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El fin del petróleo ¿oportunidad para el sector civil?

Para algunos especialistas, el sector energético no es ni bueno ni malo, simplemente lo es todo. Y es que, cuando surgen preguntas como: ¿cuál será el problema más grande del mundo?, a veces no es posible contestar. ¿Será la educación? ¿La salud? ¿La distribución de la riqueza (pobreza)? O bien, ¿habrá algo más grande y trascendental detrás de todo esto?

Por Raúl González Acosta

La cuestión, sin embargo, es que el segundo problema más grande del mundo es que hoy en día nadie sabe con certeza cuál es el primero. Uno de los mejores candidatos es el sector energético, debido a su naturaleza e impacto en el planeta, y porque tiende a ser el menos atendido por la sociedad civil; pero sin este sector debidamente estructurado serían imposibles la agricultura moderna, el transporte, los servicios industriales, Wall Street o Silicon Valley. ¿Cuántas cosas desaparecerían sin él? ¿Lo haríamos nosotros?

Como mencionó Jeremy Rifkin en 1995, “si el petróleo representa hoy un problema, esperen a que pasen 20 años, pues entonces será una pesadilla”. Sí, efectivamente, la frase es de hace más de dos décadas. Y, ahora, el principal atolladero de una economía basada en este combustible fósil, amén de aspectos económicos como el déficit de los productos básicos y las tensiones ambientales que genera, son las llagas políticas que comienzan a gestarse gracias a las buenas o malas negociaciones de este recurso.

Para explicarlo, se puede plantear un ejemplo totalmente actual. Hace un año, la multinacional Saudi Aramco, que presume ser una paraestatal enfocada en la comercialización de petróleo y gas natural en Arabia Saudita, efectuó su primera oferta pública, a partir de un valor estimado en dos trillones de dólares, una cifra trascendental e histórica. Sí, ahora esta compañía, después de haber superado las estimaciones de Apple (560 billones de dólares), Alphabet (554) y Facebook (346) en febrero de 2016, se convirtió en la corporación más cara y mejor valorada en la historia de la humanidad. Si esto sucede, entonces ¿qué le impedirá al gobierno de Arabia, suponiendo que sean ellos los verdaderos dueños, tener un control más trascendental sobre el resto del mundo? O tal vez una mejor pregunta sería: ¿ya lo tienen?

Este es un claro ejemplo de que el sector energético será un arma de doble filo para concentrar el poder en unas pocas manos, mientras que la operatividad de este recurso sea controlada por instituciones políticas extractivas de países que forman parte de entes globales y desastrosos como la OPEP, llenos de astucia, complot y estrategias de control social para disminuir la incidencia del sector civil en el ámbito. ¿Cuáles serán sus efectos? La respuesta es la llegada a un punto en el cual la economía no pueda sostenerse más y las brechas entre ricos y pobres sean tan grandes que el planeta sufra una polarización completamente irreversible.

El aspecto de la producción no es la parte más trágica, pues la cantidad de potencias mundiales consumidoras crece cada vez más y más. Con ello, la dependencia de centros de poder como Estados Unidos, la Unión Europea y China, las tres regiones que más consumen energía y recursos en el planeta, hacia países pequeños como Kuwait resulta abismal y hasta perturbadora.

Entonces, ¿cómo empezar a involucrarse? Como primer paso,  hay que estar al tanto de lo que se adolece a través del Observatorio de Inteligencia del Sector Energético (OISE), una iniciativa emprendedora que busca arrojar un poco de luz sobre el tema, al ofrecer una gran cantidad de datos crudos en tiempo real para ver qué es lo que está sucediendo. Esto es una solución pequeña y a corto plazo, mientras lo mejor comienza a cocinarse.

En los casi 600 mil kilómetros de líneas de distribución que opera la CFE, se han reportado pérdidas de hasta 15 %

Tecnología para las masas
En México, uno de los problemas más graves que enfrenta el sector energético y eléctrico es el ineficiente sistema de distribución y almacenamiento de energía. En los casi 600 mil kilómetros de líneas de distribución que opera la Comisión Federal de Electricidad (CFE), se han reportado pérdidas de hasta 15 por ciento, mismas que, dicho sea de paso, son generadas por agentes contaminantes en un 75 por ciento de los casos. Luego, muchos de los “beneficios energéticos” que estos combustibles tóxicos proveen, terminan por caer en saco roto por el simple hecho de no contar con una infraestructura eficiente para su distribución.

Así, ¿es posible solucionar los problemas tecnológicos y políticos de golpe? Actualmente, existen diversas tecnologías enfocadas en promover la generación y distribución de energía enteramente limpia y renovable, las cuales pueden ayudar a diseminar esa enorme cantidad de poder que está concentrada en pocas manos; desde las más antiguas como la eólica, utilizada hace más de 800 años, hasta las más novedosas como la obtención de energía a través de algas marinas o incluso de aquella que rebota de un objeto cuando la luz recae sobre él, como se plantea en Star Trek. Pero, ¿cuál es la más óptima? ¿Cuál te da más por menos? ¿Cuál permitirá realmente que las personas alcancemos una independencia energética ante tantos controles políticos y barreras económicas? La respuesta es: todas. Tendrían que emplearse todas, en buena medida y de la manera correcta, ya que tienen grandes áreas de oportunidad, subsanadas por una segunda o tercera. ¿Lo mejor? Todas se están haciendo tan accesibles que, en poco tiempo, podrán  explicarse los “qués” y los “cómos”.

Entonces, el poder será de los ciudadanos porque eventualmente estas tecnologías llegarán al mercado casero e individual, en el que se volverán más eficientes, mejor distribuidas y ofrecerán un mayor control e independencia a cada potencial consumidor, al convertirlo también en un productor, pero a bajo costo. Y si la energía no es utilizada en su totalidad, ésta será transformada en hidrógeno y enviada a una red de distribución para que alguien con más necesidad la adquiera, y así echar a andar una forma nueva y más liberal de comercio energético.

Dicha red estará basada en la tecnología utilizada actualmente para transportar de manera eficiente el gas natural, y así ahorrarse las costosas pérdidas que la CFE le genera al país. Esto convertirá al ciudadano promedio en un productor que formará parte de una red comercial totalmente distribuida, formal y descentralizada de generación de energía, en la que entes políticos o sindicales tengan menor jurisdicción. Su única función será regular las entradas y salidas de este sistema, teniendo al sector privado como un medio para darle mantenimiento. Más productores fomentarán una economía más sólida, conformada por 100 millones de mexicanos o 7 mil millones de habitantes en el mundo.

Llevar estas tecnologías al hogar será tarea de la industria privada, emprendedores, académicos y activistas políticos, mismos que para lograr su cometido, decidieron reunirse en torno a la Agencia Energética Mexicana. Esta asociación surgió después de pasar por las oficinas de quienes están al frente del sector energético en Latinoamérica y descubrir que una unión cuádruple entre gobierno, academia, industria y sociedad civil puede ofrecer una solución mejor estructurada y más empática para la mayoría. Lo mejor es que estas iniciativas, que terminarán beneficiando a los demás, son promovidas por jóvenes de 23 años.

Colaborar, colaborar, colaborar
Después de esto, no hay más que hablar. Las tendencias son claras y los países se suben a la curva de crecimiento cuando les conviene. Desafortunadamente, los movimientos estratégicos que ejecuten no convendrán a todos. Por ello, habrá que intervenir a través de iniciativas y asociaciones a nivel continental y global, con el fin de esclarecer los términos y permitir a la sociedad civil ser la más beneficiada a corto, mediano y largo plazo.

El futuro tecnológico aguarda y el mismo admitirá una mayor independencia energética, económica e, incluso, un control político más diversificado. Impedir que la balanza se mueva hacia uno de los polos y recaiga en pocas manos, así como rechazar las perspectivas tendenciosas, será políticamente lo más prudente. Todo dependerá de cómo se use el poder civil, el emprendimiento, la creación de startups, la mano retorcida de la política y la generación de tecnología abierta, colectiva y global, para dar solución a uno de los problemas más grandes del mundo: la baja democratización energética y la actual distribución del poder en la Tierra.

Misión y actividades del OISE

El Observatorio de Inteligencia del Sector Energético (OISE) es un portal informativo e integral, enfocado al tema de la energía en México. Ofrece información valiosa, relacionada con hábitos de consumo, tarifas actuales, educación en temas ambientales, infografías, mapas de infraestructura y actores del sector, eventos y bolsa de trabajo, así como los resultados de diversos estudios realizados a la fecha

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Raúl González Acosta
@rauladrianga
Estudiante de Ingeniería en Mecatrónica en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Fundador y director comercial de Hydrosolver, también se desempeña como director general y fundador de la Agencia Energética Mexicana, así como conferencista tecnológico y activista político.

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