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Políticas de eficiencia para contener la demanda energética

Con la elaboración del Acuerdo de París en la 21 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, se espera un incremento sustancial en la ambición para mitigar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para la próxima década.

El agregado de compromisos internacionales no es suficiente para contener el incremento de la temperatura global por debajo de los 2 °C en relación con la era preindustrial y el Acuerdo podría dar el impulso necesario para alcanzar esta meta.

Actualmente, México emite alrededor de 6.2 tCO2 (toneladas de dióxido de carbono) por habitante, mientras que las emisiones per cápita del G20 son superiores a 7.8 tCO2, y el promedio global se encuentra por arriba de 6.7 tCO2. Sin embargo, el país tiene una meta de largo plazo al 2050 que podría suponer reducir las emisiones per cápita por debajo de 2 tCO2, similar al nivel de un país como India.

Para alcanzar estos objetivos, México deberá tomar acciones en áreas hasta ahora poco atendidas, como la refrigeración y la calefacción de edificaciones, en la que en otros países ya han puesto mucho énfasis, por ser una de las principales fuentes de consumo de energía. El país tiene diferencias regionales que pueden ser considerables, sin embargo, a nivel agregado sabemos que el incremento en el consumo de energía es importante y las oportunidades para contenerlo también.

Existen referencias académicas que muestran que para alcanzar las metas que México ha establecido en la Ley General de Cambio Climático, y que son acordes con la ambición climática de largo plazo para 2050, el sistema eléctrico debería tener bajas emisiones.

Las inversiones que se hagan en tecnologías más limpias implicarán un desarrollo en el sector eléctrico que represente bajas o nulas emisiones. Sin embargo, un alto crecimiento de la demanda eléctrica podría hacer técnica y económicamente difícil incrementar la participación de fuentes de generación de bajas emisiones. Por ello la eficiencia energética tiene un papel significativo, adicional a los beneficios económicos del ahorro de energía.

La experiencia histórica muestra que con un consumo eléctrico creciendo en forma desmedida, los países tienden a desplegar todas las tecnologías posibles para cubrirlo, sin importar sus emisiones. Por el contrario, un consumo creciendo a una tasa relativamente modesta facilita que el aumento de la generación eléctrica sea más limpio, al punto en que podamos esperar que las nuevas adiciones netas de capacidad sean de energía limpia.

Una paulatina electrificación de las actividades productivas y de consumo, cada vez más energía eléctrica y proporcionalmente menos combustibles fósiles podría sumarse también como medida de mitigación por sí misma. En Estados Unidos, en octubre de 2015 observamos que el ciento por ciento de la nueva capacidad energética instalada fue renovable, una tendencia que crece en todo el planeta.

Como caso contrario, se debe aprender de las experiencias de China e India que antepusieron la demanda a la mejora en la eficiencia energética, provocando, durante la última década, el incremento en el uso del carbón, al ser una tecnología conocida y con una cadena de suministro establecida, con las consecuencias económico-ambientales que hoy experimentan sus poblaciones.

Por José María Valenzuela

Coordinador de Política Energética en WWF México. Previamente, trabajó para la Secretaría de Energía. Ha sido consultor para la ONUDI, el PNUMA y el BID. Es egresado del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México y maestro por la Escuela de Graduados en Administración Política Pública de la Universidad de Tsinghua.

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