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La tecnología mexicana en la apertura comercial

El 12 de diciembre de 2013 se aprobó, en la Cámara de Diputados, el conjunto de cambios que tendría el marco jurídico del sistema energético del país. Esta Reforma Energética incluyó transformaciones que México requería desde hace años, con el fin de avanzar hacia la modernización de manera integral y abandonar procesos ineficientes que se habían consolidado en la creación de la infraestructura industrial, unos cien años atrás, pero que ya no correspondían a las necesidades actuales de la industria nacional. El sistema antiguo, desprovisto de competencia internacional, favoreció la consolidación de diversas actividades energéticas en condiciones que no competían eficazmente con países cuya tecnología había evolucionado.

Hasta ahora, las consecuencias de haber pospuesto durante tantas décadas la modernización del sector trajeron consigo importantes costos económicos, como la pérdida de la capacidad de refinación petrolera, la insuficiente instalación de redes de transmisión y distribución eléctrica, y la carencia de una red nacional de gasoductos, entre otros. En ciertos ámbitos eléctricos, sin embargo, se mantuvo una alta calidad en la ingeniería mexicana, que quedó institucionalizada en el entonces Instituto de Investigaciones Eléctricas (IIE), ahora Instituto Nacional de Electricidad y Energías Limpias (INEEL).

Entre las principales áreas de excelencia que este Instituto ha cultivado se encuentran, a manera de ejemplos, las redes eléctricas inteligentes, que permiten mejorar de manera continua la eficacia de la transmisión de energía eléctrica a alto voltaje, y su distribución a voltajes intermedios y bajos; los sistemas de uso eficiente y ahorro de energía a varios niveles, como son el residencial, industrial y comercial; la supervisión remota de la operación de equipos eléctricos de alto valor, para asegurar su operación apropiada y su máxima vida útil a un costo reducido; el desarrollo de mecanismos autónomos y automáticos para facilitar la inspección y la operación en forma remota (en el aire y en el agua); la capacitación de técnicos y expertos mediante simuladores avanzados; y la concepción, desarrollo, consolidación y operación de procesos con diversas fuentes de energía no contaminante, que permiten establecer opciones de desarrollo atractivas en zonas remotas, en regiones urbanas y agrícolas, en productos industriales especializados y en industrias innovadoras de productos originales.

Esta concentración de talento en algunas áreas de competencia permite la operación del Instituto con recursos propios y el fortalecimiento de nuevas empresas mexicanas para operar en el mundo global. En la medida que estas capacidades se fortalecen, y los niveles académicos y técnicos se consolidan, es más frecuente que el Instituto se transforme en una poderosa herramienta de creación de empleos de alto valor, oportunidades tecnológicas muy competitivas, y establecimiento de alianzas con instituciones similares de países avanzados. Así, para el Instituto, el surgimiento de nuevas oportunidades de apertura comercial es una espléndida noticia.

En la nueva era de integración global, cada país debe seleccionar y cultivar con esmero aquellas disciplinas en las que procurará la excelencia, con las que ofrecerá, a las demás naciones, un intercambio comercial. Los países avanzados son los que cultivan con más esmero y tino las áreas de alta competitividad, y producen con éstas los recursos para intercambiarlos por aquellos bienes y servicios que no pueden o no quieren producir con suficiente eficacia. Es sabido que los países más avanzados incorporan mayores densidades de conocimiento en sus exportaciones, en tanto que los países menos avanzados deben financiar sus intercambios con materias primas. Los países que exportan principalmente materias primas, en los últimos años, han visto reducida su renta nacional frente a aquellos cuya exportación se basa en conocimientos avanzados.

El nicho tecnológico que ofrecen las redes eléctricas es muy atractivo por tres razones: porque gravita sobre tecnologías que esencialmente se han desarrollado en los últimos cien años, en las cuales el Instituto tiene acreditada capacidad y experiencia, tanto en generación como en transmisión y distribución; porque en la época actual la preocupación con la energía desarrolla nuevas oportunidades en la interacción con el cliente, que desea energías limpias y a bajo costo, y el Instituto ha estado atento a esta evolución, por lo que tiene uno de los grupos más reputados en ahorro y uso eficiente de Latinoamérica; y finalmente, porque tanto en redes convencionales como en micro redes se hace cada día más importante el abasto con fuentes limpias, que son intermitentes, lo que a su vez hace importante la experiencia de México en estos temas, en el empleo de diversas técnicas de administración de demanda y de oferta, en la implantación de sistemas distribuidos con generación limpia propia, y en la aplicación de control inteligente a estas redes.

Por ello, las oportunidades del Instituto en el mundo global se han probado ya, aunque de manera preliminar. En los 40 años desde su fundación, el INEEL ha ensayado proyectos de colaboración con diversos países, con los que comparte sus experiencias y su capacidad. Al mismo tiempo, la destreza y preparación de sus investigadores han sido frecuentemente utilizadas para favorecer la inclusión acelerada de las nuevas tecnologías de distintos abastecedores globales en mercados emergentes. En suma, el INEEL se ha probado como interlocutor válido y útil en la modernización del sector eléctrico y energético mexicano y de otros países. La eventual aceleración de la globalización de los mercados es, por tanto, bienvenida en el Instituto Nacional de Electricidad y Energías Limpias.

José Luis Fernández Zayas

Ingeniero mecánico electricista por la UNAM. PhD en Ingeniería Mecánica por la Universidad de Bristol, Inglaterra. Se ha desempeñado como ingeniero industrial en la industria eléctrica mexicana y como profesor de Ingeniería, principalmente en la UNAM. Es profesor e investigador titular de tiempo completo en el Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM desde 1975, con licencia para ocupar el cargo de director Ejecutivo del INEEL, desde 2013, organismo que dirigió de 1991 a 1999. Fue miembro de la Junta Directiva de la UAM y de la UABCS. Ha presidido diversas organizaciones gremiales y académicas, como la ANES, la AI, la ADIAT y el Foro Consultivo Científico y Tecnológico. Fue director General de Desarrollo Tecnológico y Medio Ambiente en la Sener y del Estudio Mundial del Agua para Energía, del Consejo Mundial de Energía. Ha publicado más de 120 artículos y libros especializados, y ha dirigido más de 100 tesis de licenciatura y posgrado. Ha hecho contribuciones en el tema de destilación solar directa de agua de mar para consumo humano, confort térmico, uso eficiente del agua y la energía, y diseños pasivos. Fue director del II de la UNAM.

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