Especial

Los Mundiales Sostenibles

Desde Alemania 2006, la FIFA exige que todos los estadios involucrados en el torneo cumplan con certificaciones verdes en su operación e infraestructura.

Foto superior: Arkady Dvorkovich, presidente del Comité Organizador Local de la Copa Mundial de Rusia 2018

Por Priscilla Madrid Valero, coordinadora del Proyecto MUSE en EGADE Business School

La preocupación por el impacto ambiental de los grandes eventos deportivos inició desde los Juegos Olímpicos de Sídney 2000. Desde entonces, las competencias más relevantes y masivas a nivel global, al menos teóricamente, buscan compensar su propia huella de carbono. Conceptos como estadios verdes, manejo de desechos y reciclaje, o impacto ambiental urbano, están cada vez más presentes.

La Fédération Internationale de Football Association (FIFA), por ejemplo, mostró su compromiso con la reducción del impacto ambiental en la Copa Mundial de Alemania 2006, al incorporar planes y medidas específicas para disminuir su huella de carbono. Para Rusia 2018, se publicó un reporte que evaluó el impacto positivo de la Copa Mundial en el país anfitrión en las esferas económica, social y medioambiental.

No exento de sesgos, al ser la FIFA organizadora del evento, este tipo de reporte también se publicó para el Mundial de Brasil 2014; empero, lo acontecido en el país sudamericano distó mucho del escenario positivo marcado en el reporte.

¿Fue sostenible el Mundial de Rusia?
En 2018, el exviceprimer ministro ruso, Arkady Dvorkovich, presidente del Comité Organizador Local de la Copa Mundial de Rusia 2018, junto con Alexey Sorokin, director general del Comité Organizador, presentaron el reporte de evaluación del impacto social, económico y ambiental del torneo, demostrando el efecto positivo a largo plazo del Mundial respecto de la creación de empleos, desarrollo local, capital humano, y crecimiento del Producto Interno Bruto.

En la industria de la construcción se capacitaron a 79 mil rusos; en la hospitalidad otros 38 mil mejoraron sus habilidades, mientras que en la industria de la comunicación y el transporte 18 mil se profesionalizaron.

El reporte también acentúa el impacto sobre el desarrollo físico y deportivo de los rusos, así como la infraestructura con la que se quedaron: cuatro arenas, ocho estadios y 95 campos de entrenamiento.

Entre los cambios estructurales se encuentran proyectos de modernización de los sistemas de alcantarillado, mejoras en el manejo de desperdicio, rehabilitación de hospitales, adquisición de ambulancias, creación de nuevos sitios de atención de emergencias, reconstrucción de estaciones de tren y el aumento de la capacidad de los principales aeropuertos.

Saldos positivos de Rusia 2018, según la FIFA: modernización de los sistemas de alcantarillado, mejoras en el manejo de desperdicios, rehabilitación de hospitales, reconstrucción de estaciones de tren y aumento de la capacidad de los principales aeropuertos.

De acuerdo al reporte de FIFA, 77 por ciento de la ciudadanía rusa cree que la Copa del Mundo contribuyó al prestigio del país. La información del reporte parece mostrar que el impacto del Mundial fue más positivo que negativo. Además, para este reporte, la FIFA y el Comité Organizador Local trabajaron con la Oficina de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas para desarrollar la nueva estrategia de sostenibilidad del Mundial, adaptada para las especificidades del país anfitrión.

Sin embargo, la FIFA se benefició de una buena imagen del Mundial, sobre todo si recordamos las controversias respecto a la corrupción interna que se reportaron en años recientes, la percepción profundamente negativa de la Copa Mundial de Brasil 2014 y las críticas actuales al Mundial de Qatar 2022.

Los escándalos de Qatar 2022
Entre las críticas más sonadas a la Copa Mundial de Qatar se mencionan casos de esclavitud moderna y corrupción, así como problemas de infraestructura. Desde que se eligió esta nación árabe como sede anfitriona hubo varias acusaciones que aseguraban que fue seleccionada mediante procesos opacos.

Los medios de comunicación han documentado que, para poder construir los ambiciosos estadios de dicho certamen, muchos inmigrantes sufrieron abusos y trabajaron en condiciones desérticas sin acceso al agua. Les quitaron sus pasaportes para asegurarse que no pudieran regresar a sus países; los obligaron a vivir en campamentos descuidados y, en ocasiones, no les han pagado por su trabajo. Tan sólo al comienzo del proyecto, en tres meses, fallecieron al menos 44 inmigrantes de Nepal durante las obras.

Qatar prometió demasiadas cosas, como hoteles y hasta ciudades que no existían al momento de ser elegido anfitrión, además de tecnología que no poseen y que se ha comprobado que es imposible de desarrollar para 2022, como enfriadores para los estadios con la finalidad de combatir el clima desértico.

Aún resta por ver las consecuencias de la Copa Mundial de Rusia 2018, y si éstas corresponden a lo esperado por el reporte de impacto económico, social y medioambiental de la FIFA, o bien, si se repite la historia de Brasil 2014. Además, aún queda pendiente si se tomarán medidas para mejorar la ya de por sí percepción negativa de Qatar 2022.

No obstante, en un mundo donde la globalización ha ido de la mano con la comunicación democratizada, la organización de estos eventos estará bajo la lupa de millones de personas, pues  no sólo los aficionados al futbol estarán siguiendo las noticias. Esto obligará a todas las justas deportivas de alcance global a ser más responsables con la sociedad y el medioambiente.

Certificación BREEAM® para el estadio de Luzhniki
El partido inaugural y la final de la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018 tuvieron lugar en el estadio Luzhniki, en Moscú, certificado bajo la normativa internacional verde BREEAM®.

Certificar estos colosos conforme a normas sostenibles fue un objetivo importante para los organizadores del certamen. Cabe recalcar que construir estadios deportivos conforme a la normativa verde no sólo reduce su impacto sobre el medioambiente, sino que también, en gran medida, determina los hábitos en el futuro, incluida una reducción en el uso de agua y energía.

El estadio Luzhniki pasó por un ciclo completo de certificación desde el diseño hasta su construcción. Las decisiones relativas a la edificación verde y la eficiencia medioambiental de la instalación se incorporaron al proyecto desde sus fases iniciales.

Estrategias verdes

  • El ahorro energético en el estadio se logra mediante modernos sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado, coordinados por un sistema central automatizado. Esto permitió realizar un completo seguimiento y control de cuánta energía consumió el edificio
  • Utilizar luces led en vez de incandescentes ahorra una cantidad considerable de electricidad. La iluminación exterior del estadio moscovita también incorporó estrategias de ahorro de energía
  • Los árboles y amplios espacios verdes que ya había en los terrenos circundantes se conservaron durante la reconstrucción, al tiempo que se añadió más vegetación. Según los responsables de la obra, se plantaron 1,050 árboles y arbustos, y se colocaron 15,700 metros cuadrados de parterres.

Protección ambiental
Aparte del Luzhniki, otros dos estadios mundialistas se sometieron a certificación conforme a normas sostenibles. En enero, el estadio Spartak, también en Moscú, recibió su certificado final “BREEAM en uso” con la puntuación de Bueno. La instalación está rodeada por extensas áreas verdes, mientras que su suministro energético lo regulan eficazmente diversos sistemas de gestión, que garantizan el ahorro de recursos.

Por su parte, el Kazán Arena recibió la puntuación de Plata en su certificado final que se creó en el marco de la preparación del Mundial de 2018, para cumplir el requisito obligatorio de la FIFA sobre la certificación verde de los estadios de fútbol utilizados durante el campeonato.

Un grupo de expertos del Ministerio de Recursos Naturales y Medio Ambiente, con el respaldo del Comité Organizador Local (COL) de la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018, elaboró esta normativa verde nacional, la primera de este tipo en el país europeo. Ésta fue diseñada específicamente para la certificación voluntaria de los estadios de fútbol conforme a los principios de construcción sostenible.

Fuente: FIFA

 

Priscilla Madrid Valero
Es coordinadora de Proyecto MUSE en EGADE Business School, iniciativa de cooperación internacional que busca mejorar el acceso, garantizar las condiciones de aprendizaje y desarrollar oportunidades de empleo para estudiantes con discapacidades en América Latina.

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