eólicas y solares, cuya generación varía en función de la hora del día y de la época del año. Y aunque la CFE compró energía efectivamente generada, no es lo mismo adquirir 400 GWh en promedio al año, con fluctuaciones diarias o estacionales de entre 0 y 100 MWh, que adquirirlos de manera constante a lo largo del mismo periodo. En el primer caso, el comprador debe prever un respaldo suficientemente flexible para satisfacer una demanda predecible, lo que sin duda tiene un costo, mientras que en el segundo caso puede olvidarse de ello.

La principal preocupación de la CFE en esta subasta fue llegar a 2018 suficientemente preparada para cumplir con los CEL que por ley deberá tener, al tiempo que satisface el crecimiento esperado de la demanda. El mercado mayorista al que se inyectará esa energía deberá tomar, por su lado, las provisiones adecuadas. Pero ofrézcansele las mismas condiciones a un usuario calificado o a un cliente privado, en México o en el mundo, y difícilmente habrá quien las acepte.

En otras palabras, los resultados de la primera subasta resultan desalentadores para la geotermia en México, al menos para desarrollos que pretendan competir en el mercado eléctrico mayorista bajo las condiciones actuales imperantes. Si la disponibilidad y predictibilidad de la generación no es de alguna manera valorada, los nuevos proyectos geotérmicos quedarán fuera de las siguientes subastas y deberán enfocarse en firmar contratos privados con usuarios calificados.

Luis Carlos Gutiérrez Negrín
Ingeniero geólogo jubilado de la Gerencia de Proyectos Geotermoeléctricos de la CFE, donde laboró 29 años como jefe de la Oficina de Geología, del Departamento de Exploración, Residente del campo geotérmico de La Primavera, jefe de Recursos Humanos y auxiliar técnico. Ha publicado diversos artículos en revistas especializadas. Actualmente, es director de Geocónsul, S.A. de C.V., miembro del Grupo Directivo y coordinador de Difusión y Negocios del CeMIE-Geo y del Consejo Directivo de la International Geothermal Association, donde funge como presidente del Comité de Información.

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