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Pobreza ante el cambio climático

Quiénes están más expuestos a los daños del fenómeno y qué tan costoso es apoyarlos son aspectos poco conocidos, pero de suma importancia en el proceso de adaptación a las modificaciones climáticas.

Existe la necesidad de generar alternativas que diversifiquen los ingresos de las familias con gran vulnerabilidad.

Por  Christopher M. García.

Las afectaciones por los cambios en el comportamiento ambiental son un hecho incontrovertible; los actores que toman partido para buscar soluciones al problema provienen cada vez de especialidades más diversas. El aspecto financiero sobresale con mayor relevancia.

En entrevista con Constructor Eléctrico, el doctor Armando Sánchez Vargas, Investigador de Tiempo Completo y Coordinador del Centro de Pronósticos en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, puntualiza qué regiones del Distrito Federal presentan mayores riesgos, cuán costoso les sería enfrentar el problema y algunas propuestas para afrontar el desafío.

“La única manera de contrarrestar la tendencia mundial es generar un esquema donde resulte más costoso quemar combustibles fósiles y más barato generar energía limpia”.

Constructor Eléctrico (CE): En la Ciudad de México, ¿quiénes son los más vulnerables ante el cambio climático?

Armando Sánchez Vargas (ASV): Bueno, existe la vulnerabilidad en términos de pobreza y en términos regionales. Hay áreas que son mucho más vulnerables que otras, pero hay personas que también lo son en términos socioeconómicos, al punto que un evento de cambio climático podría afectarles más debido a sus circunstancias. Según nuestros últimos resultados, hay, por lo menos, tres delegaciones de la ciudad con gran vulnerabilidad: las zonas enmarcadas en Gustavo A. Madero, Iztapalapa y Azcapotzalco.

CE: ¿Esto se debe a su posición en la ciudad o a la pobreza de los ciudadanos?

ASV: A ambas cosas. Tiene que ver con que hay una gran cantidad de ciudadanos pobres, de acuerdo con las mediciones multidimensionales de pobreza; pero, también, la infraestructura de estos distritos está bastante deteriorada. Entonces, son más sujetos a inundaciones, puesto que el alcantarillado, la ingeniería, el sistema hidráulico están también en condiciones vulnerables.

CE: ¿Cómo afecta el cambio climático a estas comunidades?

ASV: Directamente, a escala familiar, si comenzara a haber lluvias de grandes magnitudes, con las estimaciones que tenemos, estas personas enfrentarían una reducción de 1.4 días en el acceso a agua potable por semana. Asimismo, la probabilidad de que las personas tuvieran que migrar aumentaría; los ingresos trimestrales caerían en 1 mil 742 pesos. Esa reducción de ingresos, para una familia promedio, no es tan grande; pero, para una familia pobre, que a veces es la cantidad que obtienen por trimestre, significaría quedarse en cero.

Por ello, existe la necesidad de generar alternativas que diversifiquen los ingresos de estas familias para que puedan enfrentar el cambio climático; no sólo eso, el Gobierno tiene que realizar obras de infraestructura, inversiones en ingeniería, para que el Distrito Federal pueda enfrentar estos fenómenos.

Se tienen bien localizadas las zonas que sufrirían mayores afectaciones debido al cambio climático. Por ejemplo, si hubiera alta precipitación, el mayor número de personas afectadas se localizaría en las delegaciones Álvaro Obregón, Gustavo A. Madero y Venustiano Carranza; si se presentara una onda de calor grave, sería nuevamente Gustavo A. Madero una de las más dañadas. En números concretos, la cantidad de personas en esta delegación ascendería a 365 mil; Iztapalapa se encuentra en una situación similar. Habría que diseñar, entonces, programas de política pública que ayuden a la gente en peores condiciones económicas, pero también a mejorar la infraestructura.

CE: ¿Se tienen planes para desarrollar alguno?

ASV: De hecho, el estudio titulado El cambio climático y la pobreza en el Distrito Federal fue financiado por el Gobierno del Distrito Federal y realizado por la UNAM el año pasado. En este momento estamos trabajando en otro; éste es una propuesta de reordenamiento territorial para poder enfrentar estas cuestiones.

CE: ¿Aproximadamente, cuántas personas se encuentran en esta situación?

ASV: El total de personas en las 16 delegaciones en condiciones de extrema pobreza y que además están en condiciones muy vulnerables sería de más de 112 mil. Hay otro tanto que se encuentra en vulnerabilidad media y otro en vulnerabilidad baja.

CE: ¿Qué otros servicios públicos se verían afectados ante un evento de este tipo?

ASV: La seguridad alimentaria es otro de los factores que se vería seriamente afectado. Tenemos estimaciones de que, por familia, se tendrían que invertir 313 pesos más en alimentos por trimestre; la marginación aumentaría en 0.5 por ciento. En salud, por ejemplo, la incidencia de enfermedades aumentaría 0.6 por ciento.

CE: ¿Qué se podría hacer para diversificar los ingresos de las familias?

ASV: Programas donde se apoya a una familia con cierta cantidad de ingresos, pero se les condiciona a cierto comportamiento. Sabemos que cada familia requeriría 300 pesos más por trimestre para poder cubrir sus necesidades alimentarias en caso de que se presentaran fenómenos de cambio climático más recurrentes; entonces, se les otorgaría una beca alimentaria, bajo la condición de reciclar la basura y de mantener las alcantarillas. También se pueden diseñar programas de empleo verde: si va a haber precipitaciones, pero el asunto empeora porque el sistema de alcantarillado se tapa, crear un programa de empleo en el que la gente de la misma comunidad las destape.

CE: ¿Habría que modificar los modelos económicos?

ASV: Se tendrían que repensar. El dilema es crecer, pero de manera amigable con el ambiente y, además, protegiendo a la población vulnerable. No es un problema sencillo para los gobiernos, porque, en época de crisis, lo que primero se recorta es el gasto ambiental y el de educación, pues hay que sobrevivir. Y lo más probable es que el número de personas en estas condiciones crezca. El clima ya cambió, ya no se puede predecir tan fácilmente.

Ahora, las soluciones son muchas y muy variadas. Entre ellas, están alternativas como la generación de energía de forma limpia. No podemos seguir quemando combustibles fósiles a la misma tasa que lo estamos haciendo. Se pueden generar políticas públicas que enfaticen la creación de alternativas no invasivas de crecimiento para las familias, políticas de alfabetización en términos ambientales.

CE: Si tomamos en cuenta que la quema de combustibles fósiles es política mundial, ¿qué se puede hacer desde el punto de vista económico para cambiar esta tendencia?

ASV: Económicamente hablando, el incentivo por seguir quemando combustibles fósiles es más alto que los costos. La única forma de que podamos contrarrestar esto, a escala mundial, es generar un esquema donde resulte más costoso quemar combustibles fósiles y más barato generar energía limpia. En el momento en que se logre igualar las dos prácticas, los mismos empresarios y gobiernos van a estar interesados en el otro esquema. Pero eso no va a resultar de los mercados solos. Los mercados no lo van a poder lograr, porque son imperfectos. Podemos ayudar a generar algunos incentivos, como los bonos de carbono. Son programas que ya llevan varios años, pero que no han resultado tan efectivos porque no han logrado interesar a los gobiernos. Mientras no haya una intervención fuerte por parte de los gobiernos, las empresas y los individuos no lo van a lograr. El gobierno puede ayudar con esquemas de apoyo, de coinversión con empresas privadas, pero no hay el gasto en la infraestructura necesaria. Además, eso reactivaría la economía: no sólo se generaría energía limpia, sino empleos en el área.

CE: ¿Resulta costoso subsanar los daños?

ASV: Es costoso, porque los daños ya están ahí. Pero se deben enfrentar de una manera planeada; es decir que si se va a gastar en algo, se obtenga un retorno. Sí es costoso, pero es más costoso no hacerlo; no obstante, puede volverse más rentable si se invierte en algo que sea sustentable. Por ejemplo, en la UNAM estamos impulsando un proyecto de reforestación, junto con una ONG, llamada Servicios Ambientales de Oaxaca (SAO). El plan es reforestar tres áreas que se encuentran muy dañadas; el costo va a ser altísimo, pero estamos tratando de obtener recursos mediante agencias internacionales que se dedican a apoyar económicamente este tipo de esquemas. La idea es que se capture carbono con la plantación de nuevos árboles, pues si no vamos a detener el cambio climático, al menos lo vamos a postergar un poco más. Estamos intentando que el proyecto sea autosostenible. La gente corta los árboles porque tienen necesidades que cubrir; entonces, les estamos ofreciendo alternativas. Nosotros reforestamos el área y ellos reciben un pago por cuidar los árboles, en lugar de talarlos.

Los enfoques nuevos para hacer intervenciones que generen crecimiento económico en la comunidad, pero que al mismo tiempo sean amigables con el ambiente, se llaman enfoques integrados. En ellos se contemplan tres cosas: conservación de la flora y la fauna, combate a la deforestación y permitir que las familias mantengan un nivel de vida digno. Estamos tratando de impulsarlo en más áreas; tenemos un acuerdo con la Universidad de Berkeley, en EUA, y con tres ONG: SAO, Pronatura y el Consejo Civil. Son esfuerzos que están iniciando.

En el proyecto están involucrados sociólogos, politólogos, economistas, ingenieros forestales, matemáticos, estadistas; somos 30 personas en un grupo multidisciplinario. Uno de los mayores desafíos es llegar a un acuerdo entre las diferentes partes; es decir, qué quiero yo, qué necesita la comunidad y qué ofrecen las instituciones que financian los programas. Es un trabajo complicado, pero es posible.

Al final del día, si conoces los montos de inversión que necesitas, puedes formar empresas en las comunidades. Las agencias internacionales pueden aportar dinero, pero sólo sea una vez; en cambio, si se logra que los campesinos hagan su cooperativa, promuevan el ecoturismo y que, además, protejan al ambiente resulta en un enfoque integrado, el cual considero que será la tendencia en los próximos 20 años.

CE: Respecto de las regulaciones sobre emisiones contaminantes, ¿habría necesidad de hacerlas obligatorias?

ASV: Regular a las empresas siempre va a ser algo importante, porque, si no existe esta regulación, eres libre de consumir un recurso que es colectivo. Pero considero que lo más adecuado es generar los incentivos, de modo que a la gente, en lugar de interesarse en contaminar, le sea muy costoso hacerlo y que sea más rentable producir de manera limpia; resulta más productivo premiar que castigar.

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