Nueva NMX, rumbo a una mejor toma de decisiones
Por Irayda Rodríguez
Las Normas Mexicanas (NMX) son guías de referencia, de aplicación voluntaria, promovidas por la Secretaría de Economía y el sector privado a través de un Organismo Nacional de Normalización. Entran en vigor tras su publicación, con número y nombre, en el Diario Oficial de la Federación y se mantienen vigentes durante cinco años, para luego ser revisadas, actualizadas o canceladas. De acuerdo con el artículo tercero de la Ley Federal de Metrología y Normalización, las NMX establecen reglas, atributos, métodos de prueba, directrices y características designadas para productos, procesos, instalaciones, sistemas, actividades, servicios, métodos de producción y operación, terminología, simbología, embalaje o etiquetado.
Para la elaboración de dichas normas puede tomarse como base algún estatuto internacional, como es el caso de la NMX-J-SAA-50002-ANCE-IMNC-2015, que recientemente entró en vigor y que está fundamentada en la norma global ISO 50002-Energy Audits Requirements with Guidance for Use. Su aplicación en el país especifica los requisitos del proceso para llevar a cabo una auditoría para analizar el consumo de energía, con el fin de que las empresas mexicanas tomen mejores decisiones en términos de gestión energética y logren hacer más eficientes sus procesos y rendimiento, además de obtener beneficios financieros y contribuir a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Como explica Antonio Muñoz Trejo, consultor en normatividad de eficiencia energética para ICA-Procobre, una “auditoria energética implica hacer una revisión de toda la organización, de detectar en dónde se está consumiendo más energía, teniendo en cuenta que ello no se realiza únicamente en la parte eléctrica, también abarca otras fuentes. Por ejemplo, hay empresas que presentan gran consumo de combustible para transportar sus productos de un lugar a otro. Estamos hablando de pequeñas, medianas y grandes empresas de los sectores público y privado, incluso de servicios, como los complejos hoteleros, que también consumen mucha energía, o los edificios de oficinas. Una vez que se identifican estos gastos, se hacen mediciones y se analiza la información para implementar medidas para eficientar los procesos y ver un reflejo en la parte económica”.
Entre las medidas que pueden tomarse, según sea el caso, están las modificaciones en las instalaciones eléctricas, principalmente cuando se sobrealimentan los cables. Otro ejemplo, refiere, sería el reemplazo de motores premium, en los que el cobre contribuye a hacerlos más eficientes, el reemplazo o instalación de transformadores y el aprovechamiento de las fuentes limpias, por mencionar algunos.
El camino recorrido y las perspectivas
Como ha asegurado la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), México ha desarrollado acciones enfocadas al ahorro y uso eficiente de la energía. Esto se debe a factores como los esfuerzos de instituciones públicas, que han puesto en marcha programas y proyectos relacionados con este tema y que han sumado esfuerzos con redes de organizaciones privadas.
Es así que, con esta NMX se dará un paso más en el progreso de políticas que conducen a una legislación completa en materia de eficiencia, en cooperación con la Secretaría de Energía, el Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica (Fide) y la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía (Conuee), a través del PRONASE. Al respecto, agrega Muñoz Trejo, “actualmente, en el mundo, el desenvolvimiento económico se basa en la energía. A medida que los países en desarrollo se perfilan a la expansión industrial, aumentan su participación en el comercio mundial y, obviamente, esto incrementa sus costos energéticos, por eso es que la eficiencia energética se torna un tema global de gran relevancia”.
Ahora bien, para llegar a este punto, las compañías manufactureras y otras organizaciones, tanto públicas como privadas, comenzaron a preocuparse por el establecimiento de un Sistema de Gestión de Energía (SGEn), con el objetivo de reducir el consumo de energéticos y brindar beneficios económicos y ambientales, mediante la implementación de la norma ISO 50001, publicada el 15 de junio de 2011.
Esta pauta fue determinada por la International Organization for Standardization (ISO, por sus siglas en inglés), constituida por institutos especializados en la realización de normas o estándares para diferentes industrias, con integrantes pertenecientes a 161 países y una Secretaría Central en Ginebra, Suiza.
Mediante la implementación de la ISO 50001, las organizaciones pueden conocer la cantidad de energía que se consume en cada proceso y así tomar las medidas correctivas pertinentes, según sea el caso. De ella derivó la ISO 50002.
Con la ISO 50001 se identifican los procesos que más demanda energética tienen y para llevar a cabo la auditoria está relacionada la ISO 50002. En nuestro país, ambas fueron la base para el establecimiento de la nueva Norma Mexicana”
Derivado de la institución del ISO 50001 en la industria, estudios realizados por la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) arrojaron que la implantación de normas internacionales para el uso y gestión de la energía se ve reflejado en un ahorro de hasta 60 % del consumo a nivel mundial, con 50 % en el sector industrial, 7 % en el sector comercial y de servicios y 3 % en los sectores manufactura, agricultura y construcción.
Se sigue trabajando en esta materia, con otras regulaciones emitidas por la ISO, como expone Muñoz Trejo: “Adicionalmente, la norma ISO 50006 establece cómo elaborar una línea base y los indicadores de desempeño energético dentro de una organización; la ISO 50003 es para que los organismos certifiquen su sistema de gestión de la energía, y la ISO 50015 es una guía de medición y verificación para que las organizaciones hagan sus mediciones y verificaciones”.
Para el cumplimiento de lo que marca la NMX-J-SAA-50002-ANCE-IMNC-2015, Trejo describe que las empresas tienen que interesarse en la norma, analizarla y, si su interés es suficiente, implementarla. “Mediante un comité, pueden llevar a cabo un análisis de los consumos energéticos en la empresa y darle seguimiento a la aplicación de la norma”.
El siguiente paso sería obtener la certificación, un proceso que, a futuro, podrá ser un requisito solicitado por instituciones gubernamentales u otras compañías con las que establezcan alianzas comerciales, como aval de que están cumpliendo con los requerimientos y de que han logrado la implementación de un sistema de gestión de energía eficiente.