Solar es el camino
Por Christopher García
Hace más de 40 años, la primera aplicación a gran escala de los paneles solares en calculadoras portátiles daba motivos para sorprenderse. Ya por entonces, los más soñadores esperaban ansiosos la masificación de la tecnología para transformar la radiación solar en energía eléctrica utilizable.
Luego de aguardar cuatro décadas a que los paneles fotovoltaicos y sus componentes auxiliares redujeran lo suficiente sus costos para desplazar a la generación mediante combustibles fósiles, esta fuente de energía alternativa hoy forma parte de la transición energética que vive todo el mundo.
Ciertas naciones, por supuesto, llevan mejor ritmo y mayor avance. Las europeas, como Alemania, España y Francia, se cuentan entre ellas, así como Estados Unidos y Canadá del otro lado del Atlántico; no obstante, China es el gigante que domina el mercado, tanto en volumen de fabricación como en capacidad instalada.
La oferta de la tecnología integra hoy lo necesario para expandirse: versatilidad y rapidez de instalación, suficiente eficiencia en el aprovechamiento de la radiación solar y, quizás el punto más importante, bajo costo. Todo ello, para beneplácito de quienes impulsan su empleo.
Aunque en el mercado China lleva la delantera (concentra prácticamente la mitad de la capacidad mundial instalada), del otro lado del mundo, México está dando de qué hablar, a raíz de los resultados de la Primera Subasta Eléctrica de Largo Plazo.
La solar fotovoltaica se posicionó como la fuente limpia ganadora del proceso, tras quedarse con 11 proyectos, localizados en seis estados del país, que aportarán 1 mil 691 MW de los 2 mil 85 MW adquiridos por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para cubrir las necesidades de Certificados de Energías Limpias (CEL) y energía que demandarán los usuarios calificados para 2018.
Quienes impulsan este tipo de tecnología hallan en estas cifras motivo suficiente para celebrar. “Por fin, un sistema fotovoltaico de gran escala es más competitivo que un proyecto de energía eólica, geotérmica y muchos otros”, dice Alejandro Martí, gerente de Desarrollo de Negocios en Solarcentury para México.
Y es que la empresa que representa se enfoca ciento por ciento en el desarrollo de proyectos fotovoltaicos, además de que recién fue elegida para poner en marcha los dos parques que Jinkosolar (consorcio de empresas provenientes de Singapur, Hong Kong y China) obtuvo durante la primera subasta, efectuada en marzo pasado.
El proceso de subasta destacó, además de por su rapidez de implementación, un logro del Cenace, debido a que todas las energías limpias compitieron en igualdad de condiciones, con el resultado que ya se conoce.
Aunque en principio la amplitud del concepto “energía limpia” generaba incomodidadentre las empresas eólicas y fotovoltaicas, principalmente, pues habrían de medirse con la cogeneración eficiente en el proceso, los proyectos de este tipo “ni siquiera figuraron. Las fórmulas que se establecieron para la selección de las ofertas ganadoras fueron totalmente claras y transparentes. Ganaron los proyectos solares”, apunta Martí.
Para él, este primer ejercicio fue más que bueno para la solar, “porque evidentemente la energía eólica en México ha sido mucho más competitiva que la solar históricamente”.
A su juicio, que los precios ofertados por los participantes fueran 35 por ciento más bajos que el tope establecido al inicio del proceso por la CFE “representa un cambio total en la forma en que se implementan las energías renovables, porque están llegando a ser tan competitivas como las no renovables, y sin ayuda de incentivos adicionales”.
La competitividad de los proyectos fotovoltaicos ha crecido gracias la caída de los precios de las celdas y sus componentes, al tiempo que la tecnología sigue avanzando, se desarrollan sistemas que requieren menos insumos en la instalación e integran mecanismos de seguimiento, que permiten adecuar el panel a la posición del Sol durante el día. “Eso aumenta la productividad y reduce los costos”.
A diferencia de un parque eólico o uno geotérmico, dependientes en gran medida de las condiciones ambientales o geográficas para ponerse en marcha y que requieren un plazo mayor para entrar en funcionamiento, los proyectos fotovoltaicos generan en cualquier sitio que haya sol, es decir, casi cualquier parte o, visto de otro modo, donde se necesita.
Muchas grandes empresas que siguieron una línea bajo el régimen anterior, se dieron cuenta de que en estas subastas hay que ser muy flexibles, rápidos y que hay que darle al sistema eléctrico nacional seguridad energética donde la necesita. Por eso Yucatán ganó muchísimo, porque es una zona donde los costos de transmisión y distribución de energía, la falta de generación y la falta de gas o el gas de mala calidad hacen que el costo marginal de la energía eléctrica en la región sea caro. Entonces, poner proyectos de energía solar en esa región hace totalmente sentido, porque van a generar la energía que hace falta, además de que van a bajar los costos”
En cada nave industrial, un arreglo fotovoltaico
Sin duda, los resultados de la subasta significaron un paso enorme en el proceso de transición energética nacional, con claros beneficios para las ambiciones de la industria fotovoltaica. Pero el camino no termina ahí. La segunda subasta ya fue lanzada y lo esperado en septiembre próximo es un resultado igualmente favorable.
Mientras se define a los ganadores del segundo proceso, las empresas del sector fotovoltaico ya tienen planes para su tecnología y se llama industria, cuando menos para Solarcentury. Alejandro Martí explica que la decisión de enfocarse en este sector tomó como base la dinámica europea, “donde la generación en industria hace mucho sentido, porque tienes un espacio desaprovechado donde puedes generar tu propia energía”.
Se declara seguro de que en México este mercado tiene su razón de ser económicamente, basado en tres principales motivos: el beneficio ambiental, el legal y el económico que ofrece a los usuarios industriales.
Con proyectos de este tipo, “la imagen corporativa de la empresa puede decir que es un parque industrial verde, porque genera su propia energía. Si la industria capitaliza este hecho, decir que sus botellas, por ejemplo, se fabricaron con energía renovable, donde no se utilizó gas natural ni combustóleo ni diesel, para el usuario será un gran diferencial”, advierte.
Recuerda, además, que a partir de 2018 “los grandes consumidores de energía eléctrica tendrán que obtener Certificados de Energía Limpia. Si generan su propia energía renovable, van a generar sus propios certificados, en vez de tener que comprarlos”.
El tercero, detalla, es el beneficio económico, que es el más importante. “En este momento nos sentimos orgullosos de que ya podemos brindar un beneficio económico a los usuarios. Antes era un lujo, ahora es todo lo contrario. La subasta nos lo dejó claro. Los precios de la energía eléctrica estuvieron, en promedio, en 85 centavos por kWh, con CEL incluido, cuando los precios promedio de la industria de alto consumo rondan alrededor de 1 dólar. Además, la tecnología solar va a seguir bajando de precio, se van a tener sistemas cada vez más eficientes, lo que representará un ahorro sustancial a la industria mexicana, haciéndolos más competitivos”.
Si a estas ventajas se le suman las proyecciones de crecimiento del sector y de la demanda de energía, el plan cobra más fuerza. “Lo que plantea la Estrategia Nacional de Energía es que va a haber un incremento en el consumo de energía de 3.5 por ciento anual durante los próximos 10 años. Es un crecimiento superior al crecimiento del PIB. Habrá más demanda de energía eléctrica y la única manera de brindar la seguridad energética que necesita el país es mediante proyectos de este tipo, que aminoren la carga”, sostiene Martí.
E insiste en que el beneficio económico que percibirá el usuario industrial con proyectos de este tipo es el argumento de más peso. “Si una granja solar tiene que generar la energía eléctrica, transformarla en alta tensión, transportarla a través de kilómetros de líneas y donde hay pérdidas, generarla tú mismo va a ser tan competitivo como comprarla de la red”.
A esto se suma, matiza, que la energía provista por la red es una mezcla de todas las fuentes: “Un porcentaje es petróleo, un porcentaje es solar, un porcentaje, eólico, un porcentaje, hidro, un porcentaje plantas de combustóleo. El costo de ese mix puede ser inclusive más alto que generar tú mismo energía eléctrica”.
Reconoce que aunque la energía solar fotovoltaica ofrece numerosas ventajas, no “viene a sustituir a otras fuentes de generación, viene a complementarlas. Actualmente, no es económicamente viable tener almacenamiento de baterías para suministrar a los clientes el ciento por ciento de su energía. Durante las noches, se necesitará energía de la red; durante las tardes, también, y durante días nublados. A pesar de que tengamos un día con bastante producción solar, en muchos de los casos, casi nunca iguala al consumo de energía del usuario industrial”.
Deja claro, en consecuencia, que aún no es tiempo de pensar en alcanzar la independencia energética mediante proyectos fotovoltaicos, “pero por eso vamos de la mano. Trabajamos muy en relación con la red, porque los proyectos tienen que ser interconectados, para consumir la energía de la red cuando el suministro del proyecto no sea suficiente. Tratamos de encontrar ese equilibrio”.