Columna

¿Cambian las reglas o cambia el juego?

Por Héctor Sánchez García.

Dentro del tema de la Reforma Energética, el periodo del segundo semestre de 2013 al primer semestre de 2014 ha sido muy sensible para México, producto de los cambios constitucionales y una restructuración del orden normativo en Leyes Secundarias que mantuvieron a la comunidad internacional y a los inversionistas nacionales y globales en un escenario de incertidumbre y preocupación respecto del destino de los contenidos propuestos por el Ejecutivo y la división evidente del Congreso que muestran las votaciones en ambas Cámaras.

Finalmente, agosto de 2014 será recordado en el futuro como el mes que cambió los paradigmas de las políticas públicas y la apertura del sector energético al mundo.

A partir de 2015 inicia la cuenta regresiva tanto de las promesas de campaña en pro del cambio, como del Gobierno y sus instituciones, que han señalado, entre otros beneficios:

  • Las cuentas de recibos de luz irán a la baja y los consumidores del servicio tendrán más de una opción para contratar
  • La caída de los precios de gas natural por mayor capacidad de explotación en asociaciones privada-pública jugarán en favor de esta caída de las cuentas
  • Generación de empleos directos e indirectos al detonar grandes inversiones en el orden de 30 mil millones de dólares: empleos mejor remunerados
  • Incremento paulatino del producto interno bruto y mejor distribución de la riqueza petrolera

Se continuará con subsidios focalizados para el sector económico vulnerable y se obtendrán subastas de energía eléctrica para los clientes no regulados; y entrarán a un nuevo esquema los productores independientes dentro de una competencia real que se ajustará al costo marginal vía subasta pública

El reto: no son menores y estarán en el escrutinio del pueblo mexicano, debido a que el modelo cambia de manera profunda la misión y la visión del Gobierno de hacer las cosas diferente y abiertas en el sector energía, y que las expectativas generadas se cristalicen en realidades; de lo contrario, el menoscabo a los intereses del país y la legitimación de la Reforma quedará en entredicho. Lo más grave: se legitimará el sometimiento de México a intereses de políticas internacionales y de globalización a ultranza.

Como lo ha dicho David Konsevik, autor de la teoría de la Revolución de las Expectativas: “En un mundo globalizado y en democracia, el poder es como un violín: se toma con la izquierda pero se toca con la derecha”.

Como mexicano, espero que las reglas de contenido nacional beneficien a la industria nacional y que las pequeñas y medianas empresas del sector de los constructores eléctricos, quienes realizan las obras y proyectos, puedan lograr entre 35 y 40 por ciento de participación en forma directa o indirecta del mercado que estará licitándose en los próximos años.
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Héctor Sánchez García
Egresado del Centro de Investigaciones de la FCPAP de la UANL. Coordinador del Sector Salud del Gobierno Federal. Catedrático de la Facultad de Administración y Contaduría Pública. Es accionista y director General de SEPSA, empresa que ha generado expansión a cuatro empresas a nivel internacional.

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