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La importancia de la gestión de ruido en los hospitales

En sentido estricto, el ruido puede definirse como un sonido inarticulado que, por lo general, resulta desagradable. En años recientes, diversos estudios lo han considerado un factor de riesgo sanitario, pues la contaminación acústica puede tener efectos nocivos en la salud y provocar cambios en el ambiente vital de las grandes ciudades. En este sentido, los niveles de ruido a gran escala son el foco de atención; sin embargo, también deben considerarse los de ambientes más reducidos aunque con gran afluencia de personas, como ocurre en los centros hospitalarios, donde predominan sonidos de baja frecuencia, que incluso podrían considerarse moderados, pero que causan molestias significativas

Por Tania Cerda

En los centros de atención médica, los entornos tranquilos permiten que los pacientes puedan concentrarse en su recuperación. Sin embargo, cualquier persona que recientemente ha caminado por algún pasillo o alguna habitación de un hospital sabe que la experiencia auditiva puede ser totalmente contraria al ambiente que se requiere. En estas instalaciones, hay un flujo de ruido constante: alarmas y equipos médicos, sonidos procedentes de los televisores y otros aparatos eléctricos, sistemas de ventilación, conversaciones audibles en los pasillos y ruido de camillas, de carros de alimentos o medicamentos que llegan a colarse hasta las habitaciones de los pacientes. Esta contaminación sonora se mantiene de manera frecuente y aún en la noche, conforme nuevos pacientes son ingresados y el personal clínico responde a situaciones de emergencia, por lo que es difícil para las personas poder descansar durante su recuperación.

Desafortunadamente, la cantidad de ruido casi se ha duplicado en las últimas seis décadas. Investigadores de la Universidad de Chicago han reportado que el nivel medio de ruido en hospitales de Estados Unidos fluctúa entre 50 y 80 decibeles (dB), lo cual, aunque parezca difícil de creer, es equivalente al sonido que produce una sierra. Esto significa que el ruido es extremadamente alto y se encuentra muy por encima de las recomendaciones estipuladas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que son de 35 dB durante el día y 30 dB por la noche. En conjunto, todas las alteraciones relacionadas con el ruido tienen un impacto negativo en los pacientes y en el personal.

Es más: se estima que los niveles promedio de ruido en las habitaciones de pacientes alcanzan el doble de los recomendados por la OMS; por ello, con el fin de prevenir sus efectos adversos y de mejorar los resultados del paciente, las organizaciones de salud deben considerar la aplicación de avanzada tecnología en aparatos de medición de ruido, solución que permite a los hospitales controlar los niveles de estridencia y poner en práctica estrategias de reducción de ruido.

El impacto del ruido sobre los pacientes y el personal
Podría considerarse que el ruido es un contaminante invisible que produce efectos negativos, tanto fisiológicos como psicosomáticos, en el ser humano. Un paciente en recuperación es mucho más susceptible a éste y el proceso de curación puede ser afectado de manera importante por su impacto, ya que los pacientes experimentan umbrales de dolor más bajos, agitación y malestar general en medio del ruido constante.

Aunque no se puede adjudicar al ruido de hospital el surgimiento de un padecimiento crónico, sí se puede decir que el silencio contribuye al reposo de los pacientes y que los trastornos del sueño durante su estancia en el hospital retrasan su recuperación.

Sistemas de monitoreo para reducción de ruido
Algunas prácticas actuales y mejores para la reducción de ruido, incluyen una amplia gama de soluciones manuales y de comportamiento, tales como la reducción del volumen en señales de alarma en dispositivos para monitoreo de pacientes y la aplicación de tiempos de silencio. Sin embargo, es difícil saber dónde y cómo reducirlo sin entender primero la magnitud del problema; es por ello que se sugiere una evaluación de sus niveles en los lugares que son particularmente ruidosos. Esto se puede lograr por medio de una solución de supervisión de ruido, en la que se conectan dispositivos de control de sonido en el sistema de gestión de edificios de un hospital (BMS). Este sistema de gestión genera cuadros de mando visuales e informes detallados que permiten al personal médico visualizar los niveles de ruido que se producen en a las instalaciones de su hospital. De esta manera, es posible, por ejemplo, comparar los niveles de ruido en distintas habitaciones y departamentos para identificar las áreas problemáticas, con el fin de contrastarlos con los umbrales permitidos, como los recomendados por la OMS.

Mapeo de ruido
El mapeo del nivel de ruido de las diferentes áreas del hospital puede ayudar a mejorar la tranquilidad en el entorno. El trabajo eficaz para reducir el ruido requiere que, en primer lugar, se conozca su fuente, pues sería ineficiente dedicar tiempo de trabajo a implementar acciones de reducción de ruido en las zonas donde ya hay relativa calma. Un mapeo de sonido puede mostrar al personal del hospital dónde se deben enfocar sus esfuerzos.

Además, los niveles más altos de ruido pueden ser más tolerables en algunas áreas que en otras: el silencio requerido en una Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN), por ejemplo, es muy diferente del que se espera y acepta en una sala de urgencias en operación; es por ello que el mapeo de sonido permite que los problemas se aborden eficazmente a partir de su ubicación.

Otras soluciones que mitigan el ruido
También es una buena práctica centralizar los sistemas de vigilancia, como los sistemas para las llamadas de los pacientes a las enfermeras. Esto sistemas centralizados permiten que sea sencillo para el personal del hospital responder a los problemas de ruido lo más rápido posible. Un sistema de alerta centralizado significa que todo el personal puede identificar en dónde es necesario disminuir el ruido y actuar en el lugar afectado, con lo cual se asegura el mayor grado posible de confort del paciente y la maximización de la productividad del personal.

Ventajas de tener un sistema de monitoreo integral
Desde el punto de vista de la operación de un hospital, los factores de confort (como el ruido, el clima y la iluminación) y los energéticos (que van desde el consumo hasta aspectos de continuidad y seguridad) están vinculados. Por ello, las acciones que atañen a uno de estos aspectos no deben deteriorar el desempeño de la otra.

Una visión integral de la administración de un hospital, desde la cual se pueda acceder de una manera sencilla tanto a información energética, climática o incluso relativa a los niveles de ruido, como al control de los sistemas de aire acondicionado, de iluminación o incluso de video vigilancia, facilita la toma de decisiones en el corto, mediano y largo plazo y ayuda a dar seguimiento a los resultados de estas decisiones tras su ejecución.

Actualmente, existen sistemas de gestión energética que permiten realizar la administración integral; que se implementan por medio de módulos incorporados al sistema central, y que se pueden escalar. Esto permite que los sistemas se mantengan actualizados y se adapten a las necesidades de información y operación del hospital, y no a la inversa.

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El impacto del ruido sobre los pacientes y el personal

Los efectos nocivos del ruido sobre la salud se han demostrado científicamente y se han difundido en informes de organismos como la OMS, entre ellos están:

Problemas auditivos: Los ruidos (entre 90 dB o más) pueden causar la pérdida de audición o producir la sensación de pitidos en los oídos
Problemas psicológicos: Irritabilidad, estrés, problemas de comunicación, ansiedad e incluso agresividad
Problemas fisiológicos: Aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria y de la presión arterial
Alteraciones del sueño y del descanso: Falta de atención y aprendizaje, somnolencia diurna, cansancio y bajo rendimiento
Fuente: fundacionmelior.org
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Tania Cerda
Con una formación académica en Ingeniería Eléctrica y Electrónica, posee diez años de experiencia en empresas del sector eléctrico, en temas de eficiencia energética, sustentabilidad, vehículos eléctricos, edificios y ciudades inteligentes. Actualmente, es Gerente de Power Solutions en Schneider Electric y es responsable de las soluciones de administración y control de energía para la unidad de EcoBuilding en México.

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