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Consciencia energética

Cuba es una nación bien conocida por la calidad de su grano de café, el tabaco que producen y la cadencia musical de su gente. El conocimiento de las implicaciones nacionales y mundiales resultantes del uso apropiado de la energía eléctrica es otra característica que despunta como señera de la república isleña.

Cuba demuestra, con su revolución energética, una estrategia eficaz para mejorar sus condiciones de energía.

Por Christopher M. García.

No debe sorprender escuchar que Cuba se destaca en el ámbito de la energía eléctrica. Esta nación ha sido cuna de grandes poetas y músicos; destacados revolucionarios y gobernantes con firmes ideales, además de encontrarse entre los países latinoamericanos con mayor índice de desarrollo humano (según datos de la ONU).

Con una extensión territorial que asciende a menos de la décima parte de la superficie mexicana, la nación socialista desde 1959, bajo la dirección de Fidel Castro, ha logrado concientizar a sus ciudadanos sobre el uso eficiente de la energía, pues, desde los altos mandos hasta los empleados de menor jerarquía, todos han entendido las complicaciones que puede acarrear el consumo indiscriminado de electricidad.

Uno de los fundamentos del régimen socialista desde el inicio de su gobierno fue efectuar cambios de raíz para mejorar las condiciones de los menos favorecidos. La electrificación rural y la reducción en el costo de las redes para dichas zonas marcaron el comienzo de las nuevas labores, emprendidas en sus orígenes mediante la Comisión Nacional de Fomento; la fabricación de líneas y postes de hormigón para suprimir la importación, y la transformación de guerrilleros en instaladores complementaron las primeras labores de reconstrucción.

Sólo tres décadas más tarde, la nación ya había conseguido aumentar su generación de energía a más del quíntuple, pasando de 470.6 MW a 2.967.5 MW. El gran avance se cimentó sobre la construcción de distintas plantas termoeléctricas. Máximo Gómez (Mariel), Antonio Guiteras (Matanzas), Felton (Holguín), Otto Parellada (Ciudad de La Habana), Antonio Maceo (Regla), Carlos Manuel de Céspedes (Cienfuegos), Antonio Maceo (Santiago de Cuba), 10 de Octubre (Nuevitas) y Santa Cruz (La Habana) se cuentan entre las principales.

Tales avances en la generación energética posibilitaron a las instancias de gobierno conseguir, prácticamente, la totalidad de suministro eléctrico para la ciudadanía, echando mano del petróleo y otros combustibles, además de tecnología, que provenían de los países de Europa del Este (la extinta URSS).

La autogeneración y el servicio público constituyen las palancas de producción eléctrica; 88 por ciento del segundo y el resto del primero. La dilución del socialismo entre las naciones de Europa trajo consecuencias para la isla, debido al agravamiento de la situación económica que repercutió en el sector eléctrico. Para contrarrestar el golpe, en 1997 se implementa el Programa para el Ahorro de Electricidad en Cuba (PAEC).

Siete años después, ya en el nuevo milenio, una avería acaecida durante las labores de mantenimiento en la termoeléctrica Guiteras causó una severa afección en el Sistema Electroenergético Nacional.

Revolución Energética es el nombre que recibió el programa propuesto por Fidel Castro para llevar a cabo la sustitución de las antiguas termoeléctricas por generadores que brindaran un sistema seguro y bastante para la nación, además del reemplazo de los equipos electrodomésticos antiguos. Esta estrategia, planeada en principio para ayudar al país a enfrentar la situación económica causada por el fallo de 2004, se ha transformado en la base de la consciencia nacional de ahorro energético.

Seguir y fomentar acciones simples le ha permitido a Cuba lograr ahorros sustanciales en el consumo eléctrico:

  • Apagar las luces encendidas innecesariamente
  • Evitar la entrada y salida frecuente de habitaciones que cuenten con equipos de aire acondicionado
  • Apagar y desconectar videocaseteras y DVDs cuando no se usen
  • Reunir la mayor cantidad posible de ropa para cargar el equipo a la máxima capacidad admitida y así disminuir el consumo
  • Reunir la mayor cantidad de ropa posible para planchar una vez por semana. No planchar en horario pico
  • Colocar la T.V. en un lugar fresco y separado 3 cm de la pared
  • No abrir el refrigerador sin necesidad; cuando se haga, cerrar la puerta de inmediato: cada vez que se abre la puerta, 20 por ciento del aire frío se escapa
  • Desconectar el refrigerador de la corriente durante la noche

La Revolución Energética también alentó con fuerza la introducción de energías renovables. A finales de 2007, Cuba se encontraba en el sitio 61 por su potencia eólica instalada, según la Asociación Mundial de Energía Eólica.

El primer parque eólico cubano, ubicado en Isla Turiguanó, cuenta con dos máquinas de 225 kW. Hasta fechas recientes, el país disponía de herramientas importantes para desarrollar este tipo de energía; el mapa del potencial eólico nacional es uno de ellos, pues permite estimar el mejor sitio para ubicar nuevos parques.

La instalación del parque Gibara 2, a punto de concluirse, hará que la nación eleve su producción a 11.7 MW de fuentes eólicas. Pero el panorama es alentador; los cálculos más conservadores estiman en 2 mil MW la capacidad de producción de la isla.

La energía proveniente del sol también se erige como una posibilidad interesante, dada la ubicación geográfica del país. La intensidad de la radiación solar se valora entre 900 y 1 mil watts por metro cuadrado al incidir perpendicularmente sobre una superficie, lo que deviene un promedio de más de 5 kilowatts por hora al día, por metro cuadrado, como valor promedio cada año.

Para este tipo de energía, la variación de un lugar a otro es significativa. Pero los tres grados de diferencia de latitud, entre un extremo y otro del territorio cubano, eliminan tal consideración, así como la variación entre el verano y el invierno, pues a diferencia de otros países, en Cuba se puede utilizar la radiación solar en cualquier lugar y época del año.

Aún así, la fuente de energía renovable más significativa para la nación insular se encuentra en la biomasa, pues la agroindustria cubana de la caña de azúcar contribuye con su parte al producir 20.5 millones de toneladas de bagazo y una cifra análoga de residuos agrícolas.

Esta industria y las similares utilizan dichos residuos para satisfacer 74 por ciento de la demanda eléctrica del Ministerio Azucarero. Su producción eléctrica asciende a más de 700 MW mediante la función de 804 generadores de vapor y 349 turbogeneradores de vapor.

La carencia y la producción deficiente de energía por otros métodos convierten a esta opción en la más viable a mediano y largo plazo para el país. Entre los planes que se pretenden implementar, se menciona el aprovechamiento más eficiente de la biomasa proveniente del bagazo cañero, de modo que satisfaga la demanda eléctrica total de sus actividades productivas.

A largo plazo, el escenario luce más ambicioso, pues se contempla la posibilidad de que este tipo de energía se convierta en proveedor neto para el Sistema Eléctrico Nacional, lo que resultaría en la duplicación, incluso triplicación, de la cantidad generada y la supresión total de la dependencia que se tiene de los combustibles fósiles.

Debido a que existen zonas apartadas que ostentan dificultades de acceso a la red de suministro, se plantea la opción de aprovechar los residuos agroindustriales forestales y arroceros, lo que volvería más sostenibles tales industrias, una de las preocupaciones primordiales para el Gobierno en este campo, y permitiría una producción energética más elevada, sin tener que apoyarse por completo en la producción a base de caña.

De implementarse estos planes, la demanda energética no sería la única problemática que obtendría solución. La consciencia ambiental y de energía que caracteriza a las actividades de generación cubanas se verían fortalecidas, ya que la quema de combustibles fósiles para el funcionamiento de las plantas hidroeléctricas que dependen de él quedaría eliminada y traería consigo una reducción considerable en las emisiones de CO2 a la atmósfera.

Por otro lado, los suelos marginales que son inaptos para el cultivo de productos agrícolas serían propicios para la instalación de bosques energéticos. Con ello, se recuperarían dichos suelos y el ambiente experimentaría una mejora radical.

Por tales razones, aunadas a la mentalidad ciudadana de ahorro y consumo eficiente de la energía, Cuba se yergue como un ejemplo de consciencia energética. Una serie de medidas que a primera vista parecerían fútiles han creado el entorno de bienestar y suficiencia energética que en otras latitudes aún se pugna por alcanzar.

Revolución Energética
En 2005, la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó declarar a 2006 como “Año de la Revolución Energética en Cuba”. La decisión surgió porque el Gobierno de Cuba se comprometió a dar mayor fuerza a la estrategia nacional para potenciar el desarrollo sostenible, de modo que se pudieran satisfacer las necesidades de todos los ciudadanos cubanos sin excepción. El plan se basa en los siguientes puntos:

  • Profusión de una cultura energética dirigida hacia la consecución de un desarrollo seguro, sostenible, independiente y en defensa del medioambiente
  • Exploración, conocimiento, aprovechamiento y utilización de las fuentes de energía nacionales, sean o no convencionales
  • Uso consciente de la energía, que el usuario final genere el máximo ahorro y la introducción de tecnología de alta eficiencia
  • Producción distribuida de la electricidad y cercana al sitio de consumo
  • Desarrollo de tecnología para generalizar el uso de las fuentes de energía renovable, con miras hacia el progreso del balance energético nacional
  • Participación de todos los ciudadanos en la Revolución Energética

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