DestacadosHistórico de la revistaPortada

México en el mundo de la eficiencia energética

Gestionar el consumo energético de un inmueble es de gran importancia, debido a que demandan aproximadamente 33 por ciento de la electricidad total generada en el país. Lo cierto es que estrategias para hacer eficiente un inmueble sobran, pero muchos mitos y malas prácticas continúan coartando sus efectos. El tema expande sus alcances, pues se suman nuevas normas, el transporte entra en la agenda y los nuevos materiales constructivos comienzan a incidir en el balance energético.

Por Manuel Merelles

Construir edificaciones que empleen la energía de manera eficiente es una exigencia innegable. Los efectos adversos por el uso indiscriminado de recursos naturales y el desperdicio de la energía son tópicos que se encuentra íntimamente relacionados con la industria de la construcción eléctrica y de obra electromecánica.

En México, el sector energético representa 67.3 por ciento del total de los gases de efecto invernadero (GEI) que se emiten en el país, los cuales ascienden a 750 millones de toneladas de CO2 equivalentes. El 22 % de los GEI corresponde a la generación de electricidad; 8 % a la industria de la construcción y 22 % al transporte, todos incluidos en el sector de la energía. A esto se suma que sólo 6.9 % de la energía primaria del país proviene de fuentes renovables; 65.2 % del petróleo; 22.3 % del gas natural; 3.6 % del carbón; 1.0 % de energía nuclear, y 1.0 de condensados, de acuerdo con el último informe de la Secretaría de Energía (2013).

A0CE0042025
Virginia Pérez

En este contexto, las edificaciones comerciales (sólo después de las grandes industrias) consumen la mayor cantidad de energía primaria generada en el país, rasgo que coloca al sector en un reto mayúsculo para disminuir la demanda energética, sobre todo ante un panorama de escasez de recursos, encarecimiento de la oferta y posibilidades de crecimiento de los ofertantes en un futuro todavía lejano.

En comparación con las naciones de América Latina, México ocupa el sitio más alto en temas de eficiencia, según refieren los expertos, debido, sobre todo, a lo robusto de su esquema normativo en temas de eficiencia energética. Sin embargo, en comparación con las naciones más desarrolladas del orbe, ante quienes por lo regular se busca equiparar los logros del país, México va a la zaga. ¿Es lícito hablar de eficiencia energética en México?

La energía más eficiente, la que no se consume
Al hablar de eficiencia energética es imprescindible considerar las distintas regiones climáticas que posee el territorio nacional. En opinión de la arquitecta Alicia Silva, directora y fundadora de la empresa Revitaliza Consultores, existen cinco puntos fundamentales al realizar el proyecto para una edificación energéticamente eficiente. “Tiene que ver con hacer los edificios verdaderamente eficientes por medio de los recursos disponibles según el clima donde se realizará la construcción. Existen cinco consideraciones importantes: el envolvente, todos los sistemas mecánicos y eléctricos, la iluminación, los materiales de la envolvente y la proporción entre macizo y vano”.

Por otra parte, de acuerdo con la licenciada Caroline Verut y la arquitecta Virginia Pérez, ambas de Ítaca Proyectos Sustentables, despacho de consultoría enfocado en el desarrollo de proyectos de edificación sustentable, es factible dividir la eficiencia energética en tres temas.

El primero de ellos es la disminución de la demanda. “Esto significa reducir la cantidad de energía que se utiliza mediante soluciones que reduzcan o sustituyan la cantidad total de energía que se necesita para el proyecto o edificación. Para ello, una opción puede ser hacer uso de las energías libres o gratuitas, como el sol o el viento. Las soluciones de arquitectura pasiva o bioclimática para el diseño de edificaciones son ejemplos de dicha alternativa. Tal como el empleo de ventilación natural en climas templados, a fin de evitar el uso de equipos de aire acondicionado”, explican Verut y Pérez.

En este tenor, la arquitecta Silva ratifica la importancia del diseño para lograr una alta eficiencia energética. “El primer recurso para la eficiencia energética es un buen diseño arquitectónico. La tecnología tiene que apoyar al diseño arquitectónico para hacer bien su trabajo; sin embargo, la manera como se ha hecho durante los últimos 40 años ha sido al revés, debido a que la tecnología sustituye todos los errores del diseño arquitectónico. El diseño es una parte fundamental para hacer eficiente el uso de los recursos de manera pasiva y es necesario poner énfasis en resolver la eficiencia energética de esta forma”, señala.

El segundo tema, que es la eficiencia energética propiamente, “implica obtener el mismo nivel de confort, lumínico y térmico, por ejemplo, con un menor consumo. Un ejemplo consistiría en la sustitución de focos incandescentes por ahorradores fluorescentes o LED. Con ello, se obtiene el mismo nivel de iluminación, pero a un costo reducido y con menor gasto energético”, especifican las representantes de Ítaca Proyectos Sustentables.

A0CE0042023El tercer tema se relaciona con la generación de energías renovables en sitio. “Una vez que se redujo la demanda de confort al mínimo y se alcanzó la máxima eficiencia energética posible, se puede evaluar la posibilidad de generar energía en sitio con paneles fotovoltaicos o con calentadores termosolares, por ejemplo, ya que éstos tienen un costo elevado en comparación con las soluciones anteriores”, sostiene la licenciada Verut.

Respecto de la proyección inicial, la arquitecta Pérez propone la visión del arquitecto William McDonough: “Él dice que, en cuanto a un edificio, desde el primer trazo se define cuánto va a contaminar, consumir, impactar o generar y ahorrar, así como su eficiencia, independientemente de sus dimensiones”.

En este sentido, el equipo encargado del diseño de un edificio tiene la mayor responsabilidad en temas de sustentabilidad y eficiencia energética. “Es posible alcanzar un desempeño net-zero, es decir, que su consumo sea independiente de la red de suministro, o bien, su generación sea igual a su consumo, aunque utilice la red con un medidor bidireccional”, sostienen Verut y Pérez.

archigreenconceptFinalmente, es necesario que los usuarios de las edificaciones, ya sean residenciales o comerciales, ejerzan su poder como demandantes de espacios, para exigir que éstos tengan un consumo mínimo de energía, debido a que ellos serán quienes pagarán la cuenta. “Las personas pasan 90 por ciento de su tiempo en el interior de una edificación, razón por la cual ciudadanos y usuarios de casas y edificios tienen que ser conscientes del impacto que se tiene a nivel global al habitar o trabajar en un edificio poco eficiente en el uso de los recursos”, afirma Verut.

Uno de los puntos esenciales por considerar para verificar que un edificio es energéticamente eficiente es la factura de energía eléctrica y la distribución del cobro; aunque esto debe evaluarse mediante una diversidad de herramientas, como el mapeo ecológico, un ecobalance, un modelado energético y la comparación con edificaciones base que den la pauta para verificar la posición en el consumo energético a partir de un edificio estándar.

De acuerdo con la arquitecta Alicia Silva, “el Portfolio Manager es una herramienta, de la cual se encarga la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, que realiza comparativas a partir de las características de los edificios de cierto giro y que permite evaluar qué tan eficiente es un edificio comparado con el stock de edificios del mismo tipo”.

A0CE0042021
Alicia Silva

Para llevar a cabo un comparativo de este tipo, según detalla Silva, se debe elaborar un diagnóstico del edificio y su comportamiento energético, analizar su entorno y su clima, a fin de establecer estrategias posibles y metas alcanzables para la transformación de la edificación, con la meta de hacerla funcionar de manera eficiente y con menores costos de operación. Los modelos virtuales permiten verificar la eficiencia energética actual y, aplicando las estrategias al modelo, se evalúan nuevamente para determinar el porcentaje de eficiencia y posibles ajustes; esto, aunado a los sistemas hidráulicos, sanitarios y eléctricos, lanza un porcentaje total de eficiencia y sustentabilidad en la operación del edificio. “Tal diagnóstico, modificación y proyección de los posibles resultados lleva al propietario del inmueble a ver como una posibilidad la inversión necesaria para un ahorro a largo plazo. De esta manera, cumple con un compromiso y una responsabilidad social, beneficia al medioambiente y genera ahorros en su operación”, afirma la arquitecta.

A0CE0042020La eficiencia, una tarea conjunta
En cuanto al papel del gobierno en el tema de la eficiencia energética, la arquitecta Virginia Pérez opina que éste realiza todo lo concerniente a la regulación; aunque en materia de supervisión y cumplimiento, hay mucho trabajo por realizar. “Los órganos encargados, mediante el marco legal y las normas oficiales mexicanas (NOM), el plan de desarrollo y algunos programas, como el Programa de Auditoría Ambiental y Sustentable (PAAS), establecen lo que se podrían llamar ‘las reglas del juego’. Pero en materia de supervisión y cumplimiento del marco legal, nos encontramos muy lejos de su aplicación universal, tanto por falta de recursos del gobierno, como por el incumplimiento de las empresas o edificios”.

El Gobierno del Distrito Federal ha implementado el PAAS (sucesor del modelo PCES) con base en tres grandes ejes de acción: cumplimiento del marco legal; autorregulación (que se refiere al tema de la eficiencia en el uso de los recursos más allá de los requerimientos legales) y los criterios de sustentabilidad, en sus dimensiones económica, social y ambiental, y la reducción del impacto en los recursos naturales. “Este programa brinda, a empresas y a edificaciones, la posibilidad de obtener un certificado verde o sustentable, que les dará acceso a incentivos fiscales, como 20 por ciento de reducción en el pago del impuesto predial o 40 por ciento de reducción en el impuesto sobre nómina”, señala Pérez.

Por su parte, la licenciada Verut considera que “la academia y la iniciativa privada dialogan más entre sí. Somos de los fundadores de Sustentabilidad para México (SUMe), asociación en la que consideramos la sustentabilidad como un tema urgente y prioritario por su alto impacto en el individuo y la comunidad. Una parte de su misión radica en construir sinergias interdisciplinarias, además de sumar esfuerzos intersectoriales en materia de sustentabilidad. La eficiencia energética es parte fundamental tanto de la sustentabilidad como del desarrollo sostenible, el cual, según el informe Brundtland, es el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.”

A0CE0042019
Caroline Verut

“En SUMe, la academia y la iniciativa privada ven la urgente necesidad de contribuir en la evolución de México en materia de sustentabilidad y de eficiencia energética, trabajando en conjunto con el gobierno para hacer esta evolución posible”, detalla Verut.

En materia de investigación, en México, instituciones como el Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica, la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad Nacional Autónoma de México, centros de investigación nacionales avalados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, el Centro de Investigación en Materiales Avanzados, entre otras organizaciones, son actores activos en el tema.

Normativa
El 4 de septiembre de 2013 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la declaratoria de vigencia de la norma mexicana NMX-AA-164-SCFI-2013, la cual entró en vigor 60 días naturales después de su publicación. Esta norma de cumplimiento voluntario especifica los criterios y requerimientos ambientales mínimos de una edificación sustentable para contribuir en la mitigación de impactos ambientales y aprovechar de manera sustentable los recursos naturales; esto, sin descuidar aquellos aspectos socioeconómicos que aseguran su viabilidad, habitabilidad e integración al entorno urbano y natural.

Asimismo, considera aspectos de la edificación, como el uso de suelo, energía, agua, materiales y residuos, calidad ambiental y responsabilidad social. Es de aplicación voluntaria para todas las edificaciones que se ubiquen dentro del territorio nacional, públicas o privadas, destinadas en su totalidad o en uso mixto a diferentes actividades de índole habitacional, comercial, de servicios o industrial. Aplica a las edificaciones y sus obras exteriores, sean individuales o en conjuntos de edificios, nuevas o existentes, sobre uno o varios predios, en arrendamiento o propias. Se aplica a una o varias de sus fases: diseño, construcción, operación, mantenimiento y demolición, incluyendo proyectos de remodelación, renovación o reacondicionamiento del edificio.

Aspectos que influyen en la eficiencia
De acuerdo con la arquitecta Pérez, prescindir de la tecnología puede utilizarse como medida para impulsar la eficiencia energética. “La arquitectura bioclimática es la clave: iniciar con un estudio de los factores paramétricos del clima. Si estudiamos el lugar, su gente, su arquitectura vernácula, su manera de solucionar el hábitat en sus condiciones climáticas y regionales, e incluso, yendo un paso más allá, si estudiamos los organismos vivos del sitio o de sitios similares (Biomimicry), podemos determinar las estrategias de diseño ideales para un lugar en específico. La aplicación de estas estrategias nos garantiza confort y calidad de vida para el usuario, economía en su operación y beneficios al medioambiente. Es ahí donde hemos alcanzado un nivel de eficiencia energética y en ese punto ya hemos prescindido de la tecnología que nos hubiese llevado a ese grado de confort y calidad de vida”, sentencia.

En contraste, la arquitecta Silva considera que la tecnología es fundamental para un correcto desarrollo de la eficiencia energética; sin embargo, debe verse precedida por otras estrategias. En sus palabras: “La tecnología es importante, aunque es el último factor”.

Algunas de las industrias que han avanzado en temas de eficiencia energética de manera importante en los últimos años son la industria del vidrio y la de los materiales de construcción. La cancelería y ventanería han avanzado a pasos agigantados, debido al aumento en las exigencias del mercado, lo cual permite contar con vidrios que son totalmente activos, que se obscurecen o aclaran según las necesidades, con protecciones contra rayos UV, productos con gas argón, membranas que dejan pasar ciertos tipos de luz, entre otros.

Por otra parte, en los materiales de construcción se han desarrollado características más eficientes, mediante la recuperación de técnicas y materiales constructivos tradicionales, los cuales se han “perfeccionado” para incrementar su desempeño térmico y estrucutral.

De acuerdo con la licenciada Verut, México tiene una historia que lo podría colocar como un país energéticamente eficiente, aunque actualmente no puede considerársele así. “No lo es. Lo fue, como lo fueron todos antes del uso abusivo de los combustibles fósiles. Es un país con grandes oportunidades y, es importante decirlo, un país con una biodiversidad millonaria, con climas tan privilegiados como el del Distrito Federal, donde no necesitamos nada para estar en confort más que abrir o cerrar la ventana. Por supuesto, es necesario contar con ventanas operables, algo que ya estaba en desuso y tenemos que retomar”.

Las edificaciones consumen, en el sector residencial, comercial y público, 33 % de la electricidad total del país, 81 % del gas LP y 14 % del agua. Asimismo, inciden en 68 % del consumo de combustibles del sector transporte, correspondiente a los automóviles, 97 % de los cuales son particulares, lo cual los coloca como uno de los principales rubros por mejorar para maximizar la eficiencia energética en México y que se relaciona con la educación.

A0CE0042016Uno de los mayores retos que han enfrentado en Revitaliza Consultores, según recuerda la arquitecta Silva, es concientizar sobre lo que se requiere realmente para lograr la eficiencia energética. “Nosotros hacemos muchos edificios nuevos y la tendencia actual es construir edificios con piel de cristal, lo cual provoca que la edificación se convierta en una ballena devoradora de energía. Hemos tenido proyectos en el Norte del país, donde a los arquitectos les cuesta bastante trabajo entender que debe existir una proporción entre macizo y vano para alcanzar una eficiencia energética. La tendencia internacional va en ese tenor, hacer edificaciones completamente transparentes sin entender qué se necesita realmente”, cuestiona Alicia Silva. Mucha de la asesoría brindada, apunta, se relaciona con guiar al proyectista a elegir en qué lugar es posible realizar cambios para mejorar su eficiencia.

Para Ítaca Proyectos Sustentables, el reto principal es la resistencia de las empresas a implementar medidas de eficiencia energética, debido a una falsa percepción de que es caro, lo cual, en opinión de sus representantes, es falso. “Después de varios años dedicados a este tema, podemos decir, sin lugar a dudas, que reducir la demanda no es costoso, simplemente significa reducir el uso con mejores soluciones, que generalmente cuestan menos (como abrir una ventana en lugar de instalar un equipo de aire acondicionado). Las medidas de eficiencia energética tampoco son caras, lo importante es invertir tiempo en analizar el consumo a fin de encontrar las oportunidades de ser más eficientes. Si además nos planteamos metas desde la fase de diseño a través de un proceso de diseño integral multidisciplinario, lograremos reducir significativamente los costos de operación, incluso, de construcción de un edificio. Si lo hacemos desde la etapa de planeación y partiendo de nuestro presupuesto y de lo que queremos lograr, podemos hacer muchas cosas. El tiempo de retorno de las medidas de abatimiento de demanda y eficiencia es de entre 0 y no más de 1.5 años”, declara la licenciada Verut.

Hoy en día, se abre una gran ventana de oportunidad para todos los que se vinculan al sector de la edificación: arquitectos, ingenieros, contratistas, fabricantes de productos y materiales para la construcción, todos deben unirse en torno al tema y a la visión de un mundo más sustentable, debido a que existe una demanda mundial por llevar a cabo este tipo de edificaciones, urgida por los estragos innegables del cambio climático y el daño al medioambiente ocasionado por las actividades productivas del hombre.

“El mercado tendrá que volcarse no sólo a pintarse de verde, sino a realmente aportar productos que validen su efectividad en la reducción del consumo de energía, tanto en su producción (huella ambiental), como en su operación, y hasta en su disposición o reciclaje, con un enfoque de ciclo de vida”, advierte Verut.

Los profesionales y las empresas dedicadas a la edificación cuentan con la gran oportunidad de evolucionar en el conocimiento y la aplicación de estrategias eficientes comprobadas a través de la historia (arquitectura bioclimática, arquitectura vernácula, Biomímesis) y la adopción de nuevas tecnologías cada vez más eficientes, más baratas y en constante evolución ante la transformación del mercado que se está presenciando.

“Definitivamente, todos los involucrados tenemos ante nosotros un gran reto y una gran oportunidad, derivada de un mercado creciente que necesita nuevos productos, nuevas formas de pensar y nuevas maneras de hacer las cosas. Así, de manera consciente, debemos contribuir a la preservación de los recursos naturales por medio de su uso racional y eficiente. El cambio no sólo lo requieren las nuevas edificaciones, la gran oportunidad se vislumbra en los millones de metros cuadrados edificados y funcionando (mal) que pueden transformarse para su óptima operación”, afirma la licenciada Verut.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba