Contratista

El camino de la grandeza

Mario Villegas ha conseguido construir más que su obra. Grandes logros le han dado satisfacciones equivalentes, pero también lo han enfrentado a adversidades, en las cuales ha encontrado la grandeza. Durante 12 años, la vida de este importante proyectista ha transcurrido dentro de varias ingenierías.

Por Antonio Nieto.

De haber sido ingeniero en audio, también sería buen iluminador o excelente proyectista de obra eléctrica. Sin embargo, Mario Villegas es las tres cosas. Y probablemente es más. No sólo ha visto cada una de estas áreas como un reto; su vida ha estado llena de desafíos y ha sabido salir airoso de todos.

El multifacético y reconocido proyectista piensa en su equipo. “A ellos me debo”, comenta. Ha configurado una conciencia que le permite ser un empresario con alta responsabilidad social y con un gran sentido de liderazgo, que, sin duda, no se puede entender sin la ética con la que se identifica.

Recientemente, terminó uno de sus proyectos más ambiciosos e importantes, al cual sólo él pudo dar respuesta para cumplir a cabalidad los requisitos de obra: el Centro Cultural Roberto Cantoral, su proyecto más relevante hasta la fecha.

Al subir el interruptor, Mario Villanueva le da sentido a cada espacio que interviene. Mientras las luces disminuyen su intensidad, esta historia empieza a escribirse. En el centro del escenario, un monólogo transcurre.

El Centro Cultural Roberto Cantoral, un proyecto al que Mario Villegas supo dar respuesta.

Constructor Eléctrico (CE): ¿Cómo se involucra en la obra eléctrica?
MV: Desde hace mucho, desde la secundaria. Cursaba el taller de electricidad; luego en la Vocacional, lo mismo. Pero lo que más me interesaba era el audio. Luego llego a la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, Zacatenco, a la ingeniería en Electrónica y tomó la especialidad en Acústica. En la crisis de 1994 empiezo a laborar en Televisa, pero me va mal. Enseguida entro a trabajar en una empresa de electricidad, propiedad del ingeniero Sergio Ordoñez.

Ahí entré a trabajar como obrero, a construir subestaciones, tableros, a pesar de que era ingeniero. Por entonces, llegó un cliente que requería una caseta acústica para una planta de emergencia, y empiezo a diseñarla junto con mis compañeros de trabajo. Este proyecto lo pagó Marc Jancola, actual director del Auditorio Nacional. Esta caseta se somete a concurso, y el FBI la elige como la mejor.

CE: ¿Por qué este organismo?
MV: Ellos eligen la mejor caseta para planta de emergencia para las giras de los altos funcionarios de Estados Unidos. Para este caso, fue para la gira del ex presidente Bill Clinton. El concurso fue en México solamente.

CE: ¿Y cómo llegaste a la parte de la obra eléctrica?
MV: Luego de ese proyecto fui promovido a Ventas y en esa área nadie podía con un cliente, porque no compraba nada. Me mandan con él y hago la venta de año al venderle tableros, pues como yo ya contaba con la experiencia en el taller, eso me permitió explicarle mejor lo que él requería. Recibo además la confianza para supervisar esa obra. De ahí en adelante, seguí sólo con obra eléctrica.

CE: ¿Cómo fue tu primera obra?
MV: Fue para la empresa Roche. El cliente se quejaba de que nada lo atendía, de que nadie le daba asesoría. Con mi experiencia en el taller, entendí lo que él quería y le dije qué era posible y qué no lo era, y qué le convenía más.

CE: ¿Eso aún como empleado? ¿Cómo te independizaste?
MV: Seguí con muchas obras dentro de esta empresa. Por entonces yo quería otras cosas, tenía otras aspiraciones. Tenía 28 años. Como la obra eléctrica es de lunes a domingo, decidí tomarme un descanso. Durante este tiempo, los clientes comienzan a llamarme para que los ayude, pero yo los insto a que llamen a la empresa, pero insisten en que quieren mi asesoría. Así es como comienzo de manera independiente. Mi primera obra fue instalar contactos regulados en la planta de Roche. Cobré por ella 5 mil pesos.

CE: ¿En la parte de iluminación cómo te vinculas?
MV: Ya había hecho muchos logros en obra eléctrica. Había instalado equipos de ahorro de energía en Roche; proyectos de ahorro de energía en Toluca; varios edificios en Morelos. Luego, decidí hacer algo más: cursé un diplomado en iluminación. Siempre me ha interesado el arte, la acústica, la música. Encuentro la opción de ponerle color a los edificios, aunque no sea pintor podía hacerlo.

En este diplomado se hizo un concurso que estaba formado por varios módulos. Los mejores maestros de iluminación en México me dieron clase, el arquitecto Avilés, por ejemplo. El ganador recibiría un premio por el director de Philips México. En los dos primero perdí, pero luego sentí un reto. Así, junto con mi equipo de trabajo, propusimos, desarrollamos y ganamos el concurso. A partir de ahí me empecé a involucrar con varias marcas de iluminación y me di cuenta que tenía facilidad para esta área.

CE: ¿Cuál ha sido tu mayor reto?
MV: En el Hospital Metropolitano hice el cambio de carga de emergencia con pacientes en el área de terapia intensiva. Tenía 40 segundos para hacer ese cambio. Nadie quería hacerlo, ni la constructora del Hospital. Había varias cancelaciones porque llegaban enfermos en ambulancia. Fue una responsabilidad muy grande tener a siete pacientes en mi mano. Al día siguiente, algunos contratistas fueron a verlo porque no lo creían.

CE: ¿Cuáles consideras que han sido tus grandes maestros?
MV: Sergio Ordoñez, mi antiguo jefe. Él me enseñó mucho sobre el liderazgo, que es una gran responsabilidad; se queda en tus manos la dirección de mucha gente. Es una competencia contra uno mismo.

CE: ¿Cómo llevas a acabo este liderazgo?
MV: Hacia dentro de la empresa, trato de que toda la gente sea participativa, trato de escuchar a todos, ayudar a las familias. En la empresa, becamos a los hijos de los trabajadores; ayudamos a las madres solteras en situaciones especiales. Estamos enfocados en ayudar al bienestar de las personas.

CE: ¿Qué te ha dado esta conciencia?
MV: Yo vengo de una familia humilde. Conozco no tener dinero, no tener para comer. Lo que hago es devolverle a la gente lo que me dado.

CE: ¿Cuál ha sido tu obra más importante?
MV: La Sociedad de Autores y Compositores de México. Esta obra ha tenido muchos retos. El cliente sabe exigir y le dedicas lo mejor. Fue una obra que incluyó varias ingenierías; también parte de un gran reto.

CE: ¿Qué te ha dejado la vida de contratista?
MV: Aquí me he formado como hombre, combatiendo las adversidades, aprendiendo, enseñando a la gente; que me ayuden, que nos ayudemos.
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Una composición del espacio eléctrico
Un proyecto heterogéneo de ingenierías de la más alta especialidad se ha expresado en la Ciudad de México. Sus características lo consolidan como uno de los más innovadores e iconoclastas.

“El Desafío fue terminar en un tiempo récord”.

El Centro Cultural Roberto Cantoral es una obra ambiciosa; es lo más actual en tecnología. Naiva Electric participó desde su cimentación e inició su labor haciendo el trámite con la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Se involucró paulatinamente hasta que toda la empresa colaboró para cumplir con los tiempos de entrega. Todo el grupo aportó lo necesario para hacer de esta obra un heterogéneo mundo de ingenierías. Voz y datos, eléctrica, acústica, iluminación, aire acondicionado estuvieron a cargo de Mario Villegas.

Por sus características, el Centro Cultural representa vanguardia y sofisticación. Puntualmente, la obra eléctrica y de iluminación proporcionan un proyecto sui generis.

La obra
Había un proyecto inicial; sin embargo, se realizaron varios cambios, pues la demanda de servicios se incrementó. Lo interesante de la obra es que se fue diseñando sobre la marcha. Se propusieron equipos, ingeniería.

El proyecto está divido en tres partes: la Casa Grande, el edificio administrativo y el Centro Cultural Roberto Cantoral. En este último, Mario Villegas trabajó desde cero. En el caso de las dos áreas adicionales, se hicieron mejoras e innovaciones (la casa, que data de mediados del siglo XX, cuenta con controles de automatización). El edificio administrativo alberga el data center, donde se instaló un novedoso sistema de protección.

En este centro de datos fue donde Mario Villegas comenzó a trabajar con la Sociedad de Autores. El lugar más delicado e importante del recinto necesitaba tierras físicas, no contaba con iluminación suficiente, no había UPS ni supresores de picos (uno de los elementos más importantes en este sitio); la instalación eléctrica era antigua. Con la evaluación se propuso un proyecto de renovación y mejora. Se instalaron las soluciones pertinentes y se añadió una planta de energía, una malla de tierras aislada y UPS de última tecnología.

Dos gabinetes no-break respaldan el sistema de energía y dan 30 minutos de continuidad hasta que entra la planta de emergencia.

Respecto del Centro Cultural, se observó la viabilidad de hacer un recinto a la altura de la Sociedad de Autores. Al inicio era una demanda de 500 kW. Cuando se comienza a ver la viabilidad de crecimiento, se hacen más cambios. De tal manera que la demanda crece a 1 mil kW, con tres subestaciones.

Baja tensión
La obra en baja tensión fue creciendo paulatinamente. Lo primero que se hizo fue la iluminación, ya que por los tiempos de entrega se tenía que habilitar la luz para que las demás áreas trabajaran por la noche.

Como el teatro opera en horarios nocturnos, era primordial evaluar qué sombras tenía el espacio, cuánto iba a consumir, dónde se debía controlar. Luego de la iluminación, se realizó la alimentación a los sistemas de aire acondicionado (AA). Además, se respetó el proyecto inicial: sólo enfocarnos en sistemas de aire en el teatro y el lobby; en las oficinas hay aire lavado.

También se proyectó tener controles para el AA. De esta manera, el aire sólo opera cuando se detecta alguna presencia. Se evaluó también que la arquitectura permitiera una entrada de luz adecuada para el ahorro de energía; por lo tanto, los aires acondicionados funcionan con base en ello.

Seguridad
Debido a la exigencia del cliente, previo a los arranques, se realizaron pruebas para que el personal estuviera seguro al momento de operarlos. Se revisaron conexiones, operación de todos los equipos eléctricos.

Respecto del pararrayos, el arquitecto solicitó que no fuera visible. Se analizaron algunas opciones para que éste fuera más estético. El sitio ideal fue la parte más alta del teatro, y ubicado de tal manera que fuera poco observable; luego de eso se realizaron las bajadas.

En este giro es muy común que las empresas traigan su planta de emergencia. Regularmente estas conexiones son inseguras. Para resolverlo, se desarrolló una transferencia que permite seleccionar, por medio de un botón, si se requiere de la planta del Centro Cultural o una conexión de renta. Así, la conexión es completamente segura.

Para asegurar todas las áreas, se cuenta con un transformador exclusivo para iluminación de 500 kVA y audio; y otro de 225 kVA para el edificio administrativo.

Iluminación
El arquitecto de la obra tenía un proyecto inicial que incluía sólo luz cálida. Al cabo del tiempo, se le propuso un proyecto más grande: un teatro, por ejemplo. Con ello, se tienen necesidades de otro tipo: iluminación arquitectónica. Ahí es donde Mario Villegas proyectó su visión e ingeniería. Incluyó lámparas LED de colores. El ahorro de energía era básico.

La iluminación está dividida en dos partes: la del teatro y la de la parte exterior. Respecto de la primera, se instalaron paneles  LED y se desarrollo un ambicioso proyecto de ahorro de energía (previo a ello, el consumo era superior a 250; ahora es de sólo 80 A). En la parte exterior, se utilizaron LED de RGB.

Se cuenta con un espacio específico para la iluminación exterior. Se trata de interruptores de las bombas de espejos de agua, iluminación arquitectónica, jardines, fachada. También cuenta con controles de automatización de LED que son manipulados con una interfase. Con ello se programan los colores, las atmósferas y el encendido y apagado.

Otra gran particularidad de la obra de Mario Villegas es que en el área de camerinos, él mismo diseñó y fabricó lámparas para iluminar su tocador. El material también obedece a su idea de utilizar material reciclado: se empleó lámina de ducto de aire acondicionado y acrílico.

La operatividad de estas lámparas individuales es que cada artista pueda manipular su espacio de iluminación y no depender de un interruptor central o único. Mario Villegas diseñó, fabricó y proyectó.

Acometida, una proeza
La CFE no daba la capacidad de carga suficiente. Después se realizó una acometida a cielo abierto por la calle de Xoco. Este trabajo fue peculiar porque requirió no sólo la aprobación de la delegación, sino negociaciones con los vecinos de la zona. Con ellos, hubo un diálogo constante, porque la línea pasaría a unos 20 centímetros de sus hogares. De alguna manera se les pidió ser parte del proyecto, pues la derrama económica por un sitio como éste sería un beneficio general.

La ausencia de planos exactos de la zona fue sustituida por un levantamiento de testimonios acerca de las excavaciones antiguas. También se visitó a la compañía de teléfonos y gas para tener una idea más clara de lo que yacía bajo el suelo. Todo ello con la intención de no dañar ningún otro trabajo realizado.

Entre la toma principal de la CFE y la subestación del Centro Cultural hay una distancia aproximada de 200 metros. Los trabajos tuvieron que realizarse a mano y con un horario de siete de la noche a cinco de la mañana, aproximadamente.

Una obra sin precedentes
La particularidad de esta obra radica en la mezcla de ingenierías. En el Centro Cultural la carga de audio es distinta a la carga de iluminación, a la carga de redes. Todo ello es un proyecto de tierras, pues se compartieron tierras entre voz y datos, audio, iluminación y potencia.

Para ello, se realizó una malla principal que luego se enlazó con las mallas ya existentes del edificio administrativo. A su vez, se hizo una tierra perimetral y se hicieron deltas para audio, una delta para iluminación, y se unieron todas. De tal manera que todo lo que es electrónico es una malla que, al mismo tiempo que tienen su propia delta separada, están unidas (las características del terreno contribuyeron mucho). Todas las tierras están entrelazadas.

Para el ahorro de energía y de consumo de diesel, se instaló un sistema de transferencias. Esto le permite al cliente ensayar y utilizar la red de CFE. Cuando ya se lleva a cabo el evento, el cliente conecta su planta, y él decide cuándo dejar de utilizar su fuente de energía y realizar el cambio a CFE. Lo que ofrece este sistema, incluso, es que los clientes no traigan planta, pues la obra permite una conexión segura.

El espacio escénico cuenta con un cuarto eléctrico particular. Hay una planta de emergencia acústica, cuyos decibeles no rebasan los 73 puntos. Esto obedece a la ubicación del lugar, que yace cerca del espacio escénico y puede afectar la calidad auditiva. En este mismo lugar se ubican las transferencias y los interruptores del escenario (iluminación); transferencias; tableros de transferencia de la planta principal de emergencia acústica.

A unos 50 metros de este cuarto eléctrico, está la subestación principal, donde llega la CFE, y también cuenta con una planta de emergencia para los servicios generales.

Aspectos críticos
Las partes más críticas son el audio y la iluminación. Los cableados hacia este sitio y hacia los equipos Meyer tuvieron una especial atención. El manejo de las tierras físicas también fue uno de los elementos básicos.

La otra parte crítica fue que el edificio del Centro Cultural se construyera sin que se dejara de trabajar el edificio administrativo, el cerebro de la Sociedad de Autores. Se tenían que hacer muchas maniobras para darle continuidad al servicio.

Una vez que se contó con la acometida de la CFE, se tuvo que trabajar con plantas de emergencia, darle servicio al edificio administrativo. Para ello, se contó con cuatro ingenieros eléctricos y alrededor de 40 técnicos.

La obra de Mario Villegas representa no sólo una proeza, sino la suma de ingenierías que él mismo encabezó y el trabajo de un equipo bien coordinado y especializado.

Un agradecimiento especial a la familia Cantoral y a la contadora Rosario Díaz por haber permitido documentar esta obra.
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