Columna

Usos directos de la geotermia: un potencial desaprovechado en México

Las aplicaciones principales de la energía geotérmica pueden dividirse en dos: el uso indirecto para generar energía eléctrica, que es el más redituable desde el punto de vista económico, y el uso directo en diversas aplicaciones domésticas o agroindustriales que requieren calor (“Las posibilidades del potencial geotérmico mexicano”, Constructor Eléctrico, núm. 48, diciembre 2015). En este último caso, generalmente, se trata de recursos con temperaturas más bajas (menores de 130 grados centígrados), pero fácilmente asequibles.

A la fecha, 24 países del mundo utilizan sus recursos geotérmicos de tipo hidrotermal para generar energía eléctrica, con una capacidad instalada conjunta que rebasa los 14 mil MW eléctricos, pero los usos directos de esos recursos están bastante más desarrollados, pues más de 80 naciones tienen una capacidad combinada superior a los 70 mil MW térmicos. La aplicación principal es a través de las llamadas bombas de calor geotérmico (geothermal heat pumps), que representan siete de cada diez MW térmicos, seguidas de balnearios y spas, calefacción, invernaderos, acuacultura, usos industriales y otros.

Los sistemas de bombas de calor geotérmico se emplean para climatizar espacios domésticos y de trabajo, principalmente en países con climas fríos o extremosos y, en su gran mayoría, no requieren extraer agua caliente del subsuelo, sino que sólo aprovechan la temperatura estable del terreno a una cierta profundidad. Pero claro, existen también importantes sistemas para proveer calefacción y agua caliente a barrios enteros de ciudades como París o Reikiavik, los cuales sí requieren agua caliente del subsuelo, la cual se obtiene mediante pozos.

México, con cinco campos geotérmicos en explotación, tiene una capacidad cercana a los mil MW eléctricos, que lo ubican en el quinto lugar a nivel mundial. Sin embargo, los usos geotérmicos directos casi son inexistentes. No hay un censo confiable, pero las mejores estimaciones indican unos 155 MW térmicos, para alcanzar el lugar 35 en el contexto internacional. Es decir, los usos directos de la geotermia en el país están menos desarrollados que los indirectos, cuando en China, Estados Unidos y las naciones de Europa septentrional ocurre exactamente lo contrario.

Una de las principales razones para explicar este desfasamiento es que, en general, el clima en México tiende a ser cálido o templado la mayor parte del año, salvo en algunas localidades del norte o ciertos periodos cortos del año. Por tanto, la instalación y uso de sistemas de climatización convencional en casas-habitación y edificios había sido más bien excepcional en el país y, por lo mismo, no existían condiciones de mercado que fomentaran la búsqueda de alternativas ambientalmente más favorables y económicamente más competitivas a largo plazo, como los sistemas de bombas de calor o el uso de fluidos geotérmicos para calefacción. Eso explica que la casi totalidad de los 155 MW térmicos que se estiman en México estén instalados en balnearios y spas, prácticamente sin otro uso.

Hoy, la situación ha empezado a cambiar. Junto con temporadas de lluvia y de sequía más extremas o prolongadas, el cambio climático global está provocando veranos más cálidos e inviernos más fríos en México, particularmente en la parte central, lo que está volviendo más común la instalación de sistemas de climatización en construcciones nuevas, sobre todo en espacios de trabajo como oficinas, fábricas y comercios. Estos sistemas de climatización generalmente emplean tecnologías convencionales que funcionan a base de energía eléctrica, y que tienen un alto consumo. Esto, sin duda, provocará un mayor uso directo de los recursos geotérmicos en el país, lo que trataré de fundamentar en una futura colaboración.

 

Luis Carlos Gutiérrez Negrín

Ingeniero geólogo egresado de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del IPN, con más de 30 años de experiencia en el tema de la geotermia. Trabajó en la Gerencia de Proyectos Geotermoeléctricos de la CFE. Actualmente es director de Geocónsul, S.A. de C.V., coordinador de Difusión y Negocios del CeMIE-Geo, miembro del Grupo Director del Proyecto GEMex y editor de IGA News.

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