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Vivir la sustentabilidad

Los foros o espacios de promoción y educación de la sustentabilidad se encuentran a raudales. En ellos confluyen todos los conceptos sobre lo que se supone de la sustentabilidad, palabra que, dicho sea de paso, ha sido menoscabada hasta el hartazgo. Lo que es pertinente es su reinterpretación y adecuación para cumplir a cabalidad con su función en la praxis: tener un mundo habitable.

El principio básico, un axioma del ahora y del porvenir, es que el planeta no es nuestro, no obstante la apropiación de muchos. ¿A usted le han dado algún título de propiedad? A mí no. No conozco, a la fecha, a alguien que ostente algo parecido.

Bajo esta lógica, ramplona, si se quiere, es que el tema sustentable adquiere una dimensión de mayor responsabilidad.

En la industria eléctrica, tan activa en el consumo de energía, la concepción de la sustentabilidad no es diferente. Se ha confundido el ahorro de energía o la generación de ésta a través de medios renovables como ser sustentable. Y, en honor a la verdad, no lo es.

La sustentabilidad es compleja, sí; pero ello no implica que solo sea discurso ni ostentación, ni moda. La sustentabilidad lo es cuando ésta es integral, cuando considera, por ejemplo, la responsabilidad social. Menciono lo anterior, puesto que por descontado creo que todos conocen de sobra que dicha práctica inició con el proyecto; es decir, la elección del espacio donde se construirá un edificio, pues debe tomar en cuenta la diversidad animal y vegetal, así como el desplazamiento de personas que podría causar.

Sin embargo, tomemos en cuenta que tener un edificio, un McDonald´s o un Starbucks con certificaciones mundiales sólo es parte del proceso omnímodo de sustentabilidad. Y aquí es donde entran las personas, no sólo aquellas que habitan o usan tales espacios, sino los mismos que hicieron el proyecto o intervienen en la constitución de un inmueble. ¿Cómo viven ellos la sustentabilidad? ¿A caso cierran el grifo del agua cuando cepillan sus dientes o cierran la llave de la regadera cuando se enjabonan (sobre estas dos prácticas se estima un gasto de hasta 115 litros. ¡Multiplique esa cifra por mes!)?

Sin duda, en casa también apagan las lámparas que no utilizan, o en el mejor de los casos, cuentan con detectores de presencia; además educan a su familia para el correcto manejo de desperdicios y lo que es mejor: compran para sus obras materiales que hayan sido fabricados bajo estándares de cuidado medioambiental. La sustentabilidad es un estilo de vida que no se deja en los proyectos de obra.

Recientemente, en el Congreso de Edificación Sostenible -que versaba sobre proyectos de ahorro de energía, bioclimática, tecnologías verdes y operación de edificación sustentables-, especialistas discutieron la conceptualización del edificio sustentable. Fue inevitable que se abordaran los temas de responsabilidad y exclusión social y de movilidad.

Como dato para reflexionar sobre nuestro contexto, hace más de 30 años el gobierno sueco desarrolló estrategias sustentables: manejo de residuos, movilidad, energías renovables, entre otros. Hoy en día, Suecia es la nación más sustentable del mundo. El papel que desempeña la sociedad y la educación fue imprescindible.

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Antonio Nieto

Director Editorial en Puntual Media

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