Trump y el Acuerdo de París: diez días que estremecieron el mundo de las energías renovables
En 1919, el periodista norteamericano John Reed publicó Ten Days that Shook the World, un pequeño libro que reseñaba los diez días de noviembre de 1917 (octubre en el calendario juliano, que se empleaba en Rusia), en que los bolcheviques tomaron el poder y fundaron la ex Unión Soviética. Los primeros diez días de noviembre pasado también sacudieron el mundo —en este caso el de las energías renovables— con dos acontecimientos cuyas repercusiones combinadas son aún difíciles de pronosticar. El primero de ellos fue la implementación del Acuerdo de París y el segundo, la trepidante e inesperada elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.
El Acuerdo de París sobre Cambio Climático entró en vigor el 4 de noviembre, tras ser ratificado por unos cien países, cuyas emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera representan aproximadamente 70 % de las emisiones mundiales. Este acuerdo había sido adoptado hace casi un año, el 12 de diciembre de 2015, por la Unión Europea y los 195 países que forman parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, cuya secretaria ejecutiva es, por cierto, la ex canciller mexicana, Patricia Espinosa. Para que se pusiera en marcha, la misma convención decidió que debía ser ratificado, cuando menos, por 55 países cuyas emisiones de GEI representaran, como mínimo, 55 % del total a nivel mundial. Ya en septiembre pasado, China y Estados Unidos, los dos países con mayores emisiones de GEI, ratificaron el acuerdo, y la Unión Europea hizo lo propio a principios de octubre. México, por su parte, se había adherido el 21 de septiembre, después de su aprobación por el Senado.
El acuerdo pretende que el incremento de la temperatura media global se mantenga por debajo de los 2 grados centígrados, en relación con la temperatura de la época preindustrial y, particularmente, que no rebase los 1.5 grados. De lograrse esto último, los riesgos del calentamiento global podrían reducirse considerablemente. Aunque organismos como Green Peace han advertido que el acuerdo es insuficiente, es la mejor apuesta actual contra el cambio climático; además, promueve las fuentes renovables de energía, y su puesta en vigor fue, por ello, muy positiva para esta industria.
Sin embargo, sólo cuatro días después, ocurriría lo opuesto con la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. La cuestión del cambio climático apenas se tocó en los debates previos a la votación, pero es ampliamente conocida la posición del presidente electo que, al igual que un considerable sector de la población norteamericana, estima que el cambio climático es un mito o que, en el mejor de los casos, no tiene causas antropogénicas. Por el contrario, la ex candidata Hillary Clinton parecía alineada con la administración de Obama, quien promovió y adoptó políticas concretas para reducir las abundantes emisiones de GEI de ese país. Entre ellas, además de la firma y ratificación del Acuerdo de París, está el Plan de Electricidad Limpia (Clean Power Plan) que se puso en marcha en 2015 y que pretende que, en 2030, se hayan reducido en 32 % las emisiones de GEI que generaban las plantas eléctricas en Estados Unidos en el año 2005. Cabe resaltar que, durante su campaña, Trump prometió cancelar ese plan.
John Carlin, colaborador del diario español El País, consideró, en su columna del 9 de noviembre pasado, que la elección de Trump equivalía a poner a un loco a cargo del manicomio. Todavía es demasiado pronto para saber si esto será así, o si las políticas que adopte Trump como presidente serán muy diferentes de sus ocurrencias de campaña, como parecen indicarlo sus primeras declaraciones poselectorales. Lo cierto es que la industria de la energía limpia y renovable ha sido fuertemente sacudida de nuevo, aunque esta vez de manera negativa y con consecuencias que todavía parecen imprevisibles.
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Luis Carlos Gutiérrez Negrín
Ingeniero geólogo, jubilado de la Gerencia de Proyectos Geotermoeléctricos de la CFE, donde laboró 29 años como jefe de la Oficina de Geología, del Departamento de Exploración, residente del campo geotérmico de La Primavera, jefe de Recursos Humanos y auxiliar técnico. Ha publicado diversos artículos en revistas especializadas. Actualmente, es director de Geocónsul, S.A. de C.V., miembro del Grupo Directivo y coordinador de Difusión y Negocios del CeMIE-Geo y del Consejo Directivo de la International Geothermal Association, donde funge como Presidente del Comité de Información.