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Energía y género un análisis para avanzar hacia el desarrollo

Aunque en diversas agendas gubernamentales la equidad se encuentra ausente. Actualmente, algunos países latinoamericanos reconocen la importancia y beneficios de la inclusión, y la incorporan a sus políticas energéticas.

56% las mujeres laboralmente activas que ejercen sus actividades en condiciones informales, según el Inegi.

Por  Antonia Tapia.

A ctualmente, diversos organismos y programas gubernamentales se encuentran en el desafío de formular e implementar políticas energéticas en las cuales las mujeres cuenten con mayor participación. Ejemplo de ello es el proyecto Desarrollo de Equidad de Género en el Sector Energía, de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), que entró en vigencia el año pasado y que cuenta con el apoyo de la Agencia para el Desarrollo de Cooperación Canadiense.

Esta iniciativa busca contribuir a disminuir la inequidad entre hombres y mujeres en el acceso a los recursos energéticos en los países, y crea mayores oportunidades para que las mujeres sean parte activa de las decisiones de proyectos, programas y políticas en la región.

Pero, qué es el género. A qué se denomina equidad de género. Cuál es la relación existente entre energía y género.

Según de documento Género, cultura y sociedad, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el género es el conjunto de creencias, valores, comportamientos y actividades atribuidas de manera diferenciada a mujeres y hombres, a través de un proceso de asimilación social. El concepto de género es relacional, es decir involucra tanto a hombres como a mujeres en su relación. Esta construcción cultural, dentro de las sociedades, establece qué es lo propio para las mujeres y qué es lo propio para los hombres. En ese sentido, instituciones como la familia, iglesia, escuela o medios masivos de comunicación promueven y refuerzan diferentes roles de género asociando, en reiteradas ocasiones, lo femenino a lo maternal y doméstico; contrapuesto con lo masculino, que se identifica con lo público, el ámbito laboral, la toma de decisiones y el éxito.

Indicadores
Según estudios publicados en el Sistema de Información de Indicadores de Género, perteneciente al Instituto Nacional de las Mujeres, en 2012, 77 de cada 100 hombres y 43 de cada 100 mujeres participan en actividades económicas. Sin embargo, indica el informe, a pesar del incremento durante las últimas décadas de la participación femenina en el trabajo remunerado, sigue siendo muy bajo debido a muchos factores, entre los que se destacan la discriminación en las prácticas de contratación, remuneración, movilidad y ascenso, condiciones de trabajo inflexibles; insuficiencia de servicios tales como los de guardería, así como la distribución inadecuada de las tareas familiares en el hogar.

Como indican los estudios, no todas las mujeres gozan de los mismos derechos y oportunidades, y la brecha continúa. En cuanto a educación, de acuerdo con datos de 2010, la tasa de analfabetismo es de 5.6 por ciento en hombres y 8.1 en mujeres. El 18.8 por ciento de las mujeres viven en pobreza alimentaria; en pobreza patrimonial, 51.28 y, en pobreza multidimensional, 46, de la cual 46.3 por ciento son mujeres. Cabe destacar que en México la falta de oportunidades se acrecienta si es de descendencia indígena. El 33.7 por ciento de las mujeres de habla indígena que tienen 15 años o más son analfabetas, mientras que este porcentaje es del 19.1 por ciento para los hombres de la misma edad.

En los países del Norte, las mujeres constituyen menos del 20 por ciento de la mano de obra profesional en el sector energético. En el Sur, las cifras son aún más bajas. Las mujeres ganan 30 por ciento menos que los hombres en igual función y por falta de información tienen menos acceso a la justicia.

Equidad en el sector
La equidad de género (la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres y el empoderamiento de las mujeres en sus derechos económicos, sociales, ambientales, culturales y políticos) es un concepto que se incluye dentro de la formulación de diferentes políticas públicas. El sector energético no es ajeno a esta visión y países como Bolivia, Uruguay o Nicaragua ya están trabajando en esta materia a través de la OLADE.

Al respecto, Sissy Larrea, asesora de Equidad de Género de la OLADE, explica que las mujeres están relacionadas directamente con la energía y son sus usuarias principales debido a los roles de género que se encuentran dentro de una familia. “El análisis con enfoque de género permite identificar cómo las mujeres están relacionadas directamente con la producción, distribución y usos de la energía. Las personas no se relacionan de la misma forma con los recursos energéticos, ya que los hombres y mujeres tienen diversos papeles productivos”.

Las mujeres urbanas y rurales, afirma la asesora de OLADE, se encuentran en gran vulnerabilidad, ya que no sólo pueden ver afectada su salud por los recursos energéticos que con suerte disponen, sino que también no tienen acceso al crédito porque realizan trabajo informal y no son poseedoras de la propiedad de la tierra.

Al analizar estos factores, expresa la asesora, “se visualiza que las condiciones en las que se encuentran algunas mujeres son preocupantes, y allí el tema energético es clave”. Conocer la realidad de las comunidades en las cuales se implementan las políticas, bajo un análisis de género, revela el trabajo invisible que llevan a cabo las mujeres con los insumos energéticos, lo cual es una fuente indispensable para el desarrollo de las economías.

“En el momento en que tu colocas un poste de luz en un lugar, atrás viene el desarrollo y la oportunidad de mejorar las condiciones de las mujeres”, explica Sissy Larrea, quien subraya que planificar políticas energéticas con enfoque de género es uno de los grandes retos de los distintos Gobiernos de la región, ya que es necesario analizar y comprender los diferentes roles y necesidades existentes entre hombres y mujeres en relación con la energía.

Frente a la poca sensibilidad del sector energético en cuanto a temas de género, la asesora de OLADE explica que entre muchas causas esto se debe a que el sector se asume como masculino y sus políticas se formulan con gran tecnicismo. Además, en el sector gubernamental, en su mayoría, los puestos de decisión se encuentran ocupados por hombres, lo cual no da espacio a una visión inclusiva y participativa. Estos factores, sintetiza, actúan como condicionantes y generan resultados poco eficientes, parciales, que no ayudan a reducir la pobreza, ya que no se ha abordado la política desde una visión de desarrollo integral.

“Otro obstáculo ha sido que las políticas aplicadas a veces no han superado los roles de género tradicionales y se ha seguido vinculando a la mujeres con el espacio doméstico, como pasivas beneficiarias. En ese sentido, no se formulan proyectos productivos de largo alcance que puedan empoderarlas y ser ellas actoras de su propio desarrollo. De igual forma, la inexistencia de indicadores de género, que den cuenta del uso o del acceso a la energía de manera diferenciada, aún es materia pendiente”, indica la asesora.

Sissy Larrea observa que actualmente las mujeres también tienen muchos inconvenientes dentro de sus comunidades porque no se las consulta, y señala que ésa es una de las tantas respuestas a por qué los proyectos fracasan. “El tema energético es un tópico de desarrollo integral, que debe incluir un enfoque de derechos y de inclusión social.No es un tema neutral: tienes que saber quién no está incluido”.

Hasta el momento, apunta la asesora, países como Nicaragua, Uruguay y Bolivia que también participan del proyecto de la OLADE, están encaminados en una política energética más participativa y están avanzando en cuanto a género y energía, ya que entienden que incluyendo la equidad de género dentro de sus iniciativas se busca generar cambios y así disminuir la brecha de desigualdad.

Acciones para transformar
El proyecto de la OLADE cuenta con la participación de aproximadamente 14 países, y en cuanto a género y energía aborda cuatro líneas. Una de ellas es obtener el compromiso político de los países de la región. Al respecto, este año se realizó un encuentro en Nicaragua, en donde se trabajó en capacitación, con diversas herramientas para incorporar al tema. De esa reunión se formó una red dentro de la cual se socializa información y distintas experiencias. Actualmente se tiene pensado, en los próximos meses, un nuevo encuentro en Bolivia.

“En este tipo de reuniones, las personas se capacitan y luego cada país asume sus propios retos. Nicaragua, por ejemplo, ya aceptó el compromiso de crear su unidad de género dentro del Ministerio de Energía, y actualmente la empresa de electricidad también se encuentra incluyendo el enfoque de género dentro de sus acciones”, comenta la asesora.

Otra de las estrategias que tiene el proyecto de OLADE es construir alianzas estratégicas. En ese sentido, se encuentran en diálogo con diferentes organismos, como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Red Energía, Oficina de la Mujer de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe y con la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, con sede Ecuador.

Asimismo, otra de las líneas de trabajo es generar conocimientos y sistematizar las experiencias de los países que se encuentran más avanzados en esta materia. Para la sustentabilidad de este proyecto también es prioritario comenzar con el lenguaje inclusivo, conseguir voluntad política y presupuesto.

La asesora de la OLADE también resalta que la innovación tecnológica y la capacitación de las mujeres y jóvenes en el área energética es muy importante. “Es relevante saber de qué forma el sector puede incluir. A nivel regional están hablando del cambio de matriz, pero ese cambio, sin dudas, debe ir acompañado de equidad”.

Sissy Larrea reconoce que este tipo de proyecto lleva muchos años para que dé sus frutos, ya que tiene que ir acompañado del convencimiento, sensibilización y compromiso de los actores.

“Hasta el momento los hombres han tenido muy buena recepción y se encuentran abiertos a escuchar acerca de esta iniciativa y capacitarse: quieren saber de qué se trata”.

Sin embargo, la asesora de la OLADE también reconoce que en países en donde el tema de género es ajeno cuesta mucho poder tener una visión más participativa, en donde las mujeres puedan decidir, opinar, planificar, exista mayor incidencia y puedan llegar al empoderamiento.

Para finalizar Sissy Larrea subraya que uno de los mayores retos que enfrenta este proyecto es la sensibilización, incluir indicadores que demuestren las brechas de género, trabajar en red y en conjunto hombres y mujeres,  sistematizar experiencias, capacitar y construir espacios de participación que sean más amigables.

“En definitiva el gran desafío es pensar las políticas energéticas desde un desarrollo integral, que sean inclusivas no sólo desde el género, sino también desde lo generacional, lo étnico y lo diverso sexualmente”, concluye.
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