Mitos y realidades de la industria sustentable
El auge de la sostenibilidad en el mundo actual plantea cuestionamientos sobre su veracidad y sobre las prácticas que se llevan a cabo en torno al tema. El uso de la tecnología, el reconocimiento de las prácticas y los materiales tradicionales como opciones altamente eficaces, y el trabajo de las autoridades son elementos que juegan un rol importante en este contexto.
Por Christopher García / Bruno Martínez, fotografías
Cuando los lineamientos de nuestra Comisión fueron discutidos originalmente en 1982, hubo quienes querían que sus consideraciones se limitaran a ‘asuntos ambientales’ solamente. Esto habría sido un terrible error. El ambiente no existe como una esfera separada de las actividades, las ambiciones y las necesidades humanas. Los intentos por defenderla de manera aislada de las preocupaciones humanas le han dado al término ‘ambiente’ una connotación ingenua en algunos círculos políticos. La palabra ‘desarrollo’ también ha sido acotada por algunos a un mero enfoque de alcances limitados, bajo la premisa de ‘lo que las naciones pobres deberían hacer para volverse ricas’, y así, una vez más, el asunto es descartado por muchos de manera automática en el escenario internacional, al ser considerado propio de especialistas, de aquellos involucrados en cuestiones de ‘asistencia para el desarrollo’.
”Pero el ‘ambiente’ es el lugar donde vivimos, y el ‘desarrollo’ son todas las actividades que llevamos a cabo en el intento por mejorar nuestras condiciones dentro de este ambiente. Ambos términos son inseparables. Así pues, los líderes políticos que consideran que sus países han alcanzado un estadio que otras naciones deberían esforzarse por lograr deben ver los asuntos relacionados con el desarrollo como un tema crucial. Muchas de las vías de desarrollo de las naciones industrializadas son a todas luces insostenibles. Y las decisiones de desarrollo de estos países, debido a sus grandes capacidades económicas y políticas, tendrán un efecto profundo en la habilidad de todos los pueblos de sostener el progreso humano para las generaciones futuras”.
Estas palabras fueron incluidas por la ministra Gro Harlem Brundtland en el reporte Nuestro Futuro Común, presentado ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 4 de agosto de 1987. Sus palabras representaron una alerta para todos los habitantes del mundo acerca de los estragos provocados por los esquemas de desarrollo –aún vigentes– de las naciones industrializadas. Pero también fue el inicio de lo que hoy se conoce como industria sostenible.
Como menciona el ingeniero Guillermo Casar Marcos, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desde hace 25 años, “La ministra Brundtland definió el modelo de sustentabilidad, en el marco de la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo, que en 1987 desarrolló un trabajo denominado Nuestro Futuro Común, también conocido como el Reporte Brundtland. Este reporte establece formalmente el concepto de ‘desarrollo sustentable’, definido como el que satisface las necesidades actuales, sin comprometer a las generaciones futuras. En otras palabras, que la generación que actualmente está utilizando los recursos naturales no ponga en riesgo los recursos para las generaciones futuras. Ese es el fundamento”.
El reconocimiento de que algo no estaba bien en la manera de utilizar los recursos permitió iniciar las labores de investigación y el trabajo que hoy procuran regular las actividades industriales. Tras esa primera llamada de atención, los países pusieron manos a la obra para mejorar los procesos y reducir tanto como fuera posible el deterioro ambiental causado por las actividades productivas. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo es uno de los principales organismos internacionales que están encargados de vigilar que el desempeño de los países resulte cada día más sostenible, aunque no es el único.
Si bien es cierto que la sostenibilidad incluye actividades humanas de diversa índole, desde la agricultura, el turismo y el transporte, una de las industrias que, por sus características, incide con mayor intensidad en el tema de la sostenibilidad es la construcción. No es gratuito que, desde 2002, exista el World Green Building Council (World GBC), organismo multinacional que evalúa los procesos constructivos y sus características.
Por la cercanía de México con EUA, la certificación LEED, desarrollada por el GBC de dicho país, tiene principal injerencia en los procesos nacionales. Lo cierto es que en el mundo certificaciones de este tipo sobran, pero todas buscan el mismo fin: reducir el daño ambiental, el impacto social y la pérdida económica.
Las definiciones en torno a la sostenibilidad son variadas, lo que ha provocado el desarrollo de actividades o empresas que se precian de seguir las prácticas sostenibles, sin sustento probado. “Tienen que demostrarlo”, sentencia la arquitecta Alicia Silva, consultora en Edificaciones Sustentables. “En EUA, donde hay una cultura, donde se dice la verdad, todos quieren pruebas, al contrario de lo que sucede en México, pues existen casos que adoptan estas exigencias, pero no se certifican, aunque esto les dé prestigio. Hay que aventurarse a tomar el camino para ver lo fácil que es”, puntualiza.
Asimismo, debido al conocimiento inexacto del tema, se han originado confusiones alrededor de él; mitos que rondan una práctica sumamente extendida y cada día más importante, todos derivados de la ausencia de conocimiento preciso. Conocer cómo, dónde, de qué manera y las razones que motivan las actividades sostenibles en los procesos productivos resulta de importancia vital en la actualidad.
Los fenómenos atmosféricos suceden con mayor periodicidad desde hace algunos años y su magnitud suele rebasar los niveles habituales, provocando catástrofes. El ingeniero Casar explica: “La sostenibilidad va más allá de tener un producto pintado de color verde; muchas veces, los más sustentables ni siquiera son de color verde, sino simple y sencillamente tienen una viabilidad económica, social y medioambiental, donde el tema toral es que las diferentes estaciones climáticas se desfasan en sus tiempos, que es el efecto que se está viviendo con el cambio climático”.
Por otro lado, la creciente demanda energética, las emisiones contaminantes que genera su obtención; el encarecimiento del recurso a causa de estas razones, y el desarrollo industrial de naciones que hasta hace algunos años precisaban energía en cantidades reducidas urge a expandir el alcance que las llamadas prácticas verdes puedan tener. “Una de las cuestiones más caóticas es el abuso que se ha dado al carbón en la generación de energía, que es la forma más barata de generar, pero la más contaminante. Esto se da en países como EUA, China e India. Lo que se debe hacer es crear consciencia en estos países para que dejen de afectar tanto al planeta”, sentencia el académico de la UNAM.
La sostenibilidad llegó para quedarse
Una de las principales objeciones que se imputan a quienes fomentan las prácticas sostenibles es que se trata de un asunto de moda, más que de una práctica de largo plazo. Con los desastres ambientales que provoca el cambio climático, el deterioro de la capa de ozono y la falta de recursos para la totalidad de la población mundial, se han desarrollado normas y regulaciones que obligan a cumplir con ciertas medidas, como los Protocolos de Montreal y de Kyoto. La inevitabilidad de estos fenómenos y su relación con las actividades humanas convierten a la sostenibilidad en un asunto de vigilancia constante, más que de moda. En otras palabras, la sostenibilidad es un tema de responsabilidad.
“El fundamento es claro. El Dr. Mario Molina, cuando el 11 de octubre de 1995 gana el Premio Nobel de Química, junto con Frank Sherwood Rowland y Paul Crutzen, tuvo un papel fundamental para la dilucidación de la amenaza a la capa de ozono de la Tierra por parte de los gases clorofluorocarbonos (CFC). Ellos tres descubren el aumento del agujero de ozono antártico por seis principales gases que provocan el efecto invernadero y el cambio climático, que son dióxido de carbono (CO2), gas metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), además de tres gases fluorados: hidroclorofluorocarbono (HCFC), perfluorocarbono (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6)”, expresa el ingeniero Casar Marcos, quien niega categóricamente que la sostenibilidad sea un asunto de moda. “La sustentabilidad definitivamente no es una moda y es algo que se ha manejado desde hace mucho tiempo en México y en el mundo”.
La amenaza no es reciente y los avances ya son considerables. De los gases mencionados, las acciones del Protocolo de Montreal han permitido eliminar el uso de los CFC y los HCFC están en vías de desaparecer. Pero los efectos son graves y las actividades que en principio se reducían a elementos precisos cada vez expanden más su rango de acción.
Hagg: La sostenibilidad sucede cuando se logra equilibrar la parte social, la económica y la ambiental; es hacer lo socialmente justo, económicamente viable y ecológicamente vivible |
El ingeniero Jorge Hagg, ex presidente del Instituto Mexicano del Edificio Inteligente, declara al respecto: “La sostenibilidad, en la actualidad, sucede cuando se logra un perfecto equilibrio entre la parte social, la económica y la relación con el medioambiente al realizar cualquier actividad, desde una obra, una instalación o servicio, hasta un proyecto más grande. Lo sustentable es hacer lo socialmente justo, económicamente viable y ecológicamente vivible”.
En términos similares, la arquitecta Caroline Vèrut expresa que “la sustentabilidad no solamente es un asunto de eficiencia, ahorro y desempeño de las edificaciones; también debe contribuir al bienestar de las personas y de los distintos usuarios del medio edificado, sin importar su proveniencia, nivel social, económico o cultural, o sus capacidades”.
Por su parte, la arquitecta Alicia Silva expresa que la sostenibilidad es más que una responsabilidad: “Es una demostración de la calidad, tanto en el diseño como en la construcción. Es definir prioridades y demostrar liderazgo real; es hacer las cosas correctas y no nada más buscar un beneficio sin conciencia, sin querer dejar algo para el futuro”.
Silva: Los paradigmas han cambiado, ahora lo que se debe hacer es ganar todos, dueños, medioambiente y, sobre todo, los que vienen en el futuro |
Los especialistas convergen en que el tema tiene su fundamento en la consciencia y el compromiso con realizar las actividades de manera correcta. “Cuando la gente no hace las cosas bien, cuando es corrupta, tiene una conciencia subdesarrollada, que en este momento del mundo ya no va. Los paradigmas han cambiado, ahora lo que se debe hacer es ganar todos, inquilinos, dueños, medioambiente y, sobre todo, los que vienen en el futuro”, puntualiza la arquitecta Silva.
Añade: “Una de las cosas más importantes es que sustentabilidad y calidad en la construcción se están convirtiendo en un sinónimo. Antes, la sustentabilidad significaba hacer ‘cosas verdes’. Ahora, significa hacer las cosas bien. El concepto de sustentabilidad está cambiando como el mercado está evolucionando, pues cada día se establecen estos conceptos como una necesidad real y no nada más como un lujo. Es la diferencia fundamental de cuando inició la sustentabilidad como moda y como se está emprendiendo ahora”.
Por su parte, el doctor Bernardo Gómez González, director General de Cande Ingenieros, sentencia que resulta imperdonable pensar que la sostenibilidad es pasajera y que no debe ocuparse del tema. “Esto es un error. Como sociedad debemos concientizarnos y procurar participar cada vez más en los aspectos de la sustentabilidad. Desde las actividades cotidianas, hasta aquellas que llevemos a cabo en los procesos constructivos”.
Es más costoso ser sostenible
La idea de que la sostenibilidad es una actividad que sólo determinadas personas pueden llevar a cabo subyace las prácticas sostenibles e impide que sus efectos se extiendan. Esto se debe a la creencia de que ser sostenible significa contar con conocimientos especializados, tener más dinero y comprar sistemas a precios elevados. La realidad dista de ser así. “El mito más grande de la sustentabilidad es el costo, pues todo el mundo piensa que es extremadamente alto, cuando no lo es”, resalta el ingeniero Hagg.
Al consultar a la arquitecta Silva si la sostenibilidad es propia de quienes cuentan con recursos de sobra, explica: “Claro que no. Además, si no puedes pagarle a alguien, puedes buscar en la gran cantidad de cursos que ya existen y capacitarte tú”. Detalla: “Existe el mito de que la sustentabilidad es 30 por ciento más cara, y es un mito a nivel mundial. Esa es la barrera más grande que tenemos. Aunque realmente el problema es que no hay una perspectiva a largo plazo, y eso es lo que está cambiando la sustentabilidad. Pensar a corto plazo ha hecho mucho daño; México no puede salir porque la gente nada más piensa a lo inmediato, haces una obra y a los 10 años ya está hecha una ruina”.
Uribe: El aumento en la oferta de productos disminuye los precios y permite que sea más sencillo involucrarse en los esquemas de sostenibilidad |
Por su parte, el ingeniero Raúl Uribe, director General de Uribe Ingenieros y uno de los pioneros en las edificaciones sostenibles en México, detalla que, en principio, cuando las tecnologías entran en el mercado, suele percibirse que la sostenibilidad implica costos elevados. “Cuando llegaron los calentadores solares a México, costaban alrededor de 17 mil pesos; hoy los encuentras en 7 mil. Esto te indica que conforme hay más competencia, los costos se abaratan. Lo mismo sucede en el caso de la energía fotovoltaica: antes era prohibitivo pensar que podías tener un sistema de este tipo para generar tu propia energía. Hoy, con los retornos de inversión en dos o tres años se vuelve sumamente atractivo”.
Asimismo, añade que, en el caso de México, si las instancias gubernamentales promueven programas de financiamiento, adherirse a las prácticas tecnológicas sostenibles resulta más viable. “Imaginemos que hubiese un estímulo fiscal en el que el Gobierno apoyará con el 50 por ciento de la inversión que hiciste para ahorrar gas o para ahorrar agua. Hoy el Gobierno Federal está abierto”.
No obstante, resalta que hace falta difusión de los programas e información al respecto: “El asunto es que no se promueve. Sí se puede hacer. Pero si incluso cuando se promueve resulta complicado, si no se promueve es incluso más remota la posibilidad. No se está descubriendo la rueda o la pólvora: en otros países así se hace. En México sólo hace falta implementarlo. Suena irreal que una persona no pueda tener 7 mil pesos, pero en el país hay quienes que no los tienen, que ganan lo justo para sobrevivir. La inversión sí es un tema, pero hay posibilidades de apoyo”.
Sólo los especialistas deben ocuparse del tema
Las tendencias del mundo actual demuestran que prácticamente todos los asuntos de importancia deben resolverse en conjunto. Desde la declaración de la ministra Brundtland en su reporte ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, la convergencia de especialidades ha sido una prioridad y se está convirtiendo en un elemento ineludible de las construcciones actuales.
“No podemos abordar las cosas unilateralmente. Las personas que hacen aire acondicionado, con acercarse al arquitecto y preguntarle: ‘¿Qué tipo de cristal vas a poner en la fachada? ¿Va a tener parasoles o no? ¿Tiene alguna película reflejante o no? ¿Qué tipo de iluminación se va a instalar?’ Puede obtener respuestas bastante precisas que le permitan tomar mejores decisiones. Y el eléctrico le debe decir al encargado del aire acondicionado: ‘Estoy logrando con este esquema tantos watts por metro cuadrado’, de modo que también se consideren en el diseño final de la obra”, especifica el ingeniero Raúl Uribe.
La arquitecta Vèrut puntualiza: “Es necesario aplicar un modelo sistémico mutifactorial al diseño, con el fin de lograr el grado máximo de sostenibilidad que podamos alcanzar. Al integrar la participación de todos los grupos de interés en el diseño del proyecto: clientes, usuarios, arquitectos de paisaje, biólogos, arquitectos bioclimáticos, topógrafos, ingenieros hidráulicos, sanitarios, eléctricos, estructurales, diseñadores y todo experto que demande el proyecto, en una suma de reuniones de diseño logramos entre todos beneficiar al medioambiente, a la sociedad y a la economía”.
Avilés: Cada vez más una disciplina tiene que ver con la otra. La misma naturaleza de las cosas así lo exige. El conocimiento debe trabajar en procesos horizontales, no verticales |
El arquitecto Gustavo Avilés, uno de los diseñadores de Iluminación más importantes de México y reconocido internacionalmente, opina de manera análoga: “El territorio del conocimiento no es privativo, y esos procesos [de interacción] se están limando progresivamente. Cada vez más una disciplina tiene que ver con la otra. La misma naturaleza de las cosas así lo exige”, destaca. Y añade: “El conocimiento tiene que trabajar en procesos horizontales, no verticales. Las especializaciones son buenas mientras se crucen; mientras están aisladas, son limitativas. El especialista se vuelve unidireccional y carece de dimensión su pensamiento, porque sólo tiene línea, no tiene superficie ni volumen”.
“Un punto que considero que es muy importante y que cada día vamos entendiendo un poco mejor son los envolventes de la construcción, porque desde ahí tienes un gran ahorro en la orientación del edificio. Los arquitectos le llaman la piel del edificio. En la Torre Bancomer, por ejemplo, después del cristal se está colocando una piel que impide que se tenga una ganancia térmica fuerte y que la incidencia de los rayos no penetre en el edificio”, expresa el ingeniero Uribe.
La sostenibilidad no puede demostrarse
Con el auge cada vez mayor del tema, las empresas invierten esfuerzos y recursos para evaluar sus procesos, sus actividades y sus productos. Esto se debe a que en diversas ocasiones se habla de que la sustentabilidad es ilusoria y que se trata más bien de un esquema de mercado.
“Otro gran mito es el hecho de que la sustentabilidad no es algo tangible; o sea, que no puedes demostrar. Un proyectista que no es capaz de demostrar que una obra es sustentable prefiere no hacer edificaciones de este tipo”, declara el ingeniero Jorge Hagg.
El ingeniero Raúl Uribe precisa: “Anteriormente, una torre de cincuenta metros requería encender un chiller que estuviera enfriando agua porque una persona estaba trabajando en el primer piso o porque un site estaba trabajando en el piso 19, lo que requería arrancar un compresor de 100 caballos de fuerza y realizar un consumo de energía innecesario. Hoy tienes variadores de frecuencia que te permiten censar si tienes una gran demanda o una demanda leve para definir si es necesario sólo utilizar un compresor de 10 caballos. En otras palabras, la sustentabilidad es la utilización de la tecnología y el conocimiento, lo que te permite medir los consumos y el ahorro. Esto la hace tangible”, sentencia.
En términos similares, la arquitecta Silva señala que uno de los mayores logros de la sostenibilidad en el sector eléctrico es que permite medir los consumos y hacer más eficientes los procesos. “La industria eléctrica siempre ha buscado mejorar la eficiencia, pero en lo que más ha evolucionado es en toda la parte de medición y verificación. Ahora se separan bien las diferentes líneas en los tableros y se pone un tope máximo en las acometidas para disminuir la demanda de electricidad”.
Comenta, también, que el proceso de diseño, así como la capacitación del personal que se encargará de operar las instalaciones, la sostenibilidad se hace patente, siempre y cuando sea atendido. “Ya existe una profesionalización desde los planos as-built hasta su operación; o sea, la industria eléctrica debe de entender que el edificio se debe de operar de manera impecable y que si este aspecto no se apoya es una pesadilla. La calidad en el diseño se ve al usar tableros inteligentes, sistemas de automatización y verificadores de energía. La idea es entregar un trabajo bien hecho, pero también manejarlo correctamente”.
La cantidad de edificaciones que están optando por certificar sus procesos permite observar que no sólo es una realidad, sino que está más extendida de lo que parece. “En crecimiento, es una explosión gigantesca. Se están certificando muchos edificios. Tan sólo el año pasado, para el mes de noviembre había 45 edificaciones certificadas; en este momento, 91 inmuebles cuentan con un certificado LEED. Y los que han experimentado este proceso lo quieren volver a hacer porque se dan cuenta de lo rentable que es, ya que el mismo mercado busca construcciones que cuenten con estos estándares”, expresa la arquitecta Silva.
El ingeniero Casar opina que, sobre todo en términos eléctricos, es tangible lo que ofrecen las prácticas sostenibles: “En el caso de la electricidad, como es medible, se puede controlar, por lo tanto podemos hacer buenos proyectos que contemplen su monitoreo y medición para una adecuada gestión de su uso, con lo que su operación futura se torna eficiente, con un menor consumo y costo, tanto en lo material, como en lo ambiental”.
La arquitecta Caroline Vèrut señala que uno de los elementos que pueden resaltar lo tangible de un proyecto sostenible son sus características estéticas y de calidad humana; es decir, el impacto humano que pueda ofrecer. “Toda edificación es un legado. Asegurarse de que el proyecto brinde calidad de vida y un bien público, así como valor e inspiración para las generaciones venideras, es una responsabilidad que desarrolladores de viviendas, proyectistas, arquitectos, ingenieros y demás profesionales involucrados deben asumir como propia”.
Y la arquitecta Silva añade que la belleza también es un elemento que debe utilizarse, pues eficiencia y estética no tienen por qué ser independientes. “Se suele pensar que construir con aire acondicionado y en lugares cerrados es lo mejor; sin embargo, si existe un buen diseño arquitectónico, podemos reducir mucho la cantidad de energía que se utiliza. La cuestión es unir belleza y calidad, pero además adoptar una postura distinta, pagar mejor a tus empleados, no abusar del medioambiente, usar menos agua; en esencia, comprometerte con el ambiente. Lo bueno de la sustentabilidad y de las certificaciones es que te permiten tener una medalla por un compromiso que estás haciendo para cuidar las cosas”, expresa.
La sostenibilidad se basa en la tecnología
Es generalizada la idea de que las construcciones que proclaman sostenibilidad dependen de los avances de la tecnología. Esta creencia lleva a ubicar las prácticas sostenibles bajo un contexto económico en sentido negativo, pues se cree que encarece la inversión inicial. Los especialistas consideran que, en efecto, la sostenibilidad se apoya mucho en ella, pero la aportación de otras áreas que no son propiamente tecnológicas cada vez es más patente en las construcciones.
“El mercado se está educando. Ahora se dan cuenta que es necesario profesionalizarse, ya que la sustentabilidad no es nada más ahorro de agua y energía, va más allá. Es educación en la gente, gestión de residuos, construcción verde, mejores equipos, mejor calidad en mantenimiento, limpieza verde, cómo se definen las compras; está cambiando y profesionalizándose. Ahora nos podemos dar cuenta de la gente que no tiene ni la más remota idea de sustentabilidad porque no sabe el lenguaje, no entiende o sólo se concentra en agua y energía”, expresa la arquitecta Silva.
El ingeniero Raúl Uribe menciona que la sustentabilidad es también un tema de prevención. “Por ejemplo, en los esquemas LEED se contempla la construcción de restaurantes en los sitios de trabajo, con la intención de que las personas que laboran en el lugar no se desplacen hacia sus hogares y utilicen sus autos, los transportes, que implican consumo de combustible. Asimismo, si se labora en Paseo de la Reforma, es posible utilizar una bicicleta para el traslado y no se generan bonos de carbono, pero además hago un poco de ejercicio. En resumidas cuentas, la sustentabilidad es preguntarse ¿qué estoy haciendo para prevenir?”.
Por su parte, el ingeniero Casar destaca que la sostenibilidad, en cuanto a diseño, aprovechamiento de los recursos naturales y prevención del consumo, ha estado presente en las civilizaciones humanas desde hace siglos. “Este concepto forma parte de nuestra historia como país: los mayas, los aztecas, los toltecas, los olmecas, todos tienen edificaciones sustentables. En la zona del sureste, entras en una casa maya, que se han construido desde hace 2 mil años, y presentan elementos de bioclimática pura; además, son casas que cuestan muy poco en términos monetarios. México en su historia está plagado de ejemplos, y no sólo el país sino todo el mundo: incas, egipcios, mayas, chinos. Actualmente se construye con concreto y acero; pero, por ejemplo, en Asia, una alternativa muy económica y sustentable es el bambú. Nos debemos informar y romper esa visión de que lo sustentable es caro, pero además se debe documentar”.
La arquitecta Silva comenta que el conocimiento es importante y que cada vez está más al alcance de cualquier persona. “La oferta educativa se ha incrementado con cursos y maestrías que buscan educar a gente que ya está formada y que además se enfoca en todas las áreas de aprendizaje. En todo nivel, la sustentabilidad corporativa ha avanzado, pues son cada vez más personas las que quieren pertenecer a una compañía que tenga un compromiso socioambiental, sobre todo los jóvenes”.
Mientras que el ingeniero Uribe señala que se trata, también, de un redescubrimiento de los recursos naturales y de sus posibles usos. “El agua siempre ha estado, el aire siempre ha estado. Antes, para calentar el agua en los pueblos, la colocabas en un recipiente horizontal y la dejabas al sol desde temprano. Al llegar la tarde, la temperatura del agua era ideal para tomar un baño. Ese es el aprovechamiento de los recursos naturales: el Sol siempre ha estado ahí”.
En cuanto a la sustentabilidad desde el punto de vista de la iluminación, el arquitecto Avilés detalla: “La luz siempre ha sido un elemento presente en la historia. Los verdaderos diseñadores de iluminación pertenecen a las culturas del sol: la griega, la egipcia, la asiática y, por supuesto, las culturas de América. Como punta de ello, la cultura maya mexicana”. Y abunda que la utilización de lámparas es una tendencia de mercado que ha afectado el desarrollo del verdadero diseño de iluminación: “La luz artificial es una consecuencia. No podemos enseñar a los profesionistas o a los estudiantes a iluminar con LED. Eso es volverlos ciegos. Es quitarles la oportunidad de abrir su perspectiva de conocimiento”.
Finalmente, catedráticos, arquitectos y contratistas coinciden en que el camino de la sostenibilidad está trazado y en que las instancias de gobierno deben incrementar su participación en estos esquemas. “Por fortuna, ya existe en México una norma. Entró en vigor el 3 de noviembre de 2013, la NMX-AA-0164-SCFI-2013 de Edificación Sustentable, que ya regula, entre otros, la emisión de gases de efecto invernadero. En tres o cinco años que madure se convertirá en NOM, con lo que de alguna manera se comenzará a prohibir este tipo de sustancias”, detalla el ingeniero Casar.
El ingeniero Uribe profundiza: “El tema de sustentabilidad no es un mito: es una realidad. No sólo en la industria eléctrica. La cuestión es ¿por qué no provocamos o promovemos que el Gobierno, como en otros países, se involucre dando estímulos fiscales a las personas físicas o a las personas morales, como lo hacen en Japón? Por ejemplo, en el techo colocar calentadores solares para el agua, en un lado, y celdas fotovoltaicas en el otro para generar tu propia energía. El Gobierno Federal se debería involucrar, como cuando se llevó a cabo el remplazo de WC hace años, que consumían 20 litros de agua, y el Gobierno apoyó con el 50 por ciento de financiamiento para realizar este cambio”.
“Considero que los temas de sustentabilidad se siguen manejando de manera marginal, aunque cualquier avance es bienvenido. Sin embargo, el avance debe ser más directo, con mayor energía para buscar una mayor concientización de la sociedad sobre estos temas”, declara el doctor Gómez.
A manera de conclusión, el ingeniero Raúl Uribe menciona que la ética es el elemento más importante por considerar en el tema de la sostenibilidad. “En el caso de un fabricante que quiere lograr un objetivo de negocios, si vende un producto que no tiene la calidad ni logra los objetivos que anuncia, porque no te informa que, en el caso de un calentador solar, tienes que adquirir un calentador de paso, no de almacenamiento, para que funcione correctamente, se está incurriendo en una falta de ética. Cuando pierdes la ética, entonces, se prostituye el mercado”.